Solo tú

110. Belinda

Escucho una voz conocida en mi oído y abro los ojos despacio para acostumbrarlos a la claridad de la habitación que me resulta extraña. Me incorporo en la cama y miro a mi alrededor para clavar mis ojos en los de mi prima.

—¿Dónde estoy? —le pregunto confundida.

—En la habitación de Jan. Él ha dormido en la de invitados. ¿Qué ocurrió anoche?

—Tenías razón al desconfiar de mi prometido —un pellizco hace que se me encoja el pecho y lleve mi mano a él para calmarme.

—¿Qué ha hecho?

Mi boca se abre para contestar cuando la cabeza de Jan y JK aparecen en el hueco de la puerta para ver si pueden pasar.

—Puedo decirles que se marchen —me dice mi prima en un susurro para que ellos no lo escuchen.

—No pasa nada. Que entren —espero a que ambos se sienten en el borde de la cama y les dedico una sonrisa para que se tranquilicen—. Supongo que os preocupé. Lo siento.

—¿Qué te pasó para estar de ese modo? —quiere saber Jan alargando la mano hacia la mía para agarrarla, pero regresando sobre sus pasos, indeciso.

—No tienes por qué contarlo si no quieres —apunta mi prima señalando a los chicos con un movimiento rápido de ojos.

—No, está bien. Lo contaré. Resulta que… —empiezo a hablar y cambio al español para que solo ella pueda entenderlo—: Me ha estado engañando todo el tiempo. Se ha estado viendo con varias chicas durante mis ausencias.

—Eso no es justo —se queja JK mientras su compañero resopla con frustración.

—Vamos, somos amigos —agrega Jan frunciendo los labios de una manera muy tierna.

Pongo los ojos en blanco cuando escucho la palabra amigo salir de su boca, suspiro con cansancio y prosigo mi narración en español:

—Hay también otra cosa, pero no estoy segura de decírtelo aún.

—¿Por qué? ¿Tan malo es?

—En parte es buena porque llevaba un tiempo buscándolo. Y en parte es mala porque no es de alguien a quien ame mucho en este momento.

—Me estás asustando. ¿Qué vas a hacer con tu prometido? —me inquiere siguiendo a los chicos con la mirada cuando se levantan para marcharse de la estancia.

—Dejarlo. Ya he quitado la venda de mis ojos.

—¿Y qué vas a hacer con tu amigo? —me interroga señalando con la cabeza a Jan.

—Amigo —repito con tristeza—. Tal vez haya pasado mi oportunidad para estar con él. Debí darme cuenta de ello antes.

—No creo que hayas perdido la oportunidad. Sigue pensando en ti, aunque lo niegue. La cuestión es, ¿vas a sacrificar vuestra amistad por lo que puede llegar a ser?

—Esa es una buena pregunta. No lo sé. Necesito tiempo para pensar y para dedicarme completamente a mí.

—No le des esperanzas si no estás segura —me advierte mi prima antes de dejarme un beso y marcharse de la habitación para ir a trabajar.

Bajo a la cocina para encontrar a todos los chicos allí, desayunando junto a SuHye. EunSu me deja un beso en la mejilla para despedirse de mí cuando mi prima la apremia por la hora y le dedico una sonrisa de agradecimiento.

—¿Quieres desayunar? —me pregunta la escritora dispuesta a levantarse para poner un plato delante de mí.

—Con un café me conformo, gracias. No quiero llegar tarde.

—Chicos, tenemos que irnos —les informa NamYoon dando un último sorbo a su café y escuchando la bocina del coche de mi prima—. Vamos o Elenor estropeará la bocina.

Todos se levantan, se despiden de nosotras y escuchamos cómo se abre la puerta del garaje para dejarlos salir.

Me quedo un ratito más hablando con la escritora, maravillada de que tenga tantas historias en su cabeza y sepa plasmarlas en las páginas de un libro.

***

Llevo toda la mañana esperando a que mi prometido me conteste el mensaje, pero no lo hace. Solo me va a quedar una opción y es lo que menos quiero hacer.

La tarde se me pasa más rápida observando a YoonJin, el actor protagonista, mientras se equivoca alguna que otra vez con los diálogos.

Me despido de todos mis compañeros, me subo al coche y pongo rumbo hacia la casa de mi prometido, bueno, más bien a la casa de sus padres.

Freno delante de la verja de metal negra, llamo al telefonillo y entro cuando el ama de llaves me abre. Me acerco a ella quitando la mascarilla de mi boca y le dedico una sonrisa.

—Buenas tardes, ¿mis suegros están en casa? —le pregunto dejando los zapatos en el recibidor.

—Sí, señorita. Están en el salón.

Me dirijo hacia allí, les hago una reverencia como saludo y me siento en el sillón para informarles de mi decisión.

—No sé si vuestro hijo está en su habitación, si es así, me gustaría que estuviera presente —comento antes de continuar.

—Belinda, nos estás asustando. ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanta seriedad? —quiere saber mi suegro, preocupado.

Me quedo callada hasta que veo a mi prometido entrar en el salón, sentarse entre sus padres y clavar sus ojos en mí, sorprendido de verme allí.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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