Solo tú

79. Mónica

Mi hermano y yo entramos en el edificio donde se encuentra la empresa de los chicos y los estudios de grabación, nos dirigimos hacia el ascensor y bajamos una planta para llegar hasta el local que da a los jardines traseros del edificio. 

Veo a las chicas sentadas detrás del director del programa y me dirijo hacia ellas seguida de mi hermano que está alucinando con el espacio lleno de cámaras, personas y monitores. 

Le ofrezco una silla a Alessandro y me siento al lado de EunSu que me dedica una sonrisa. Me inclino hacia ella y le pregunto en español:

—¿Qué van a hacer? 

—Se han dividido en dos grupos y Jan es el presentador. Es un programa de comida. Aún no han explicado que tienen que hacer exactamente —responde en un susurro para que la grabación no se detenga. 

El director explica lo que harán ese día y nos preparamos para estar en silencio. 

No podemos evitar reprimir la carcajada, acostumbradas ya a que no se nos debe escuchar detrás de las cámaras y, en un descanso, aprovechamos para salir al jardín y despejarnos. 

—Son muy buenos comediantes —me dice mi hermano en italiano hasta que se da cuenta de que solo yo lo he entendido y lo repite en español. 

—Les sale de forma natural. ¿Qué tal tu estancia en Seúl? —le inquiere Elenor con amabilidad al sentarse en un banco blanco debajo de la sombra de un árbol. 

—Nada mal. He visto a mis amigos del instituto, a mi hermana, he conocido a mi cuñado, a sus amigos y a vosotras. Creo que han sido unos días muy aprovechados. 

—Cierto. Tenemos que ir a Italia todas juntas. Para el año que viene toca Roma —advierte EunSu dando un sorbo a su refresco. 

—Por supuesto, os estaremos esperando. Tendréis cama, comida y guía turístico —responde mi hermano con emoción en la voz. 

—¿Regresamos dentro o nos quedamos aquí hasta que terminen? —quiero saber echando un vistazo por el ventanal del estudio. 

—No creo que pase nada por quedarnos aquí. Dentro tenemos que estar calladas y reprimiendo la risa para que no se escuche por los micrófonos de las cámaras —observa SuHye al sentarse al lado de la editora y darle un sorbo al refresco de ésta. 

—Esperemos que no tarden mucho. 

***

Las chicas, mi hermano y yo estamos sentados en el césped del jardín, en un pequeño picnic improvisado que hemos hecho, cuando los chicos nos dicen que podemos coger la comida que han preparado para el episodio. 

Solo les queda por grabar la última parte, así que, pronto nos iremos a dar un paseo o a la casa de los chicos a jugar o ver una película.

Me llevo un poco de sushi a la boca cuando mi móvil suena en el interior de mi bolso y lo busco. Lo saco y miro quién me está llamando. No reconozco el teléfono, así que, descuelgo y pregunto:

—¿Diga? 

—Buenas tardes, Mónica. Soy la secretaria de la señora Yook Nian. Hiciste una entrevista para el puesto de locutora, ¿lo recuerda? —me inquiere una voz cálida y femenina por la otra línea. 

Me pongo recta como una vela sentada en el césped, abro los ojos de par en par ante la sorpresa y la emoción y asiento con la cabeza como si la chica pudiera verme. 

—Lo recuerdo —digo después de tragar con dificultad la alegría que se me ha atascado en la garganta o, tal vez, haya sido el trozo de sushi. 

—Estupendo. Le llamo para hacerle saber que ha sido elegida para el puesto. Necesitaríamos que mandara por correo electrónico los documentos que solicitamos para poder hacer el contrato. ¿Está de acuerdo? 

—Por supuesto. ¿Cuándo empezaría? 

—El lunes comenzamos con los preparativos para emitir el programa a la siguiente semana. ¿Te dijeron el horario en el que trabajarías? 

—Sí, sí. Estoy de acuerdo con todo —contesto con rapidez temiendo que puedan echarse atrás con la decisión. 

—Pues esperamos los documentos cuanto antes y el lunes la veremos en la emisora. Que tenga buena tarde. 

—Igualmente. Gracias —cuelgo y me quedo durante unos segundos con la vista clavada en la pantalla del móvil.

Mi hermano me llama preocupado y lo miro con una gran sonrisa de oreja a oreja en los labios y los ojos brillando de alegría. 

—¿Qué ocurre? —quieren saber las chicas al unísono, también preocupadas.

—¿Os acordáis de la entrevista que hice la semana pasada? —todas asienten y continúo—: Acaban de llamarme para que me incorpore el lunes. ¡Voy a tener mi propio programa por la mañana! —exclamo sin poder contener más la felicidad que siento en ese momento. 

Las chicas me abrazan haciendo que caiga de espaldas en el césped y se echan encima de mí para felicitarme. Mi hermano se une a la maraña y escuchamos unos carraspeos que llaman nuestra atención. 

Los cinco alzamos la mirada y vemos a los chicos con los rostros confundidos y desconcertados por no saber lo que está pasando. 

—¡Tengo trabajo! —grito levantando los brazos en señal de victoria. 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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