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Transcurrió la semana, bastante trabajo como suele haber; reuniones y juntas, nada del otro mundo, pero siempre muy agotador. Estaba tan cansada.
En serio, que es lo que estoy haciendo con mi vida… ¿Esto fue para lo que nací? ¿Soy feliz con esto? O me equivoqué de sobremanera con las decisiones que tomé en mi vida…
Miré la hora, eran las 12:30 p.m. Debía ir a almorzar.
Cerré la laptop y tomé mi celular, estaba saliendo de la oficina cuando Caroline se acercó a mí.
— Lizz, están inaugurando un nuevo ‘Restorant’ en la ciudad y queda cerca, que te parece si vamos allí?
Caro y sus auto invitaciones… Era nueva y parece que no ha hecho muchos amigos.
—Está bien, vamos.
Caminamos unas cuadras y entramos al lugar. Se veía bastante sencillo, tenía toques naturales, flores y plantas decoraban los alrededores del lugar y la mayoría de la iluminación era natural. Caroline escogió una mesa hacia la esquina con vistas a los enormes edificios que decoraban la ciudad.
Nos sentamos y nos pasaron la carta.
Mientras sopesaba que comer, sentí que me observaban. Lo cual no era una novedad. Pero esta vez lo sentía con gran intensidad. Levanté la mirada y la dirigí hacia mi misterioso observador.
Sentado en el bar se encontraba aquel hombre con el que hacía una semana me había divertido tanto en una noche de negocios cualquiera...
— Lizzy!! Ese muchacho te está observando de más — Dijo Caroline entre risas — Y vaya que esta guapo, Oh Dios, si pones todo servidito a ella y ella ni se fija... que ironía.
Choqué mi mirada con aquel hombre y rápidamente volteé a ver hacia otro lado. No pude evitar ruborizarme. Pero espero que Caroline no lo haya notado.
— ¿Lizzy? — Caroline abrió los ojos como platos y se quedó viéndome, era obvio, se notaba mi ruborización, se veía perpleja.
— ¿Que hace él aquí...? No, no quiero verle... — Musité.
Dios que situación tan incomoda.
Poco después se acercó el mesero a tomar la orden, Caroline pidió una Ensalada árabe y yo anonadada, sólo pedí un postre pequeño y una copa de vino.
Caroline podía sentir que yo estaba tensa, así que no mencionó nada más sobre el tema, en realidad, no salió más palabra de su boca, también se encontraba incomoda.
Agradecí que pidió solo una ensalada, así podríamos salir de allí lo más pronto posible.
El mesero llegó a la mesa con los pedidos, acomodó la ensalada, y seguido el postre y una rosa con un papel entreabierto, luego el vino.
Elizabeth quedó sin habla.
— Lo envía aquel hombre — Señaló al hombre del bar y se fue.
Tomé la carta que decía:
"Lamento importunarte en tan grato momento, pero no lamento haberte encontrado de nuevo, espero aún no sea otro desdeñoso ser humano más sobre la faz de la tierra".
Atte.: Jake
Me reí con picardía, levanté la mirada y le observé sonriendo, a lo que él contestó con otra sonrisa.
Caroline pasó absolutamente a un segundo plano. Pero ya se había dado cuenta de la situación, almorzó rápido y me dejó con la excusa de que precisamente ahora había surgido algo de suma importancia en la oficina, por lo cual debía volver.
Seguido de ello no pasaron más de dos minutos para que aquel hombre misterioso dejara la barra y se sentara junto a mí.
— Y ¿Qué tal el postre? — Me preguntó pícaramente.
— No tan bueno como la entrada — le dije refiriéndome a la carta.
Él esbozó una media sonrisa.
— Creí que jamás te volvería a ver, pero parece que este mundo es muy pequeño.
— La vida a veces es curiosa — le dije sonriendo. Estaba nerviosa, me sentía como en una exposición de aquellas como cuando estaba en la preparatoria, cuando aún era muy inmadura e inocente.
— Ahora que lo pienso, jamás pregunté tu nombre, ¿me concederías el gusto? —
Me quedé mirándolo fijamente — Me llamo Elizabeth… Castillo — Respondí.
— Es un gusto conocerte Elizabeth, mi nombre es Jacob Collins.
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Editado: 16.02.2024