Con un nuevo sentido de propósito, Rodrigo se despidió de Don Diego y se dirigió al restaurante donde Elizabeth trabajaba. Al llegar, la encontró ocupada atendiendo a algunos clientes, pero sus ojos se encontraron brevemente, y ella notó la seriedad en su rostro.
Esperó pacientemente a que Elizabeth tuviera un momento libre. Cuando finalmente ella se acercó, Rodrigo la saludó con una sonrisa suave. "¿Podemos hablar un momento, Elizabeth?"
Ella asintió, un poco sorprendida. "Claro, Rodrigo. Vamos a la parte de atrás, donde podemos tener más privacidad."
Se dirigieron a la parte trasera del restaurante, donde el bullicio del comedor se desvanecía. Rodrigo tomó una respiración profunda antes de comenzar.
"Tengo que volver a Estados Unidos por una temporada," empezó, sus ojos fijos en los de Elizabeth. "Y me gustaría que Dieguito viniera conmigo. Pero también quiero que tú nos acompañes."
Elizabeth lo miró, claramente sorprendida. "¿Por qué, Rodrigo? ¿Por qué querrías que fuera contigo?"
Rodrigo suspiró, luchando por encontrar las palabras correctas. "Sé que he cometido muchos errores, Elizabeth. Sé cuánto sufriste cuando me fui. Pasar el embarazo sola y criar a Dieguito sin mi apoyo fue injusto para ti. Pero quiero remediarlo. Quiero que tengamos la oportunidad de pasar tiempo juntos como familia, de mostrarle a Dieguito más del mundo y de encontrar una manera de llevarnos bien por su bien."
Elizabeth se quedó en silencio por un momento, procesando sus palabras. "No lo sé, Rodrigo. Ha pasado mucho tiempo y muchas cosas han cambiado. No estoy segura de si puedo confiar en tus intenciones."
"Lo entiendo," dijo Rodrigo con sinceridad. "Pero quiero demostrarte que estoy comprometido a hacer las cosas bien esta vez. Quiero que tú también tengas la oportunidad de descansar, de ver algo más allá de este pueblo. Tu madre me dijo que nunca te has tomado unas vacaciones. Creo que te mereces esa oportunidad."
Elizabeth suspiró, sintiendo una mezcla de emociones. "No es tan simple, Rodrigo. Dieguito es mi prioridad, y no quiero que sufra si esto no funciona."
Rodrigo asintió. "Lo sé. Y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para demostrarte que esta vez es diferente. Quiero que tengamos una oportunidad de sanar y de construir algo mejor, por nosotros y por Dieguito."
Elizabeth lo miró a los ojos, buscando la sinceridad en su mirada. Finalmente, asintió lentamente. "Está bien, Rodrigo. Lo consideraré. Hablemos con Dieguito y veamos qué piensa él. Si él está de acuerdo, podríamos intentarlo."
Una sensación de alivio y esperanza inundó a Rodrigo. "Gracias, Elizabeth. Prometo que haré todo lo posible para que esto funcione."
Con un ligero asentimiento, Elizabeth se volvió para volver al restaurante, mientras Rodrigo se quedaba allí, sintiéndose más esperanzado que nunca. Sabía que aún había mucho por hacer, pero al menos ahora tenía una oportunidad para enmendar su pasado y construir un futuro mejor para todos ellos.
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Esa noche, Rodrigo volvió a la casa de Elizabeth, decidido a hablar con Dieguito sobre el viaje. Elizabeth lo recibió en la puerta, más tranquila después de su conversación en el restaurante.
"Dieguito está en su habitación, jugando," le informó. "Podemos hablar con él ahora."
Rodrigo asintió y juntos se dirigieron a la habitación de Dieguito. Al entrar, encontraron al niño jugando con sus juguetes, inmerso en su pequeño mundo de aventuras.
"Dieguito, tenemos algo importante que hablar contigo," dijo Elizabeth suavemente, llamando la atención de su hijo.
El niño levantó la vista, curioso. "¿Qué pasa, mami? ¿Papi?"
Rodrigo se arrodilló para estar a la altura de Dieguito. "Dieguito, necesito ir a Estados Unidos por un tiempo. Me gustaría que tú vinieras conmigo para que puedas conocer más del mundo y ver dónde trabajo. Y también quiero que tu mamá venga con nosotros."
Los ojos de Dieguito se iluminaron de emoción. "¿De verdad, papi? ¿Podemos ir todos juntos?"
Elizabeth sonrió, conmovida por la emoción de su hijo. "Sí, cariño. Sería una oportunidad para que veas muchas cosas nuevas y para que pasemos tiempo juntos como familia."
Dieguito saltó de alegría, abrazando a sus padres. "¡Sí, sí! ¡Quiero ir!"
Rodrigo y Elizabeth compartieron una mirada de alivio y esperanza. Sabían que había muchos detalles que resolver, pero la emoción de Dieguito les dio la motivación que necesitaban.
Esa noche, mientras Dieguito dormía, Rodrigo y Elizabeth se sentaron en la sala para planificar el viaje. "Tenemos que asegurarnos de que todo esté en orden," dijo Rodrigo. "Pasaportes, boletos, y también tenemos que hablar con tus padres para que estén al tanto de nuestros planes."
Elizabeth asintió. "Mis padres estarán encantados de saber que vamos a tomarnos un tiempo para descansar y estar juntos. Mi madre siempre dice que necesito un descanso."
Rodrigo sonrió, sintiéndose más seguro de la decisión. "Hablaremos con ellos mañana. Tengo una casa en Nebraska donde podemos quedarnos. Quiero que todo sea perfecto para ustedes."
A la mañana siguiente, Rodrigo y Elizabeth le explicaron a los padres de ella atraves de una breve charla, Elizabeth explicó los planes de viajar a Estados Unidos con Dieguito y Rodrigo.
"¡Es una maravillosa idea!" exclamó su madre. "Siempre he querido que te tomes un descanso, hija. Y Dieguito se beneficiará mucho de esta experiencia."
Don Diego asintió con aprobación. "Estamos aquí para apoyarlos en lo que necesiten. Rodrigo, me alegra ver que estás haciendo todo lo posible para enmendar el pasado."
Rodrigo agradeció el apoyo de los padres de Elizabeth y prometió que haría todo lo necesario para asegurarse de que el viaje fuera una experiencia positiva para todos.
Con el apoyo de sus familias y la emoción de Dieguito, Rodrigo y Elizabeth comenzaron a preparar todo para el viaje. Mientras hacían los arreglos finales, ambos sintieron que este viaje no solo sería una oportunidad para explorar nuevos lugares, sino también para sanar viejas heridas y construir un futuro mejor juntos.