El lugar lucía limpio, ordenado y armonioso, con una temperatura y una ventilación adecuadas. Los colores en la habitación eran suaves y neutros, que transmitían calma y serenidad. El espacio parecía haber sido diseñado para ese tipo de actividades .
Los entrevistadores se hallaban ubicados frente a nosotros en forma de U. La distancia que nos separaba de ellos era prudente, de forma que pudieran ver y escuchar bien sin invadir nuestro espacio personal ni intimidarnos. Cristine había pensado en todo.
La conferencia se transmitiría en directo a todo el país. Sabía que muchos de mis seres queridos y conocidos estarían pendientes de lo que dijéramos. Era una gran responsabilidad.
Nos acomodamos en el sofá que estaba frente a una mesa con varios micrófonos y botellas de agua. Cristine se sentó junto a nosotros y tomó la palabra.
—Buenas tardes a todos y gracias por acompañarnos. Mi nombre es Cristine Johnson y soy la cuñada del cónsul Jacob Morris, tía de Gabriel Morris.— dijo con orgullo y una sonrisa.
—Estoy aquí para presentarles a la futura señora Morris, Diana Pollet. —me miró brevemente y luego volvió su atención a los periodistas —Ella y Gabriel están comprometidos oficialmente desde hace una semana y han querido compartir esta alegría con ustedes. — Parecía muy contenta con la noticia.
—Sé que tienen muchas preguntas, así que les pido que sean respetuosos y ordenados. Empezaremos por la derecha. Adelante.
Una mujer rubia alzó la mano y Cristine le hizo un gesto para que hablara.
—Hola, soy Laura Smith de la revista “People of de Astoria”. Felicidades por su compromiso. Mi pregunta es para Diana. ¿Cómo se conocieron usted y Gabriel?
Sentí un nudo en el estómago. Gabriel me apretó la mano con delicadeza, dándome ánimo. Respiré profundo y traté de recordar lo que habíamos planeado. La respuesta que iba a dar era muy parecida a la que le contamos a mis padres días atrás.
—Hola, Laura. Gracias por tu felicitación. Gabriel y yo nos conocimos hace unos meses en el consulado. Fue un flechazo —dije con una sonrisa forzada.
—¿Un flechazo? —repitió Laura con escepticismo —¿Y cómo fue ese primer encuentro?
Me mordí el labio, tratando de buscar el comentario más convincente que no los hiciera dudar.
—Fue muy romántico —mentí —Fui al consulado para hacer unos trámites, entonces Gabriel se acercó a mí. Me dijo que le había gustado desde que me vio entrar y luego me pidió mi número. Desde entonces no hemos parado de vernos.
Claramente eso no era nada romántico, pero era un hecho que podía ser verídico al ser la forma más común que se usaba para conocer a alguien.
—Qué bonito —dijo Laura con ironía —Y dime, Diana. ¿Qué te gusta de Gabriel?
Sentí como Gabriel tensaba su mano, esperando mi respuesta.
En los últimos días lo había conocido mejor y la imagen que tenía sobre él estaba cambiando. Al principio creía que era un hombre arrogante y superficial, pero no podía estar más equivocada. Me había dejado llevar por las apariencias.
—Bueno, Gabriel es... —Miré sus ojos azules y traté de pensar en algo positivo. —Inteligente, generoso, divertido, caballeroso...
Noté que los periodistas esperaban que dijera algo que pudieran usar como titular de portada, así que dije:
—Él es el hombre de mi vida. — Gabriel me miró sorprendido, al parecer no se esperaba que yo fuera capaz de decir algo así sobre él. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Y al parecer no fui la única que lo notó. Los periodistas hicieron un murmullo y las cámaras captaron el momento.
Cristine aplaudió con un entusiasmo falso.
—Vamos con la siguiente pregunta. Tú, el de la camisa azul.—dijo rápidamente.
—Hola, soy Thomas Brown del periódico “The Time”. Felicidades por su compromiso. Mi pregunta es para Gabriel Morris. ¿Qué opina su familia de su relación con la señorita Diana?
Gabriel me soltó la mano y se aclaró la garganta.
—Hola, Thomas. Gracias por tu felicitación. Mi familia está muy contenta por nosotros. Todos respaldan nuestra relación y nos desean lo mejor. Diana se ha ganado el afecto de todos con su simpatía y su bondad.
—¿Todos? —insistió Thomas —¿Incluyendo su padre, el cónsul Jacob Morris?
Gabriel frunció el ceño, incomodo por la pregunta.
—Sí, incluso mi padre.—dijo
—¿De verdad? —preguntó el periodista —Porque se rumorea que su padre no aprueba a Diana por no ser de la misma clase social.
Gabriel se llevó la mano derecha al nudo de la corbata para aflojarla, podía notar que la pregunta lo irritaba.
Nunca me había puesto a pensar en qué pensaba el padre de Gabriel respecto a esta farsa. En realidad asumí que él y Cristine tenían algo que ver en todo este lío. Recuerdo la vez que lo vi en la mansión, el señor Jacob pasó de mí, ignorando por completo mi presencia, parecía enfadado. Tal vez de camino a su casa, su cuñada había querido convencerlo para hacerle creer, como a mí, y como a todos que era lo mejor,
—Eso es mentira —Alzó un poco la voz —No sé quién te ha contado eso, pero te aseguro que es falso.