Solo tú

136. Elisabeth

Le mando un mensaje a mi novio para decirle a la hora que debería de estar en el local que tengo alquilado. El momento de que conozca a mi socia ha llegado y estoy nerviosa. 

Termino de hacer el almuerzo para que los tres podamos comer mientras conversamos, espero, amigablemente.

Veo que mi socia entra en el local con una sonrisa bajo la mascarilla, se sienta con un resoplido lleno de cansancio y me mira con expectación.

—¿Aún no ha llegado tu novio? —pregunta dando un gran sorbo de agua de la botella que dejo delante de ella.

—No. Quedan unos minutos hasta la hora. HyeJi, no seas muy exigente, por favor. Y, otra cosa, no nos dejes sordos cuando lo veas.

—¿Por qué voy a dejaros sordos? 

—Ya lo entenderás —murmuro mientras me quito la chaquetilla y la dejo colgada en el perchero de la puerta del almacén.

Estoy regresando a la parte delantera del local cuando veo que alguien ataviado con una mascarilla y un sombrero da unos toques en el ventanal. 

Lo reconozco cuando me saluda con un movimiento de mano enérgico y abro la puerta para dejarle paso. Bajo el festón del ventanal para que nadie pueda verlo y él empieza a quitarse la mascarilla y el sombrero. 

Mi socia lo mira desconcertada y abre los ojos de par en par cuando lo reconoce. Está a punto de gritar, pero me abalanzo sobre ella y le tapo la boca con la mano. 

Me acerco al chico, lo abrazo con una sonrisa enamorada en los labios y le dejo un beso. 

—Gracias por venir —susurro en su oído dejando un leve mordisquito en el lóbulo de su oreja. 

—Encantado de conocerte, aunque creo que ya nos hemos visto antes —dice él estrechando la mano de mi socia con una leve reverencia de cabeza. 

—Ahora entiendo por qué no podías decírmelo así como así —responde HyeJi con la voz emocionada.

—Amiga, esto no puede salir de este local. Nadie puede saber de nuestra relación. ¿Me prometes que no lo dirás? —inquiero guiando a HoYung hasta una silla para que se siente a almorzar.

—Por supuesto. Seré una tumba.

***

Comemos y hablamos de todo lo que hemos vivido en este tiempo juntos y mi amiga no puede creer que no se hubiera dado cuenta antes.

—¿Queréis postre? —pregunto unos segundos antes de que mi móvil suene encima de la encimera de la cocina.

Me levanto de la silla y veo que es un número que no conozco. No me sale como spam, así que, descuelgo y pregunto:

—¿Sí?

—Hola, buenas tardes. Me gustaría hablar con Elisabeth O’Mara. 

—Soy yo. ¿Quién es? 

—Encantada de hablar con usted. Me llamo Lee JuSeo, trabajo para la cadena de televisión que emite Masterchef. Le llamo porque estamos muy interesados en que aparezca en un episodio del programa. ¿Estaría interesada? —me explica una voz femenina por el otro lado del auricular.

Mi boca y mis ojos se abren de par en par, sorprendida por esa propuesta. Siento que mi novio se levanta de la silla preocupado y se acerca a mí para abrazarme. 

—Sí, por supuesto. Será un placer. Gracias por contar conmigo —respondo para que mis acompañantes dejen a un lado el rostro preocupado y lo cambien por uno lleno de confusión.

—Estupendo. La veremos la semana que viene en la cadena. Muchas gracias. 

—Gracias a ustedes. Nos vemos la semana que viene —cuelgo la llamada y aún no puedo creer lo que acaba de pasar.

—¿Qué ocurre? ¿Quién era? —quiere saber mi novio totalmente desconcertado. 

—Acaban de invitarme a aparecer en un episodio de Masterchef —murmuro sin dar crédito a lo que me está pasando. 

—¿En serio? ¿Vas a salir en Masterchef? ¿El programa más visto en todo el mundo? —las preguntas salen de la boca de mi socia como las balas de una ametralladora. 

—Sí, eso es lo que ha ocurrido.

—Cariño, eso es increíble. ¡Enhorabuena! —exclama mi novio abrazándome para levantarme del suelo y dar una vuelta sobre él mismo conmigo. 

—Madre mía. No puedo creer que vaya a salir en Masterchef. ¡Voy a salir en Masterchef! —grito llorando de emoción. 

***

La hora del almuerzo termina y tengo que despedirme de HoYung porque tiene que regresar al trabajo con los demás. Me deja un beso que hace que mis piernas tiemblen y un calor abrasador recorra cada centímetro de mi piel. 

—Te veo esta noche. Es el cumpleaños de Jan y lo vamos a celebrar —me informa mientras se pone el sombrero y la mascarilla.

—Allí te veo. No le digas nada a nadie sobre el programa. Quiero decirlo yo.

—Por supuesto. Hasta luego, preciosa —me deja un leve beso en los labios, abre la puerta para salir del local y pone rumbo hacia su empresa.

 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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