Hoy es el primer día de la asistencia a mi nueva de escuela en Inglaterra. Una nueva realidad me espera con los brazos abiertos. Mientras observo las solitarias estrellas, una sensación abrumadora me cubre de hombros, demostrándome que no debo temer.
Todo es muy desconocido y a la vez fascinante. Las mañanas son emocionantes y cálidas, otras veces frías, pero, aunque casi no entra el sol por mi ventana me despiertan casi a gritos tantos cantos de aves. Mi cuarto es muy lindo y acogedor, en realidad me hace imaginar que parece el de una princesa.
Mi abuela se despierta muy tarde, en todo momento está cansada. Creo que es normal para la edad que tiene. Aunque ha sido una mujer muy luchadora prefiero no despertarla ni molestarla, así que debo desenvolverme sola en mi nueva rutina. Algo me inquieta desde que me mude aquí, no he dejado de sentirme nerviosa en todo momento, como si alguien en realidad me observara constantemente. No dejo de sentir estas nauseas que no me dejan probar un bocado de comida. Asumo que debe de ser porque mi cuerpo se está acostumbrando al cambio, a tantas emociones completamente nuevas para mi…
—De repente escucho ruidos muy fuertes viniendo de la cocina… Son como susurros suaves y envueltos en misterio. Además, escucho claramente como si alguna “cosa” se arrastrara por todos lados empeorando mis nauseas, dejándome ese sabor amargo que produce el miedo.
Un largo camino aparece ante mis ojos… Me cuesta asimilar esa sensación de que, a lo mejor en algún momento “Ya he estado aquí, en este mismo lugar” En mi mente se repite una canción, como un poema que no puedo terminar de pronunciar. Mi mente esta hundida en ese trance como si fuera otra mujer. Mis ojos despiertan de ese pequeño momento que no duro más de unos segundos. Una enorme luz ámbar despierta mis dormidos sentidos… “Es mi collar cuarzo” Esta brillando con mucha intensidad, como si estuviera tratando de protegerme, como si tratara de decirme algo a gritos. Siento esa sensación que alguien me está llamando entre susurros casi imposibles de escuchar, como si existiera una conexión imposible atada a mi alma.
—¿Qué es esto? —Me pregunto con voz temblorosa. Me aterran esos sonidos casi infernales que comienzan a llenar el lugar. En el fondo siento que alguien me protege, con esa luz ámbar. Su intensidad es cegadora, que comienza a alejar a esos “Seres” que se encuentran atormentándome.
Mientras me dirijo a la cocina, en un instante todo se comienza a oscurecer frente a mis ojos. Puedo sentir mi aliento congelándose cuando sale de mi boca. Aquella casa tan grande e iluminada estaba completamente a oscuras. Lo que parecía una mañana prometedora comienza a dejarme perpleja, al notar entrar por las ventanas la luz de la luna. Mis ojos de manera extraña, en vez de estar segados completamente por la espesa oscuridad, ahora me permiten ver con claridad como si estuviese de día. La luna comienza a irradiar sus rayos llenos de tristeza, mientras mi mente trata de asimilar que hace apenas unos minutos era de mañana, recordando el sol que comenzaba a brillar en un bello amanecer. En una milésima de segundos quedo perpleja, mientras un ahogando un suspiro hace que mi cuerpo se desplome.
—No lo puedo creer. Mi voluntad comienza a quebrarse, mientras me encuentro de rodillas, observo esa enorme sombra de ojos rojos de pie frente a mí.
Las náuseas invaden mi garganta, mientras mi cuerpo petrificado parece estar sembrado en un solo lugar, impidiéndome moverme ni un poco. Trato de ponerme de pie, pero se me hace imposible… La impresión es muy fuerte.
Extiende su extraña mano sombra hacia mi rostro… Puedo sentir como si respirara mi aroma, como si tratara de impregnarse de mi perfume. Se acurruca por un momento a mi lado, rápidamente me da la impresión que quiere ayudarme a levarme, mientras me observa con sus rojos ojos que penetran mi alma. Extiende su mano mientras sigue mirando mis ojos directamente. Creo que está tratando de leerme.
Su mano de sombra posa suavemente y de manera sutil sobre mi mejilla, mientras puedo apenas percibir como una leve sonrisa se dibuja en su extraño rostro. De un halón muy suave me ayuda a ponerme en pie, dejándome admirar su altura anormal… Dos metros para ser exactos me parece que conforman su dominante estatura… demostrándome lo pequeña e indefensa que soy a su lado. No sé porque, pero el momento me sabe un poco melancólico.
Me siento hipnotizada por su fuerte presencia, mientras sus ojos rojos comienzan a recorrerme completa. En su mirada puedo sentir la profundidad de sentimientos que aún no logro distinguir o comprender. Ahora solo quiero alejarme de esa cosa, salir de ese trance, pero no puedo solo estoy ahí, de pie admirando el carmín de sus ojos. Quiero alejar su mano de mi rostro, pero no puedo, siento como si mi voluntad sucumbiera ante tan presencia.