4 años y seis meses después
Tomás y Angélica, estaban por cumplir cinco años como novios, y tres años viviendo juntos. La vida como pareja era perfecta o al menos eso parecía. Después de que Angie se cambió de escuela tuvieron menos tiempo para pasar juntos, y cuando él terminó la preparatoria, el tiempo en que se veían se reducía a fines de semana largos o temporadas vacacionales. La relación se volvió a normalizar hasta que Angie se mudó a la Ciudad de México para estudiar la licenciatura de artes visuales con duración de cuatro años. Mientras que Tomás estudiaba Ingeniería en Informática que consta de cinco años de carrera.
Por la mañana los dos estudiaban, después de sus clases Tomás daba asesorías a sus compañeros por las cuáles cobraba y así mantener una estabilidad económica, además trabajaba en un centro comercial a medio tiempo, al llegar al departamento que compartía con Angie ocupaba la mayor parte del tiempo en hacer sus tareas, si le quedaba tiempo libre aprovechaba a ver la televisión con Angie, pero generalmente no salían. Ella por su parte contaba con el fideicomiso y Liliana le enviaba una cantidad considerable para sus gastos, el departamento en el que vivían lo pagaban entre los dos.
Angie aprovechaba sus ratos libres para pintar y eventualmente se daba una escapada con sus amigas Katia y Verónica, podía salir más si quisiera, pero prefería pasar el mayor tiempo posible con Tomás, era una forma de recuperar el tiempo perdido.
Como ese día, Tomás ya había terminado con sus actividades, se disponían a ver una película.
―¿Vemos una de terror? ―cuestionó Tomás. Sabía que Angie odiaba esa clase de películas.
―¡No!
―Está bien. ¿Cuál quieres ver?
―El diario de Noa ―contestó. Haciéndole ojitos a Tomás, el chico sonrío a la vez que asintió con la cabeza.
―Okey. Me toca elegir pizza ―agregó con entusiasmo.
―Asegúrate que hoy se te antoje una hawaiana con cerezas. ―bromeó Angie. Esa pizza era la especialidad del lugar favorito de ella.
―Bien, una hawaiana especial pequeña para ti, y una de pepperoni grande. ―dijo. Angie llegó hasta donde estaba él para darle un beso en la mejilla.
30 minutos después llegó la pizza, mientras veían la peli Angie, se acurrucó contra el pecho de Tomás. Él acarició su cabello y le dio un beso en la frente. ¿Por qué no puede ser siempre así? ¿Es probable que a partir de aquí todo sea igual? ¿Dónde quedó esa emoción que sentía al estar contigo?, se cuestionó.
A diferencia de ella, él empezaba a tener dudas sobre su relación e interesarse por otra persona, una morena a la que le daba asesorías. No quería lastimar a Angie, pero tampoco estaba seguro de poder seguir en esa relación por mucho tiempo. Mientras que para Angie su relación era un sueño, para Tomás se estaba convirtiendo en la peor de las pesadillas.
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Días después
El día que cumplían cinco años de novios, Angélica le regalaría un cuadro pintado con la técnica de pintura pastel, la favorita de ella y que aplicaba en la mayoría de sus trabajos porque al ser muy ágil le daba mayor oportunidad de improvisación.
Tomás se había convertido en su fan número uno, desde que entró al taller de dibujo en su antiguo bachillerato, la apoyaba e impulsaba a que siguiera dibujando, después de todo él fue quien le ayudó a decidir que estudiar, así fue como eligió Artes visuales y no diseño gráfico, por eso cada vez que tenía oportunidad pintaba algo en donde aparecieran ellos, o él y se lo regalaba.
Añadió laca a la pintura, dio los últimos toques sueltos de color para que quedaran vivos y vibrantes, cuando considero que estaba perfecto lo firmó con un:
¡Feliz aniversario! Te quiero
Angélica Meléndez
Después lo enmarcó con un cristal. La pintura consistía en un retrato de ellos dos sentados en un jardín, ella volteando hacia él con un dedo en su barbilla y una sonrisa adornando el rostro de Angie, de él solo se veía el perfil.
Angélica guardó sus cosas y salió del aula para dirigirse a la salida donde estaban sus amigas Katia y Verónica esperándola. Angie, Kat y Vero hicieron clic en cuanto se conocieron convirtiéndose en las mejores amigas y dejando atrás los problemas de Angélica para socializar. Otra razón para que creyera que su felicidad no tenía fecha de caducidad.
Cuando salió del plantel se encontró que Miguel, el hermano de Kat había ido a recogerla. A él le gustaba bromear con que estaba enamorado de Angie, ella y sus amigas le seguían el juego. A Angie le parecía gracioso que Miguel se refiriera a Tomás como un cabrón con suerte, cuando ella era la que había tenido suerte al conocerlo.