Soñando con los ojos abiertos

Capitulo 34

Dicen que las cosas buenas no duran para siempre, y creo que tienen razón. Debí empezar a preocuparme por la inmensa felicidad que estaba sintiendo al estar con Gabriel, debí haber anticipado que tanta felicidad traería tristeza después.

—¿Qué está pasando, Diana? —dijo mi madre, quien había salido de casa preocupada por la discusión que Gabriel y yo tuvimos minutos antes.

—No quiero hablar de eso ahora... —contesté sin mucho ánimo mientras me secaba las lágrimas.

—¿Hicimos algo que incomodó a tu novio? —preguntó temerosa.

“Ustedes no hicieron nada”, pensé.

—No, no es nada de eso, solo... —guardé silencio por un instante, no podía decir la verdad, porque si lo hacía Tyler no sería el único que les decepcionaría, también lo haría yo por mentirles sobre mi relación con Gabriel Morris. —...una simple pelea de pareja —concluí.

—No me mientas —dijo y yo la miré, sus ojos estaban ligeramente hundidos —sé que no fue una simple pelea.

No supe qué decir, me asustaba la idea de que hubiera escuchado todo.

—Pero si no quieres hablar de ello, está bien. No voy a presionarte. Estoy segura de que lo harás cuando estés lista —mis ojos escocieron nuevamente amenazando con desbordarse —Soy tu madre y voy a estar para ti siempre que lo necesites...

Entonces lo hice, lloré.

Mi madre me rodeó con sus brazos y yo me aferré a ellos, lo necesitaba, tal vez así podía ser capaz de aliviar el dolor que oprimía mi pecho. Porque en cada sollozo el corazón me dolía más.

Volvimos a casa cuando mis lágrimas cesaron. Mi padre se levantó del sillón preocupado al verme en ese estado, noté cómo mi mamá le hacía un gesto indicándole que no era el momento oportuno, y él pareció comprenderlo porque volvió a sentarse, sin embargo su rostro aún mostraba la angustia.

Una razón más para sentirme culpable.

Tyler y Carina no estaban en el salón principal, supuse que ya se habían ido o quizás estaban en algún otro lugar de la casa, agradecía el hecho de que no estuvieran cerca.

Mi madre me acompañó hasta mi antigua habitación, cuando estuvimos ahí me senté en la cama, y como si fuera una niña me ayudó a acomodarme en la cama.

Cuando era niña solía llorar por casi todo, era demasiado sensible, mi madre tenía una curiosa manera de consolarme: me acostaba a dormir y me aseguraba que descansando iba a fortalecer mi corazón, después de un pequeño descanso despertaría con una nueva oportunidad para hacer las cosas diferentes, ya sea para aprender de los errores, intentar algo nuevo y seguir adelante con mi vida.

Se sentó frente a mí y con su mano derecha fue acariciando mi cabello, mientras lo hacía los recuerdos de Gabriel y yo me volvieron a asaltar, cerré los ojos para no romper en llanto nuevamente. Al parecer eso le hizo pensar a mi madre, que me estaba quedando dormida, creyó que era el momento justo para dejarme descansar, minutos después dejé de sentir sus caricias. Escuché cómo la puerta de la habitación se abría y se cerraba, dejándome sola.

Abrí los ojos y posé mi vista en el techo, deseaba que todo solo fuera un mal sueño y que al despertar nada de esto estuviera pasando, pero sabía que esta era la realidad. Una muy dolorosa.

De repente el cielo se oscureció y pronto las gotas de lluvia comenzaron a golpear de manera desesperada el vidrio de la ventana, desde mi posición podía ver cómo los arbustos se sacudían por la tormenta. El sonido de la lluvia era tan fuerte que acallaba cualquier ruido, estaba segura de que si gritaba en ese instante nadie me podría escuchar. Quise hacerlo, quise gritar, pero no lo hice, en su lugar me limité a llorar en silencio.

En algún punto me quedé dormida, teniendo como único arrullo el repiqueteo de la lluvia. Cuando desperté el dolor había dejado de ser palpitante, ahora era adormecedor. No recuerdo que una ruptura me hubiera dolido tanto. ¿Por qué me sentía de esa forma?

La habitación estaba oscura, la tormenta estaba pasando, podía sentir mis ojos pesados e hinchados, de repente el silencio fue roto por el sonido de la notificación de un mensaje, me senté de golpe buscando donde podría estar mi móvil.

"Quizás me haya escrito"

"Tal vez se arrepiente de lo que dijo"

"¿Querrá hablar para solucionarlo?"

Revolví la cama para encontrar el aparato, pero no estaba, mi corazón latía muy rápido ante todas las posibilidades.

Al no encontrarlo encendí la lámpara que se encontraba en la mesita de noche, salí de la cama, puse un pie en el piso y lo sentí, ahí estaba el móvil, estaba con la pantalla apagada, me agaché para tomarlo, mis manos temblaban por lo ansiosa que estaba, esperaba que en la pantalla apareciera el nombre de Gabriel. Entonces lo encendí, pero su nombre no estaba ahí.

Maggymylove:

Tu madre me llamó y me contó todo. Quédate ahí, iré por ti. 7.25pm

Me senté sobre la cama nuevamente. Sentía un poco de decepción porque no era el mensaje que esperaba.

Miré el mensaje con detenimiento, mi madre sabía que Maggy era mi apoyo emocional y esperaba que con su compañía pudiera sentirme mejor. Y tenía razón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.