Somnia: Lazos de sueños

Capítulo 1: El hombre que leía los sueños

Fernando nunca había conocido el silencio absoluto. Incluso cuando la ciudad dormía, él oía cosas: susurros lejanos, sollozos apagados, fragmentos de voces que no le pertenecían. Eran los sueños de los demás, que llegaban hasta él como ecos en una caverna infinita. Desde los diez años, sabía que tenía un don —aunque durante mucho tiempo creyó que era una maldición.

Vivía solo en un pequeño apartamento sobre una panadería en el centro de la ciudad. Se ganaba la vida como terapeuta alternativo, ayudando a sus pacientes a interpretar sus sueños. Pero lo que nadie sabía era que él no los interpretaba: los veía. Al tocar un objeto personal, al escuchar un nombre o simplemente al concentrarse, podía entrar en la mente dormida de una persona, como si buceara en un océano profundo.

Una tarde, después de atender a su último paciente, Fernando sintió un estremecimiento extraño. Una vibración tenue en el aire. Miró por la ventana y la vio: una joven de cabello ondulado y oscuro, parada frente a la panadería, observando el letrero de su consulta en el segundo piso. Vestía un abrigo gris y llevaba un cuaderno apretado contra el pecho.

Tocó el timbre. Fernando abrió la puerta antes de que sonara por segunda vez.

—¿Eres Fernando? —preguntó ella, con una voz suave pero firme.

—Sí. ¿En qué puedo ayudarte?

—Me llamo Eugenia. Creo que necesito tu ayuda... o tal vez tú necesites la mía. Llevo semanas soñando con tu rostro.

Fernando se quedó inmóvil. Por primera vez en años, sintió que un sueño lo había alcanzado a él.




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