Rodrigo despertó sobresaltado al escuchar el sonido insistente de su celular. Con manos temblorosas, tomó la llamada. Era Gustavo, su voz cargada de urgencia y preocupación.
"Rodrigo, tu madre ha sido atropellada por un auto. Está en el hospital de la capital."
El corazón de Rodrigo se aceleró, y una oleada de pánico lo invadió. "Voy para allá," respondió con voz temblorosa, mientras se levantaba apresuradamente de la cama, dejando a Elizabeth dormida y ajena a lo que estaba ocurriendo.
Se vistió rápidamente y se dirigió a la cocina, donde encontró a los demás empleados recogiendo los restos de la celebración de la boda. Teresa, al verlo alterado, se acercó con preocupación. "¿Qué te pasa, Rodrigo?"
"A mi madre la atropellaron," respondió Rodrigo, tratando de mantener la calma. "Voy para la capital. Ella está sola."
Pedro, que había escuchado la conversación, intervino de inmediato. "Claro que sí, amigo. Te llevo a la terminal de autobuses."
Teresa, con una expresión de angustia, le dijo: "Cualquier cosa, nos avisas, ¿sí? Estamos aquí para ayudarte."
Rodrigo asintió agradecido, sintiendo el apoyo de sus amigos mientras salía de la cocina con Pedro. El viaje hacia la terminal de autobuses fue un torbellino de pensamientos y emociones para Rodrigo. Se aferraba a la esperanza de llegar a tiempo para estar con su madre, su corazón latiendo con fuerza a medida que el paisaje pasaba rápidamente por la ventana del auto.
Al llegar a la terminal, Pedro le dio una palmada en el hombro. "Buena suerte, Rodrigo. Cuida de tu madre y mantennos informados."
Rodrigo le agradeció con una mirada intensa antes de subir al autobús, dispuesto a enfrentar lo que el destino le tenía preparado en la capital. La preocupación por su madre ocupaba cada rincón de su mente, y el viaje parecía interminable mientras el autobús se dirigía hacia la ciudad.
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Elizabeth despertó en la habitación vacía, su mente aún adormecida por los eventos de la noche anterior. Al no ver a Rodrigo, una sensación de inquietud la invadió. Se vistió rápidamente y salió de la habitación, el corazón palpitando con una mezcla de preocupación y curiosidad.
Al llegar a la cocina de la hacienda, encontró a sus padres conversando con rostros serios. "¿Han visto a Rodrigo?" preguntó Elizabeth, la ansiedad clara en su voz.
Su padre, Pedro, se volvió hacia ella con una expresión solemne. "Elizabeth, a la madre de Rodrigo la atropelló un auto. Él se fue a la capital para estar con ella."
Elizabeth quedó en shock, su mente tardando unos segundos en procesar la noticia. "¿Cómo está? ¿Qué pasó exactamente?" preguntó, su voz temblando.
"No sabemos mucho más," respondió Teresa, con un tono consolador. "Rodrigo estaba muy preocupado. Solo sabemos que está en el hospital."
Elizabeth sintió una ola de preocupación abrumarla. Ana siempre había sido amable con ella, y la estimaba mucho. Cerró los ojos por un momento y rogó a Dios que todo saliera bien. "Espero que Ana esté bien," murmuró, con las manos juntas en una oración silenciosa.
"Todos estamos rezando por ella," dijo su madre, tocando suavemente el brazo de Elizabeth. "Rodrigo es fuerte, y Ana también lo es. Con suerte, todo saldrá bien."
La mañana avanzaba lentamente, y cada minuto se sentía eterno mientras esperaba noticias, deseando con todo su corazón que Ana se recuperara y que Rodrigo encontrara la fortaleza necesaria para superar este difícil momento.
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Rodrigo llegó a la ciudad con el corazón en un puño, la preocupación por su madre inundando cada uno de sus pensamientos. Se dirigió rápidamente al hospital, su paso firme pero cargado de ansiedad. Al llegar a la recepción, dio los datos de su madre.
"Mi madre es Ana," dijo, su voz temblando. "¿Cómo está?"
La recepcionista consultó su pantalla y levantó la vista con una expresión grave. "Está muy delicada. Está en cuidados intensivos. Puede pasar, pero solo unos minutos."
En ese momento, Rodrigo sintió una mano en su hombro. Se giró y se encontró con Gustavo y Esteban, dos hombres que lo observaban con una mezcla de reconocimiento y preocupación. Había algo en la mirada de Esteban que lo desconcertaba.
"Rodrigo," dijo Gustavo, con voz amable. "Sabemos quién eres. Te pareces mucho a tu padre."
Rodrigo frunció el ceño, confuso. "¿Mi padre?"
Esteban, con una expresión solemne, dio un paso adelante. "Rodrigo, soy Esteban. Tu madre, Ana, y yo hablamos hace poco. Me contó todo sobre ti. Yo... soy tu padre."
Rodrigo sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Miró a Esteban, tratando de procesar la información. "¿Tú... eres mi padre?" preguntó con incredulidad.
Esteban asintió, sus ojos llenos de sinceridad. "Sí, Rodrigo. No sabía de tu existencia hasta hace poco. Ana me contó todo. Vine tan pronto como supe que estabas aquí."
Rodrigo retrocedió un paso, abrumado por la revelación y por la preocupación por su madre. "¿Por qué ahora? ¿Por qué me dices esto ahora?"