Cap. 18 Problemas

Una vez que Henry había leído el breve informe de Baxter, y después de superada la sorpresa, comenzó a hacer una larga lista de preguntas y de las posibles respuestas a las mismas.

Él conocía mejor que nadie a Tiziano, pues prácticamente habían crecido juntos, de manera que sabía que su primo no era una mala persona y solo era producto de su entorno, pero esto lo hacía egoísta y poco dado a sentir compasión por los males ajenos.

Henry estaba mucho mejor enterado, al menos de oídas, de que el mundo no se reducía a aquel en el que ellos habían nacido, crecido y vivido. Estaba al tanto del hambre y la miseria a las que estaba sometido un alto porcentaje de la población mundial, las carencias de todo tipo, las enfermedades y las injusticias a las que se veían sometidos los más desposeídos, y aunque él sí era de espíritu compasivo, después de su triste experiencia había bloqueado todo y se había aislado, de manera que no pensaba en aquello por lo que estaba convencido no podía hacer nada.

Sin embargo, al leer aquello, la preocupación que se había despertado por su primo se disparó a niveles estratosféricos, porque por algún motivo Tiziano había desarrollado una empatía especial con aquella niña, y eso sí sería un problema debido a que, aunque la caridad no formaba parte de su personalidad, Tiziano sí era capaz de sufrir y preocuparse por aquellos a los que quería, y estaba seguro que para él sería inmanejable el verse enfrentado a una realidad que desconocía y que afectaba a alguien cercano a su corazón.

Con las cosas así, Henry comenzó a planear cómo alejarlo del lugar en el que había ido a meterse, porque sin duda al ver tan de cerca toda aquella miseria, la única evasión a su alcance iba a ser una botella.

Henry se había pasado la tarde pensando en diversos cursos de acción. Viajar estaba descartado, porque estaban en clases y Tiziano no iba a abandonar la universidad. Decírselo a Charlotte podía traer más problemas que soluciones, aparte de que en su opinión eso supondría una traición enorme, olvidando en medio de su preocupación, que lo más seguro era que Charlotte lo supiera, o estuviese a punto de enterarse a través de sus esbirros; así que terminó decidiéndose por lo más sencillo, y aunque no era algo que iba a durar gran cosa, le concedería algo de tiempo para pensar en algo más, de manera que tomó el teléfono y marcó.

• Bill, aquí Henry Corbyl
• Buenas tardes, señor Corbyl —saludó el asistente

Aunque Bill era tan inglés como ellos, y había sido exportado a Nueva York por Tiziano, había dejado de llamarlos milord por petición de los chicos, y en el caso de Tiziano llegaba más lejos, porque le había ofrecido hacerle un bonito arreglo en el rostro si lo llamaba de otro modo que no fuese por su nombre, y si bien Bill lo hacía con él, no sucedía lo mismo con Hans y con Henry.

• Bill, hace unas semanas Ty te solicitó una información relativa a una modelo
• Así es, y se la envié ese mismo día
• Lo imagino, pero ahora necesito que me la envíes a mí
• Muy bien, pero le adelanto que es la persona menos accesible con la que me he topado, y hasta ahora no he podido hablar con ella
• De acuerdo, Bill, pero aun así envíamela, por favor —se despidió de él y fue a reunirse con Hans.

Convencer a Hans de no ir a buscar a Tiziano para hacerlo entrar en razón, fue otro reto muy duro, pues la técnica de Hans para hacer que los demás entrasen en razón era básicamente a golpes, y naturalmente Henry sabía que por ese camino no era que iban a conseguir nada con Tiziano, pero después de otras tres semanas, Hans estaba perdiendo la paciencia. No obstante, los golpes casi se los ganó Henry, porque acababan de dejar la barra y se preparaban para ordenar la cena, cuando Baxter reportó los hechos acaecidos en Inwood.

• ¡¿En el hospital ha dicho?! —exclamó Henry poniéndose de pie mientras Hans lo miraba con sorpresa
• Sí señor, acaban de ingresarlo a la sala de emergencias

Hans comenzó a preocuparse al ver la palidez de Henry, pero no tuvo ocasión de preguntar nada, porque él le hizo una seña y comenzó a correr hacia la puerta mientras seguía hablando por el móvil.

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Una vez que Tiziano y Samuel se habían enzarzado en la pelea, Smith y los tres sujetos que lo acompañaban se habían metido despachando con rapidez y pulcritud a los niños. Smith no sentía especial simpatía por aquellos chicos, pues en su opinión ninguno de ellos debía haber nacido. No se trataba de que los despreciase por su condición, sino que pensaba que los padres de ellos nunca debieron serlo de nadie, y pensaba, además, que los gobiernos debían implementar un control eficiente para evitar que siguiesen naciendo niños en aquellas condiciones, de manera que había dado órdenes a sus hombres de proceder con cautela y solo ponerlos fuera de combate sin causarles mayores daños. Él sabía que el destino de todos ellos era el cementerio si tenían suerte, y la cárcel si no, pero de momento dependería de lo que le ordenase Tiziano con respeto a cómo proceder.

Sin embargo, cuando todo estaba casi controlado, Smith vio con horror que Tiziano caía, de manera que unas rápidas cuentas le indicaron que sería su vida la que peligraría en cuanto Mathew Brody se enterase de lo sucedido. Corrió hacia donde había caído Tiziano e intentó apartar a la chica, pero uno de sus hombres le dijo que aquella joven era amiga de Tiziano, así que le permitieron subir con él al auto donde lo trasladaron al hospital. A pesar de que Smith tenía muchos y sobrados motivos para estar preocupado, no pudo evitar prestar atención a la jovencita y preguntarse cómo demonios aquella criatura podía calificar en el renglón de amiga de Tiziano, porque desde su aspecto general hasta su delicado vocabulario, se alejaba mucho de los gustos del joven Wellington. Un grito de la chica lo sacó de sus pensamientos y prestó mayor atención a lo que la joven le gritaba a alguien por un destartalado móvil.

• ¡Maldita sea, JD! ¡Te digo que está herido, así que mueve el trasero y encuentra al doctorcito, pero ya!