Sonríe: Una Vez más

Déjame Quererte

Las últimas tres semanas aumentaron la confusión de Angélica. A pesar de que no estaba muy feliz de trabajar con Tomás en el proyecto de ciencias, ya habían iniciado este. No es que no le gustara convivir con Tomás, más bien era todo lo contrario le agradaba pasar tiempo con él. Sin embargo, no podía evitar pensar que si Edwin hacía algo para perjudicarla a ella académicamente, repercutiría automáticamente en él. Por más que había tratado de convencerlo en las semanas pasadas de que no siguieran con el proyecto, no lo logró. Sola en casa pensaba si habría alguna forma de convencerlo para que no continuaran con dicho trabajo.

El timbre de su casa sonó, sacándola de su ensimismamiento. Liliana había salido a una reunión de último minuto según le informó. Al estar sola en casa, no le quedó de otra que asomarse por el balcón para ver quién era. Te llamé con el pensamiento aplicado a la vida real, bromeó su vocecilla interior.

―Hola ―saludó Tomás desde abajo. Se llevó una mano a la frente para cubrirse del sol. ―¿Podemos hablar, por favor?

Sin analizar muy bien si quería o no hablar con él, bajó corriendo las escaleras para abrirle la puerta.

―Hola ―saludó ella cuando abrió la puerta.

―¿Crees que podemos ir a la playa para charlar? ―ofreció Tomás. Ella asintió con la cabeza.

―Espérame ―dijo antes de volver a entrar por sus lentes de sol y una gorra.

La playa no se encontraba lejos de la casa de Angie, caminando estaba a escasos 20 minutos, en temporada vacacional la chica prefería no ir a que estaba atestada de gente. Solía decir que prefería tenerla para ella sola.

La playa estaba casi vacía de no ser por algunos despistados que andaban por ahí, Angie y Tomás se fueron a la parte de la playa que no había gente para poder charlar sin interrupciones.

―Angie ―empezó a hablar Tomás―, en este tiempo que llevamos de conocernos, siento un interés que nunca antes había desarrollado por nadie más. Pero, desde que te conocí me percaté de algo… ―se detuvo para encontrar las palabras correctas.

―¿Qué? ―indagó ella.

Las mariposas en el estómago de Angie volvieron al ataque, y sus manos comenzaron a sudar frío debido al nerviosismo que la invadía. Tomás soltó su mano para que ella pudiera sentarse, él hizo lo mismo quedando frente a ella.

―El primer día que nos vimos cuando saliste corriendo de la clase de ciencias, al principio me quedé sorprendido por como siguió la clase, parecía que nada hubiera pasado. Llegué a creer que fue parte de mi imaginación. No obstante, al salir de clase alguien se refirió a ti como una niña mimada.

―Tom, yo… ―titubeó. Intentó ponerse de pie, pero Tomás se lo impidió.

―Espera, déjame terminar, por favor. ―rogó. Puso su mano sobre la de ella, sus miradas se volvieron a cruzar logrando que por ellos pasara una descarga eléctrica. Angie estaba segura de lo que diría Tomás. No era la primera vez que pasaba, sin embargo, algo en la mirada de él, le dijo que confiara y se quedara, así lo hizo.

―Esa fue la razón por la que te llamé niña mimada cuando discutimos en el árbol. ―Angie bajó la vista, se mordió la parte interna de la mejilla. ―El comentario fue más por algo que creí que eres, que por lo que realmente pienso que eres.

»He hablado con Nick de ti.

―¿Hablaron de mí? ―cuestionó sorprendida.

―Sí. ¿Por qué te sorprendes? Creí que tu hermana y Nicholas eran muy amigos.

―Así es. Pero pensé que las cosas cambiarían ahora que Nick está con tu mamá.

―¿Por qué lo dices? ―indagó extrañado.

―No me hagas caso, ideas mías. Continua. ―rogó Angie. Internamente pidió no haber hablado más de la cuenta y que por su culpa Nick tuviera problemas. Ya hablaría más tarde con Liliana sobre su relación con él.

―Nick me dijo que tenías problemas para relacionarte con los demás. Más bien, es lo que yo entendí. ―agregó logrando que la tensión en ella aumentara―. En estas semanas al convivir contigo me he dado cuenta a que se refería él.

―Sé que sigue ―interrumpió―. No es necesario que me digas, ya sé lo que viene a continuación.

―No sé a qué te refieres. Por favor, déjame terminar. ¿Has hablado con alguien de cómo te sientes?

―¡¿Por qué debería hacerlo?! ―refunfuñó.




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