Solo tú

109. Jan

No lo he podido resistir. Lo sé, no es bueno para poder olvidarla, pero no he podido remediarlo. Le he mentido y ha parecido entender la excusa que le he dado, aunque no era precisamente lo que me ha llevado a hacerlo.

No me ha sentado nada bien que ese actor la saludara con un abrazo y, después, la invitara a comer. ¿He sentido celos? Por supuesto. Ya tengo bastante con tener presente que su prometido la toca y besa todos los puñeteros días como para también tener que aguantar a un recién llegado. No, gracias.

Es tarde cuando la grabación de todas mis escenas en la serie se acaba y me toca despedirme de ella.

Llego a la casa que comparto con mis compañeros de grupo y tres de sus novias. Veo que todos están arreglados para salir y pregunto:

—¿A dónde vais?

—NamYoon, HaNeul, SuHye y yo vamos a celebrar nuestro mes-aniversario, ya que no pudimos por estar en Canadá. Los demás se van al cine —me explica TaeJoon con la mano entrelazada con su novia.

—¿Te apuntas, hyung? —me pregunta HoYung dejando una palmada en mi espalda.

—Estoy cansado por la grabación. Me quedaré a descansar. Pasarlo bien —contesto con un bostezo.

—Si necesitas algo o quieres que te traigamos algo solo tienes que llamarnos. Nos vemos mañana —se despiden antes de entrar en el garaje para marcharse.

Subo las escaleras para darme una ducha en el baño anexo a mi habitación, enciendo la tele y me tumbo en la cama. Mis ojos se cierran con cansancio y me quedo dormido en menos de un minuto.

***

Me sobresalto al escuchar que llaman al telefonillo, me levanto de la cama y bajo las escaleras para contestar:

—¿Qué ocurre, WooYang?

—Señor Kim, la prima de la señorita Elenor está aquí. ¿La dejo pasar? No parece estar muy bien —me responde el guardia de la entrada con la voz preocupada.

—Déjala pasar —me acerco a la puerta para abrirla y espero a que la chica haga acto de presencia.

En cuanto su cabeza castaña se asoma por el hueco veo que tiene los ojos rojos de tanto llorar y se queda en el recibidor, hipando para no volver a llorar.

—¿Está mi prima? —pregunta con sus ojos verdes clavados en mí.

—Han salido al cine. Estoy solo en la casa. ¿Qué ha pasado?

La cabeza de la chica se mueve en negación, la barbilla se le arruga intentando contener las ganas de llorar y, cuando me mira de nuevo, se abalanza sobre mí para dejarme un fuerte abrazo y la camisa del pijama empapada de lágrimas.

—Belinda, ¿qué te ocurre? —le susurro aprovechando ese momento de tenerla entre mis brazos.

La joven solo llora y llora sin darme ninguna explicación. La guio hasta el sofá y nos sentamos. No deja de abrazarme y me está preocupando. En los meses que la conozco, nunca la había visto de esa manera y empiezo a asustarme de verdad.

Escucho los hipidos de la chica, recostada en mi pecho, pero parece que ya está más tranquila. Le acaricio el pelo con suavidad e intento averiguar qué es lo que ha ocurrido para que esté de esta manera.

—Belinda —la llamo casi en un susurro—. ¿Me puedes contar lo que te ha pasado para estar así? —Espero alguna respuesta, aunque sea un asentimiento y negación de cabeza por su parte. No ocurre nada y me muevo un poco mientras la llamo—: ¿Belinda?

Veo que sus ojos están cerrados y su cuerpo relajado. Se ha quedado dormida. Me muero por saber lo que le ha llevado a venir hasta aquí, no obstante, me contengo y acomodo junto a ella para descansar.

He cogido una postura correcta cuando la puerta que lleva al garaje se abre y mis compañeros entran en la vivienda con sus novias. Les hago una señal para que no hagan ruido y Elenor se acerca a mí para susurrarme:

—¿Qué hace aquí? ¿Y por qué estáis abrazados?

—Le ha pasado algo porque no ha dejado de llorar hasta hace solo unos pocos minutos. Ha venido a buscarte a tí, pero se ha tenido que conformar conmigo. Me ha abrazado desde que ha llegado y no me ha soltado. Se ha dormido y no he querido despertarla —contesto con cara de inocente para que no piense mal.

—Si duerme en el sofá acabará con tortícolis. La llevaré hasta la habitación de invitados, estará más cómoda —se ofrece JK dispuesto a cogerla en brazos.

—Déjala en mi habitación, yo dormiré en la de invitados —apunto antes de que me la quite de encima.

—¿Estás seguro? —me pregunta no muy convencido de esa decisión.

Asiento con la cabeza y mi compañero la coge en brazos. La deja con cuidado en mi cama y yo cojo mi móvil para dirigirme hacia la habitación de invitados de la planta baja, al lado del estudio.

Me sigo preguntando qué es lo que le ha podido suceder para llegar de esa manera hasta la casa, pero aun así, no me queda más remedio que esperar a mañana para preguntar o hacer que Elenor me lo cuente.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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