Sombras De Poder I.

Cap. 17 Las chicas Wellington

Las mujeres Wellington, aparte de pocas, parecían un problema para aquella familia, y aparte de Matilda, a quien Charlotte había convertido en el epítome de la dedicación y el orgullo familiar, y a quien se esforzaba en emular, las demás solo daban dolores de cabeza, y los mismos habían comenzado para Charlotte con Louise, la hija de su hermano Eduardo y Adelaida Corbyl, y, por tanto, tía de Tiziano.

Aquella necia criatura había ocasionado un escándalo familiar al escapar con un sujeto que casi podía ser su padre, pero solo casi, aunque evidentemente a ella no le importó eso dejando plantado a Frederick Brunswick. Como cabría suponer, aquello fue un quebradero de cabeza y Maximiliano, el padre de Frederick estaba furioso, y lo afortunado, en la inmisericorde opinión de Charlotte, era que tanto él, como su sobrina y el estúpido francés con el que se había casado, tuvieron la decencia de morirse pronto.

La cuestión fue que habían alcanzado a tener una hija, y aunque la única manera en la que eso hubiese interesado a Charlotte, habría sido que fuese varón, como no era así, se habría olvidado de ella como lo hizo de Louise desde que la chica se había marchado. Sin embargo, Eduardo y la insulsa de Adelaida no estaban dispuestos a perder a la niña a manos de la familia del padre, así que Eduardo, y aunque Charlotte siempre había considerado a su hermano un pusilánime, hizo uso del peso de su apellido para no solo quedarse con la niña, sino para darle su apellido.

Charlotte decidió ignorar a la niña, algo que se le daba muy bien, sin embargo, Jasmina resultó ser una sorpresa, porque sin importar si Charlotte se interesaba en ella o no, aquella era una Wellington sin lugar a dudas y el resto del mundo lo sabía, porque Jasmina y por empezar, tenía un aspecto físico que lo gritaba fuerte y claro, pero además exhibía la arrogancia de su sangre, era terca y muy inteligente, aunque se esforzaba en ocultarlo.

Jasmina hizo una brillante carrera universitaria, pero cuando se recibió, y si bien Charlotte estuvo dispuesta a darle la oportunidad de integrarse a las empresas familiares, porque ella medía a casi todas las personas por los beneficios que podía obtener de ellas, chocaría aparatosamente contra la soberbia Wellington.

El día que los abuelos de Jasmina daban una cena con motivo de la graduación de la chica, ella estaba junto a sus primos bromeando cuando se presentó Charlotte. Las conversaciones se habían suspendido de inmediato, y el único que reaccionó fue Tiziano.

  • ¿Abuela?

Para aquel momento, Tiziano y Brooke que eran los menores del grupo, tenían 17 años, y si bien el primero, más que el segundo, se interesaba poco por los posibles problemas familiares, hasta ellos habían notado que Charlotte parecía no sentir ningún afecto por su prima, así que lógicamente estaban sorprendido de verla allí, siendo que se trataba de una celebración en honor de esta. Sin embargo, Eduardo se adelantó al chico.

  • Bienvenida, Charlotte —le dijo, pero cuando se inclinó a besarla, le susurró —No hagas o digas nada que me obligue a cobrártelo, Charlotte, porque ya es mucho lo que me debes —después de eso se giró con su eterna sonrisa haciéndole señas a Jasmina para que se acercase —Ya que estás aquí, la felicitarás como corresponde —susurró de nuevo antes de que la chica llegase

Eduardo quería a su hermana, pero era muy consciente de que Charlotte más que mala, lo que parecía era imposibilitada para experimentar ningún sentimiento. No obstante, él iba a sorprenderse tanto como los demás, porque a pesar de que le había hecho la advertencia, si estaba allí, era porque sabía perfectamente lo que celebraban, pero eso no evitó la sorpresa.

  • Felicidades, Jasmina —le dijo entregándole, además, una caja de terciopelo, pero como la chica estaba demorando en tomarla debido a la sorpresa, agregó —Te aseguro que no es una bomba, niña

De algún modo Jasmina se recuperó de la sorpresa, aceptó el presente y se lo agradeció como correspondía, pero no hubo ninguna expresión de afecto de parte de ninguna de las dos, sino que se alejó.

La velada retomó su rumbo, aunque con un poco menos de escándalo, porque los chicos sabían que, si bien Adelaida y Eduardo nunca los reñían y, por el contrario, parecían disfrutar mucho de sus ocurrencias o travesuras, no era el caso de Charlotte y nadie quería arriesgarse a ser blanco de su venenosa lengua.

Finalizada la cena, Charlotte llamó la atención de Jasmina y todos detuvieron sus conversaciones, mientras Eduardo miraba a su hermana con una clara advertencia en los ojos.

  • Jasmina, de acuerdo a la información que manejo, entiendo que te recibiste de médico, de manera que puedo ofrecerte…
  • Olvídalo —la interrumpió Jasmina y las respiraciones se detuvieron
  • ¿Disculpa?
  • Eso sería en verdad muy complicado, pero lo importante no es si puedo disculparte o no y dudo que te interese; lo importante aquí es que no me interesa trabajar contigo o para ti
  • ¡Jasmina! —exclamó Nathan
  • No estoy hablando contigo, Nate —le dijo, pero sin mirarlo siquiera y continuó impertérrita —Supongo que tanta… ¿generosidad? —dijo en tono dubitativo —no obedece a la misma, sino a que esperas algún beneficio a cambio, pero es algo que no obtendrás de mí. Es posible que lo pienses, pero no soy tonta, mientras que tú lo pareces si después de haberte pasado la vida ignorando mi existencia, ahora esperas que corra a cumplir tus deseos, sean estos los que sean —dicho esto se puso de pie y miró a Eduardo —Abuelo, en verdad te agradezco que hayas hecho esto para mí, pero te lo habría agradecido más si me hubieras ahorrado el dudoso placer de su presencia




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