Diez años después, la hacienda de San Valentín seguía siendo el lugar donde la familia de Rodrigo y Elizabeth encontraba paz y alegría. Valentina, Dieguito, Javier, Sofía y Mateo habían crecido rodeados de amor, y cada uno de ellos traía su propia luz a la vida de sus padres.
Un soleado domingo de verano, la familia se reunió en el jardín de la hacienda para celebrar el décimo aniversario de boda de Rodrigo y Elizabeth. El jardín estaba decorado con flores, luces y cintas, creando un ambiente festivo y lleno de amor.
Dieguito, ahora un adolescente responsable, y Valentina, una niña curiosa y alegre, estaban acompañados por sus hermanos menores: Javier, Sofía y Mateo, que jugaban felices en el césped.
Rodrigo y Elizabeth, con miradas llenas de cariño y gratitud, se tomaron de las manos frente a sus hijos y seres queridos.
—Elizabeth, estos diez años a tu lado han sido los mejores de mi vida. Te amo más cada día y no puedo esperar para seguir construyendo nuestro futuro juntos —dijo Rodrigo, con una sonrisa llena de amor.
Elizabeth, con lágrimas de felicidad, respondió:
—Rodrigo, nuestra vida juntos ha sido un sueño hecho realidad. Te amo con todo mi corazón y estoy emocionada por todos los momentos que aún nos esperan.
Después de renovar sus votos, la fiesta continuó con risas, música y baile. Los niños disfrutaron de juegos y dulces, y los adultos compartieron recuerdos y brindis por el amor que había unido a la familia.
Bajo el cielo estrellado de San Valentín, Rodrigo y Elizabeth miraron a sus hijos, rodeados de abrazos y sonrisas. Sabían que su historia de amor había creado una vida llena de felicidad y esperanza.
Mientras el sol se ponía en el horizonte, Rodrigo y Elizabeth, con Dieguito, Valentina, Javier, Sofía y Mateo a su lado, se sintieron agradecidos por el amor que habían construido y por el futuro brillante que aún les esperaba.