Micaela se vistió más elegante que nunca. Usó una falda negra sobre la rodilla, ajustada y de tela elástica en combinación con una camisa blanca. Algunos accesorios adornaron su cuello y muñecas y, cuando estuvo frente al espejo, decidió que llevaría el cabello suelto.
Ya estaba cansada de las trenzas y de ocultar esas ondas esponjosas que tanto le avergonzaban.
Ya estaba harta de avergonzarse de quién era.
Usó algunas cremas para peinar mejor si cabello y se arregló la melena para que su rostro se viera despejado.
Se quedó boquiabierta con el resultado y, si bien, fue mucho para aceptar en ese momento, sabía que no tenía tiempo para debatir sí estaba bien o no.
Mientras ella se preparaba para ir a trabajar, Alex ya estaba en la oficina, enfrentándose a Joshua y a todos los reporteros, quienes ya estaban al tanto de la nueva denuncia en su contra.
—Se llama Andrea Byte y trabajó con nosotros el año pasado —dijo Joshua, refiriéndose a la nueva denunciante y miró a Alex con intensidad.
—¿Byte? —preguntó Alex.
Estaba muy confundido. No había dormido nada y, peor aún, no podía dejar de pensar en su madre. La mujer aun no despertaba y no parecía mostrar signos de mejora, así que no tenía cabeza para nada más.
—De seguro no la recuerdas, pero estuvo aquí durante unas horas y…
—¿Unas horas? —examinó Alex. Tenía mucho en la cabeza como para recordar aquello—. ¿Y tenemos registros de ella en nuestro sistema? —quiso saber.
Joshua sabía que aquello no era cierto, que no existían registros de Byte en su sistema porque jamás había trabajado para ellos, pero estaba tan decidido a avanzar que, siguió plantando más mentiras, justo como Marc Le Mayer le había pedido que hiciera.
—Sí, se los pediré a Jimena —mintió.
—Gracias —dijo Alex y empezó a trabajar.
Joshua esperó algunos instantes para que Alex dijera algo más, pero el director tenía tanto en su cabeza que apenas podía pensar en la denuncia. Lo único que le preocupaba en ese segundo, era su madre.
—¿Ya has hablado con Micaela? —preguntó Joshua y se acercó decidido.
—No. —Alex respondió tajante.
—Sabes… estuve pensando en cómo podemos mejorar todo esto de las denuncias en tu contra —dijo manipulador y Alex dejó de teclear para prestarle atención—. Esta mañana llamaron dos clientes y pidieron cancelar algunas campañas —le mintió. Alex soltó un gran suspiro. Sentía que cada vez se hundía más y no sabía cómo salir de ese agujero negro—. Creen que, trabajar contigo dañará sus reputaciones y…
—¿Y qué tienes en mente? —preguntó Alex mostrándose totalmente derrotado.
No quería escuchar más nada. Solo ir al grano y terminar ese día lo más pronto posible.
—Micaela es negra —le dijo y Alex arrugó el ceño—, si los reporteros te ven saliendo con la negra, van a poner en duda todas las denuncias y es muy probable que, todo mejore.
Alex negó y se forzó a quitarse todas las palabras de su amigo de la cabeza.
Sobre todo, esa palabra que tanto odiaba: negra.
»Piénsalo, Alex —manipuló Joshua otra vez—. Una foto con ella podría romper todo el patrón y…
—No, no voy a hacer algo así —refutó Alexander.
No quería exponer a Micaela así, mucho menos usarla para beneficiarse.
—Tienes que demostrarle al mundo que tú no eres ese hombre que dicen en las denuncias o nos vamos a hundir —continuó Joshua endulzando su oído. Alex le miró preocupado—. Puedo pedirle a un amigo que haga las fotografías. Solo tienes que decirme la hora y el lugar y él estará allí, disparando —se rio y se acercó para palmearle las mejillas.
Alex le miró con tanto miedo que, no supo qué hacer, pero Joshua estuvo allí para orillarlo a tomar una decisión, tal cual Marc le había pedido que hiciera.
—¿Y qué tengo que hacer? —preguntó Alex, muy preocupado.
Seguía sin saber si quería jugar así con Micaela.
—Encontrar un lugar muy íntimo, donde puedan estar solos —le explicó. Alex le miró con grandes ojos—. Puedes tocarla o… besarla —insinuó.
A Alex se le paralizó el corazón y las mejillas se le pusieron calientes. El solo hecho de imaginarse besando a Micaela, le alteró entero, pero disimuló bien y se levantó de su silla para rehuir de la intensa mirada de su amigo.
—Estás loco —refutó y se dispuso a preparar un café.
—Sé que te provoca mucho asco, pero puedes intentarlo —manipuló—. Despues te puedes limpiar la boca con detergente —se rio. A Alex no le causó gracia su comentario—. Solo tienes que decirme dónde y cuándo —insistió.
Alex le miró de reojo y no dijo nada. Solo se preparó su café negro en total mutismo.
Joshua no entendió porque oponía tanta resistencia. El Alex que él conocía —o creía conocer— era capaz de todo para conseguir algo, incluso de lo peor y, en ese momento, lo desconoció tanto que, no supo qué estaba pasando con él.
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Editado: 17.06.2022