—¿No crees que fue una expresión un poco dramática la que utilizó la señora Ahhdla para representar nuestro ascenso a la fama y la fortuna?
—¿Nuestro qué?
—Nuestro ascenso a la-...
El hombre de capucha, o Veil, como se había presentado, chasqueó la lengua para detenerla; al parecer no tenía tiempo para escucharla repetir sus insensateses, pues daba la impresión de no estar a gusto con nada de ello.
—Esto no es un ascenso a la fama, la mujer dijo exactamente lo que haríamos. Ella dijo: un Viaje Astral. ¿Entiendes lo que eso significa?
—Lo busco es google, espera... —Ube levantó un dedo para indicarle que aguardara, y tecleó algunas palabras rápidas en su celular—. “Astral viene de astros” —leyó—. Na, no me dice nada.
Veil apretó los labios en una expresión cansada.
—Escúchame, por tu propio bien te digo, vete a casa después de esta reunión y no asistas a la próxima, ¿está bien?
—¿Qué dices...? —cuestionó Ube un tanto sorprendida—. ¡¿Habrá una próxima?!
—El punto es que No vengas.
—Oye, ¿estás tratando de evitar que me vuelva exitosa? Si es eso solo tienes que decirlo. Hay veces en que uno siente envidia inconscientemente, ese puede ser tu caso-...
—Detente. Créeme, sé de lo que hablo.
—Yo también lo sé, y me doy cuenta de que te cuesta muchísimo entender las metáforas.
—¿Metáforas?
—¡Claro! Verás que he llegado a la conclusión de que la señora Ahhdla nos ha estado hablando en código durante todo este tiempo —comentó—. ¿Dónde fuiste reclutado por ella?
—Eso no importa...
—Bien, yo fui reclutada en el supermercado, y recuerdo perfectamente que me había dicho que vistiera ropa “oscura” para asistir a la reunión. Yo pensé que se estaría refiriendo al significado de oscuro, ¿sabes?Apagado, neutro, serio y elegante; por eso vine vestida de este modo. ¡Pero no estaba refiriéndose a ese significado, sino al simbolismo de la oscuridad! Sé que todos lo entendieron menos yo, pero aquí está la cosa, y es que ella no habla completamente con los significados propios de las palabras, pues le gusta utilizar la metáfora y las exageraciones para que su discurso sea más chistoso. ¿No lo has notado también?
—No...
—¡Pues fíjate mejor en las próximas reuniones! Créeme, ella habla en clave. Seguro que utiliza este método para identificar cuántos de nosotros comprendemos realmente lo que dice. Pienso que el hecho de que nos haya reclutado no precisamente significa que vayamos a quedar todos entre los que obtienen el empleo; solo los más perspicaces calificarán.
—¿Empleo?
—Sí, empleo. ¿Crees que será para limpiar el bar o su casa? Cualquiera está bien para mí, digo, he estado buscando trabajo por demasiado tiempo. Esta es mi oportunidad de conseguirlo.
—No estás postulándote para un empleo, Ube.
Algo pareció ser repentino en ese momento. Como una especie de brisa refrescante chocó contra el rostro de la muchacha cuando oyó su propio nombre ser pronunciado por el contrario, y su expresión anteriormente simpática se volvió incomprensiva en un instante.
—Ey, ¿yo te dije mi nombre ya?
El sujeto de capucha dudó un poco antes de decir con una extraña seguridad:
—Sí, ya me lo dijiste. ¿De qué otra manera lo sabría?
—Es que no sé, parece que sabes muchas cosas —admitió ella—. Por ejemplo, no sé..., ¿conoces a los otros invitados?
—Hm, los conozco, pero no por sus nombres.
—Ah ¿no? Entonces ¿cómo?
—Por sus acciones. Sé lo que han hecho y de allí surge una clasificación. Aunque en realidad todos aquí tienen un historial espeluznante.
—¿Tratas de decir que estamos en el mismo salón junto a unos malhechores?
—Sí... Pero son más como “criminales” que “malhechores”...
Ube asintió.
—Vaya. Veamos si los conoces realmente. ¿Por qué no me dices cada cosa que haya hecho cada uno de los invitados de hoy? ¡Veré si de verdad los conoces o solo estás alardeando!
Luego de un resoplido, Veil analizó el salón por un momento, observando a cada quien y, aparentemente, calculando internamente el historial de todos ellos. Mas sin embargo, no tardó demasiado en dirigirse a Ube para decir:
—No quiero hacerlo.
—¿¿Eh?? Y ¿por qué noo?
—Porque se nos ha acabado el tiempo. Es hora de que vuelvas a casa y no regre-...
—Bien, bien, señor Veil. Se queda hasta aquí nuestra conversación..., por ahora —Sonrió—. Pero lo acabaremos en el próximo encuentro.
—No tengo planeado que nos volvamos a encontrar.
—Tsk, qué malo. Como sea eso ya depende de ti; ya que voy a venir en la próxima reunión voy a estar esperando a que pruebes lo que sabes, si no vienes es cosa tuya. ¡Solamente lo tomaré como una victoria para mí! No te presiones.
—“No te presiones...” —repitió sin gracia—. No eres chistosa; voy a venir en la próxima reunión, pero no es para probarte nada.
—Cof, mal perdedor, cof, cof.
—...
Instantáneamente, el sujeto de capucha se enderezó e inspiró hondo antes de decidir marcharse de allí. No dijo nada más antes de partir, ni le dedicó a Ube un último de sus intentos para evitar que fuera a la siguiente reunión. Hasta el momento, Ube no se explicaba por qué habría tratado de impedirle aquello...
—Entonces ¿nada de faldas?
Ube había aprendido la lección en su primera asistencia al bar-circo macabro. Por lo tanto, ahora estaba buscando un verdadero disfraz para llevar, algo menos elegante y tal vez un poco más “aterrador”.
—Nada de faldas, Moni. Quizás unos pantalones amplios.
—¿De qué vas a vestirte con eso? ¿De paracaídas? —Rio. Y Ube hizo como que no la escuchaba.
—Lo busco yo sola, tú debes ir a trabajar, ¿cierto? ¡Shu, shu!
—¡Ubee! —Volvió a reír—. Está bien, está bien, yo me voy por ahora. Ni siquiera sé por qué debería ayudarte.
—¡Tampoco yo! ¡Shu, shu! Lo busco yo y me vuelvo exitosa yo también.
Moni soltó una gran carcajada.
—Yo te juro que no sé de dónde sacas que te vas a volver exitosa en semejante guateque. Lo único que entendí hasta ahora es que es una secta que busca a tontos como tú para realizar viajes astrales en grupo, o algo así. ¿Qué tiene eso que ver con un negocio?
—¡Jaja! ¡Nada de eso! Eres como el resto que solo entiende el significado directo, Moni. Pero no te das cuenta de que todo esto tiene una profundidad mayor; un secreto oculto. ¡Ese es el secreto del éxito!
—Está bueno para un cuento.
—¿Y qué si es para un cuento? Se gana mucho escribiendo en estos tiempos. Escribiré lo que aprenda allí y me haré famosa, ¿qué piensas?
—No es posible, Ube —simpatizó Moni—. Primero lo de las tortas, después dibujos, luego que una venta de licencias para ver películas. ¿En serio no piensas detenerte?
—Jamás. Además que todo eso suena muy bien para una biografía, eh.
—Jajajaja no te creo; en serio eres un caso serio. ¡Bien, bien! Te dejo que debo ir a hacer un par de cosas que no van a estar en mi biografía, lastimosamente. ¡Jajajaja!
—¡Vetee! ¡Y tómate tus medicinas!
—Sí, adiós, ¡su célebre... celebre...! ¡Celebridad ajajajaja!
Mientras se burlaba abiertamente de su hermana, se levantó de la cama y salió de la habitación. Ube esperó a que cerrara la puerta antes de lanzar un par de calcetines en su dirección. Luego suspiró profundamente.
—Pff, ya vas a ver que yo sí entiendo de significados.