“Siempre alguien sale herido, no importa lo pequeño o insignificante que sea”
Todos se quedaron sin palabras, solo se quedaron mirando mi mano como si fuera un ser de otro mundo, sabía que esto pasaría tarde o temprano, pero ver a todos así me hace sentir incomoda e insegura, y Sophie fue la única que parecía como si hubiera visto un fantasma, una criatura mística o algo por el estilo. Cristian no ayudo en nada, el fue el culpable de esto, o eso quisiera decir pero…el único culpable aquí soy yo, no fui capaz de evitarlo como antes lo hacía, el hecho de que no culpe a Cristian o lo odie es por la sencilla razón de que Emma al estar platicando con ella en el hospital me dijo que cuidara de él, si no podía ser dada de alta, fue lo único que dijo y unas horas después de eso ella…dejo este mundo. Solo debo bajar la mirada y desear que nunca hubiera conocido a Emma, si nunca la hubiera conocido desde un principio…ella no tuviera que pasar por lo que paso, ahora por mi culpa ella ya no está, la aleje de su familia, de sus seres queridos y sobre todo de mí. Cristian tiene razón…nadie ni nada es seguro a mi lado, todo lo que toco solo hace que le cause dolor.
—¿Q-Q-Q-Que eres…? ¡Que paso con tus brazos! —exclamo Cristian apuntando mis brazos con miedo—.
—…Es lo que es…—dije en voz baja. —
—E-E-E-Eso no es posible…tu- ¡Tú estabas totalmente bien! ¡Tenias ambos brazos! —Grito Cristian confundido. —
—Tienes razón, yo tenía ambos brazos incluso después del accidente…pero al paso de los meses comencé a perder la movilidad y…mis brazos dejaron de moverse por completo, era quedarme con los brazos colgando o.…amputarlos y ponerme unas prótesis mecánicas. —hable en voz baja—.
—¿P-P-P-Por e-e-so…me dolió cuando m-me sujetaste la mano? —pregunto Sophie apenas pudiendo hablar—.
—¿Qué le hiciste a Sophie? —pregunto Cristian con mirada fría—.
—…No, no le hice nada es que…se iba a mojar, —contesté muy asustada—.
—Se iba a mojar, ¿Por eso le lastimaste la mano? —pregunto Cristian mirándome con enojo y añadió—De verdad como desearía que no existieras, sin ti todo esto no hubiera pasado y Sophie no estaría asustada—.
De nuevo…Cristian tiene razón, siempre la tiene, siempre dice lo que pienso o incluso cosas que no había pensado que son ciertas, desear que no existiera…yo también quisiera eso, así todos me olvidarían y no tendría que escuchar la constante voz de todos murmurando sobre mí y tener que ser humillada cada vez que alguien nuevo entra a la escuela. Hay demasiado ruido dentro de mi…y quiero silenciarlo.
—Ja, parece que el karma volvió a aparecer, —manifestó Cristian sonriendo burlonamente—.
—Pero creo que es lo mínimo que mereces por lo que has hecho, ¡Eres un peligro para la sociedad! —siguió burlándose Cristian—.
—C-Cristian…creo que ya lo entendió, solo vamonos alejémonos de ella. —dijo Sophie a Cristian tirando de la manga de su suéter—.
—¡Vaya Cristal! Hasta Sophie ya te tiene lastima, deberías estar agradecida de su bondad, que claro que no mereces, pero bueno es hora de ir a clases y no quiero que el profesor me dé un sermón—Hablo Cristian mientras se iba junto con Sophie—.
Yo…no se que decir, supongo que es verdad…el siempre hace que me de cuenta de lo que soy, y por alguna razón duele, nunca me había importado lo que Cristian hacía o lo que la gente decía de mí pero…Sophie, pensé que…sería diferente, que tal vez ella se quedaría a mi lado. Pero solo fueron unas falsas esperanzas, ¡Por que siempre soy así! Siempre he sido una ilusa e ingenua, hasta cierto punto una tonta, que no sabe limitarse a vivir en las sombras como debe ser, gente como yo no puede vivir una vida como los demás, de eso estoy segura. Pero incluso saberlo…es doloroso, no me gusta este sentimiento y no lo entiendo, siento dolor pero tristeza e ira de no poder cambiar la forma en que soy...un monstro, un horrible monstro que atormenta esta escuela cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año…desde lo de Emma no he podido verme al espejo, me da miedo ver en lo que me he convertido en tan poco tiempo.
—¡Ahhh! ¡Ya no lo soporto! Perdóname, Emma…perdóname…perdóname… ¡perdóname!, por mi culpa…tu, tu, ¡Ahhh! —hable mientras gritaba—.
—Ya no sé qué hacer… ¡¿Qué hago?! ¡¿Qué hago?! —.
—¡AGH! ¡Odio mis brazos! ¡Los odio! —exclamé furiosa y añadí en voz baja con lágrimas—No…no es así, en realidad me odio a mi misma, odio todo de mí—.
¡Gracias por leer! :D