Sombras De Poder I.

Cap. 21 Situación difícil

Cuando Arthur Wellington, el padre de Charlotte, había asumido la dirección de su imperio, acababa de finalizar uno de los conflictos bélicos más grandes vividos por la humanidad, la segunda guerra mundial. No obstante, y si bien esto ocasionó cuantiosas pérdidas humanas y materiales, los Wellington al igual que algunas otras muy específicas familias, no se habían visto afectados por el mismo, y, por el contrario, aquella confrontación armada solo había aumentado el ya muy cuantioso caudal de sus arcas.

Sin embargo, una vez que las cosas comenzaban a retornar a la normalidad, Arthur había notado que tenían un serio problema de seguridad y se avocó a resolverlo. Él había admirado al SIS [1], pero a raíz del “Incidente Venlo” y siendo como era perfeccionista en grado de exageración, le perdió la admiración y el respeto al servicio de inteligencia de su país que había sido su modelo a seguir. Así que decidió desempolvar algunos viejos libros y manuscritos que había leído de joven, y en los que recordaba que uno de sus antepasados daba unas muy claras y precisas indicaciones en cuanto a medidas de seguridad, códigos secretos, estrategias y organización, para prepararse adecuadamente e implementar su propio servicio de inteligencia.

Sin embargo, él no solo quería proteger sus empresas del espionaje industrial, sino también a su familia, y algo mucho más importante que involucraba todo lo anterior, de manera que se reunió con Andrew Corbyl, Eugene Saint-Lary, Gustav Brunswick, y Yuri Vasiliev, que aparte de ser los representantes de las familias más antiguas de la élite europea, eran quienes en conjunto tenían un fin común, pero después de pensarlo un poco y de discutirlo con sus primos hermanos Eugene y Andrew, decidieron incorporar al para entonces muy joven Ambrose Dalton, ya que su padre Josua estaba enfermo y había delegado la dirección de su corporación en su hijo menor. La razón para lo anterior, no era otra que el poder económico de los Dalton. No era que ninguno de los sujetos antes mencionados necesitase dinero, y de hecho no lo necesitarían así viviesen varias docenas de veces, lo que necesitaban era un respaldo sólido al otro lado del atlántico que les resultase útil con miras a otros fines.

Si bien la idea inicial para la creación de un departamento de seguridad que abarcase varias áreas, había sido de Arthur, la misma recibió una buena acogida por parte de los demás, aunque el joven Dalton fue quien se mostró más escéptico, pues la propuesta y en algunas de sus partes, se le parecía mucho a los métodos utilizados por el FBI de su país, y aquel chico era un demócrata de esos que defendía la Carta de Derechos contra viento y marea, de manera que aquella evidente tendencia de la propuesta de Arthur a la invasión de la privacidad, no le sentaba del todo bien. Sin embargo, aquellos individuos siendo mucho más experimentados que él, lograron convencerlo de adherirse a la idea y finalmente pudieron avocarse a dar forma a la organización sobre la que descansaría la seguridad de sus familias, su patrimonio y sus planes futuros.

Inicialmente la dirección de esta organización estuvo a cargo de Gerard Martinet, un ex agente del servicio de inteligencia francés, quien sugirió que, para poder funcionar mejor, cada familia tuviese un departamento de seguridad aparentemente independiente en la práctica, pero que en realidad dependerían y tendrían que rendir cuentas a la central dirigida por él.

Este sistema probó ser efectivo y era el que seguían utilizando aun en la actualidad, la diferencia consistía en que el servicio de seguridad ahora poseía los equipos más sofisticados y tecnología de avanzada incluso antes que las agencias de inteligencia de los países más poderosos del orbe, ya que pertenecía justamente a los sujetos que habían ideado y creado buena parte de la mencionada tecnología.

A la fecha, el director de Omega, como habían denominado al servicio, era Nicholas Junot y estaba furioso. Él al igual que lo habían hecho los dos directores anteriores, les había concedido libertad de acción a los subdirectores, pero en los últimos años aquellos sujetos parecían haberse vuelto muy negligentes en cuanto a la seguridad de los niños de las familias, pues constantemente estaba recibiendo informes muy decepcionantes al respecto.

Nicholas era suizo y le gustaba que todo marchase como los relojes de su patria. Él sabía que en todo trabajo había inconvenientes o imprevistos, pero su trabajo consistía en que hubiese la menor cantidad posible de los mismos y le gustaba lo que hacía, pero lo que no soportaba era que las cosas se saliesen de control como estaba sucediendo con mucha frecuencia con los chicos y chicas de la última generación.

Durante las últimas semanas y mientras él revisaba todo el plan de seguridad e información importante con respecto a la ya muy próxima reunión de El círculo, recibía también llamadas que tenían que ver con las criaturas de aquellas familias. La primera fue de Claude Lairet, el jefe de seguridad de los Saint-Lary, para reportar que mademoiselle Rachel, había tenido que ser subida a un avión con destino a París después de haber montado un numerito de lo más escandaloso en un casino de Las Vegas y antes de que contrajese matrimonio con un mesero. Nicholas había intentado sacar aquello de su cabeza, pues la publicidad era algo permitido hasta cierto límite y aquellos niños acaparaban mucha, en cuanto al fallido matrimonio y como no se había efectuado, no había motivos para preocupare mucho, pero poco después quien pasó a informar fue Dimitri Sidòrov, el encargado de los Vasiliev, con la novedad de que el menor de aquella familia sí había contraído matrimonio por enésima vez con alguna otra improbable criatura de la que se divorciaría en breve, pero que al igual que las veces anteriores generaría la ira de su progenitor. En este caso Nicholas maldijo en forma audible preguntándose que tenía aquel chico en contra del recomendable estado de soltería, y pensó que con ese comportamiento podría ser hijo de Cecil Dalton que parecía sufrir del mismo mal.




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