Soñando con los ojos abiertos

Capítulo 9

Entramos al edificio y nos dirigimos al ascensor. Gabriel no soltó mi mano en ningún momento. Yo estaba en shock, sin poder creer lo que acababa de pasar. ¿Cómo podía decir que estábamos comprometidos? ¿Qué pretendía con esa mentira? ¿Qué iba a hacer ahora?

—Gabriel, ¿qué has hecho? —le pregunté, cuando las puertas del ascensor se cerraron.

—He salvado la situación —respondió.

—¿Dices que has salvado la situacion ?—rodé los ojos con frustración—Entonces ¿Tengo que agradecerte por eso?¿Que no te había dicho que no seria parte de esta mentira?—No lo podía creer. Toda esta situación parecía complicarse más.

—Deberías estar agradecida ya que te libre de un momento incomodo...

—¿Es una broma?—dije molesta al intentar girarme para encararlo por completo solo entonces note que nuestras manos seguían entrelazadas, por reflejo me solté de su agarre con brusquedad.

Una risa amarga se escapo de mí.

—Debe ser una maldita broma...—farfullé

Las puertas se abrieron, salí en dirección a mí apartamento casi como un zombi, ingrese mi tarjeta haciendo algo de esfuerzo y este hizo un sonido de confirmación para luego desbloquear la entrada.

—Diana, escucha...—empezó a decir a mis espaldas. Pero decidí ignorarlo.

Entre con pasos pesados y de camino a mi habitación me fui quitando las botas y luego las medias dejándolos tirados casi en medio corredor, luego me encargaría de recogerlos.

Sabia que el hijo del consul estaba tras de mi pero no me importaba lo que pensara de mi.

Cuando estuve cerca de mi cuarto dijo:

—De acuerdo, lo siento. No debí haber dicho nada de eso. —Mis manos se quedaron apoyadas en la puerta listas para girar el pomo. Estaba cansada de sus disculpas, de su actitud cambiante, de la prensa y de toda esa situación.—Pero fue lo único que se me ocurrió en ese instante, por favor compren...—Empuje la puerta y luego la cerré en sus narices.

Se que mi actitud era algo infantil. Pero no podia ignorar el hecho de que mi vida estaba fuera de control por una pequeña equivocacion.

Termine de desvestirme en la habitación para luego entrar al baño para ducharme, dentro me di un vistazo fugas en el espejo, el labial rojo que me había puesto por la mañana para parecer misteriosa lucia desgastado, una ligera capa de sudor cubría mi rostro y mi coleta firme ya tenia hebras de cabello sueltas

Mientras veía mi reflejo apoye mis manos en el lavabo. Y desde lo mas profundo de mi ser saque todo el aire que estaba conteniendo.

Comenzaba a cuestionarme si estaba pagando por algo que hice en otra vida. Casi a rastras me metí en la ducha, mi motivación estaba en descenso, al sentir el agua tibia acariciando cada parte de mi piel las fuerzas me volvieron.

Me quede un buen rato parada dejando que el agua corriera a través de mi. Solo entonces recordé que Gabriel Morris estaba a solo unos metros de distancia, abrí los ojos de golpe y salí de la ducha lo mas rápido que pude, por poco casi resbalo al tratar de envolverme con la toalla

Salí de la habitación, necesitaba comprender por que cambio el rumbo de las cosas si el no estaba de acuerdo desde un principio y yo lo había aceptado ser parte de ese plan.

Al pasar por el pasillo mis cosas ya no estaban tiradas , las botas y el par de medias estaban en un solo lugar, habían sido colocadas de manera decente pegadas contra la pared.

Pase de largo ignorando el hecho de Gabriel hubiera tocado mis medias sucias, tal vez me hubiera causado gracia si no estuviera molesta.

—Gabriel Morris, tenemos que hablar —dije alzando la voz.

Busqué a Gabriel por la sala, pero no lo vi por ningún lado. Tal vez había decidido marcharse porque le daba igual lo que yo pensara.

Pero luego vi su chaqueta negra y su corbata azul sobre el sofá. Estaba ahí, en algún lugar.

—Necesitamos hablar —repetí, cuando lo encontré de pie frente al ventanal.

Él se giró hacia mí, con una expresión de sorpresa. Luego me miró de pies a cabeza, como si me examinara. ¿Acaso se preguntaba si llevaba algo más debajo de la bata?

Iba a decir algo, pero el timbre de la puerta sonó primero.

—Escucha... —intenté decir.

—Alguien llama —señaló hacia la puerta.

—Esto es más importante —dije, restándole importancia.

¿Y si eran mis padres? Bueno, ya les pediría disculpas luego. ¿Y si era Maggy? No, no podía ser ella. Seguía de luna de miel. Así que no importaba quién estuviera tocando. La situación en la que me encontraba era lo que primaba en ese instante.

—No entiendo por qué... —empecé a decir, pero el timbre volvió a sonar. Apreté los dientes con impaciencia.

Gabriel frunció el ceño y se dirigió hacia la salida.

—Tal vez sea importante —dijo él.

—Ya te dije que... —protesté, siguiéndolo.

—Gabriel, necesitamos hablar. Las cosas se salieron de control —solté, al tiempo que él abría la puerta. —Para empezar, esto nunca debió haber pasado...




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