Sombras De Poder I.

Cap. 22 Ira

El viernes en la tarde, Tiziano estaba de un humor asesino y haciéndole la vida miserable a todo el mundo, de manera que, a eso de las cuatro, el médico había firmado el alta.

  • Esto no me parece juicioso —estaba diciendo Henry
  • Eso es porque la única cosa juiciosa en el mundo para ti, eres tú mismo, hermano —se burló Hans
  • Con cuidado —advirtió Said a Tiziano que en aquel momento estiraba la mano para coger la camisa —A pesar de que no fue tan grave, sí resultó una herida profunda, así que un mal movimiento o esfuerzo excesivo, puede hacer que la sutura se abra
  • ¿Podrías suprimir esa clase de comentarios en presencia de la nana? —preguntó Tiziano mirando a Henry que tenía expresión de consternación

Posiblemente el aludido tuviese intención de decir algo o de reñir a Tiziano, pero en ese momento llamaron a la puerta, y como él era el que estaba más cerca, se giró y la abrió un poco.

  • ¡Ey! —saludó Jeremy, pero como Henry no lo estaba mirando a él, sino a su acompañante, agregó —¿Podemos pasar?
  • Ty se está vistiendo y…
  • No seas pesado, Henry, déjalo pasar —ordenó Tiziano
  • Pero es que…

Sin embargo, no pudo concluir, porque fue limpiamente hecho a un lado cuando Kayla empujó la puerta con decisión.

  • Vaya, vaya, llegó la hora del dulce —dijo Tiziano
  • Necesito hablar contigo —anunció Kayla obviando tanto lo dicho por él como cualquier saludo medianamente apropiado —A solas —agregó mirando a los demás

A Tiziano se le dibujó una sonrisa maligna en los labios, y en lugar de colocarse la camisa como había sido su intención, la volvió a dejar sobre la cama antes de hablar.

  • Tal vez no necesite esto, pero debo advertirte que en este momento no estoy en muy buenas condiciones, pero prometo hacer mi mejor esfuerzo para no…
  • Cierra la boca, niño, puedo tener malos ratos, pero no malos gustos
  • Hieres mi corazón, Caramelo
  • Lo dudo, tu enorme ego…
  • Cara —la interrumpió Jeremy

Los demás miraban la escena en silencio y siguiendo sus propios pensamientos. Hans, por ejemplo, estaba convencido de que Tiziano solo molestaba a aquella chica que al menos en su opinión, estaba muy lejos de despertar la probada lujuria de su primo, ya que aquella niña parecía cualquier cosa menos una chica. En el caso de Henry, y aunque se suponía que tenía un cerebro mejor dotado que los otros dos, de lo que estaba convencido era de que Tiziano no hacía distinciones y era de los que pensaba que toda chica tenía su encanto, aunque personalmente él no le viese ninguno a aquella en particular, y, además, en su estiradísima opinión, lo que llevaba encima estaba lejos de mejorar su apariencia, ya que se trataba de unos jeans desgastados hasta lo imposible, una chaqueta de color indefinido, y suponía que debajo de esta debía llevar una remera, aunque no podía verla; y remataba el conjunto con una gorra que impedía ver el estado de su cabello.

Jeremy por su parte, lo que estaba pensando era que por ese camino Kayla tiraría cualquier oportunidad de convencer a Tiziano de retirar la denuncia en contra de Samuel, opinión que compartía Said, quien sabiendo que aquello sin duda era lo que ella iba a plantear, era la peor persona para hacerlo teniendo en cuenta la animosidad existente entre esos dos. Sin embargo, a diferencia de Jeremy, él sabía que Tiziano no quería que se persiguiese al chico y solo esperaba que no exhibiese la malcriadez propia de los de su especie y posición, y que solo por fastidiar a Kayla se negase a hacer nada.

  • Tranquila, cariño —estaba diciendo Tiziano mientras que Kayla parecía a punto de ahogarse al escucharlo —Chicos, déjenme solo con la princesa, se pone difícil en público, pero en privado es más cariñosa —agregó guiñándoles un ojo

Hans rio girándose para salir, mientras que Henry tuvo la clarísima sensación de que aquella muchacha era peligrosa, que estaba a punto de golpear a Tiziano, y que hacían mal en dejarlos solos, pero Jeremy lo sujetó por un brazo mientras le enviaba una señal de advertencia a Kayla.

  • Muerto no nos sirve de mucho, Cara —le susurró Said que fue el último en abandonar la habitación, pero cerró los ojos con resignación, porque alcanzó a oír lo que había comenzado a decir Kayla antes de cerrar la puerta
  • Si vuelves a llamarme cariño, o de cualquier otra forma estúpida, te juro que voy a romperte el cuello —fue lo primero que dijo
  • Vamos Caramelo, a cualquier chica le gusta que…
  • No soy cualquier chica —lo interrumpió ella
  • Bueno, te concedo que no eres la más dulce, pero…
  • ¡Al demonio contigo! —exclamó girándose
  • Espera —dijo intentando detenerla, pero el súbito y violento movimiento, lo hizo ahogar una exclamación de dolor

Kayla no era una mala persona y solo tenía un carácter difícil debido a todo aquello por lo que había tenido que pasar, y, por otra parte, su ira hacia él en particular, obedecía a que, siendo una chica con ojos en la cara, no había podido evitar notar lo atractivo que era, pero descubrir que le gustaba, era lo que había despertado aquella animadversión, aunque, en realidad, no era culpa de Tiziano. La cuestión fue que al escucharlo quejarse se giró con rapidez y con la preocupación pintada en el rostro, pero no estaba en su sistema ser cariñosa.

  • ¿Quieres dejar de hacer estupideces, niño? —le preguntó mientras lo empujaba para que se sentase
  • Teniendo en cuenta que me acabas de enviar al demonio, no creo que lo que yo haga te importe mucho




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