La vida para Angie continuaba de manera regular. No se podía decir que fuera muy feliz, pero al menos estaba encontrando el retorno para llevar una vida estable.
Salía con sus amigas regularmente y empezaba a disfrutar estar sola. Se dio cuenta que Nicholas tenía razón y había girado su vida alrededor de Tomás. No obstante, se ancló tanto a él, que giró su vida entorno a él, como si fuera la tierra alrededor del sol. Tomás era un ser humano como cualquier otro, una persona con defectos y errores, y no el ser que ella idealizó, llegó a creer que Tom era perfecto, por eso es que le dolió tanto darse cuenta que no era así. El que se diera cuenta de sus fallos, no eximía a Tomás de ninguna culpa, ahora ellos tenían vidas separadas y dudaba que algún día se volvieran a cruzar.
Aunque no se atrevía a exteriorizarlo, internamente, le gustaría ver de nuevo a Tom, una última vez para despedirse sin reclamos y culpas, pero no sería ella quien propiciara ese encuentro. Su relación con Tomás sería el recuerdo más hermoso de su juventud y la acompañaría siempre. Por el momento solo le quedaba seguir viviendo, esperaba que tarde o temprano volviera a enamorarse y quizás amaría con la misma intensidad con la que lo hizo con Tomás. Pero, esa era una incógnita que solo el tiempo y el destino podían responder.
En el aspecto profesional a Angie le iba mucho mejor que en el personal, aunque había llevado sus obras a una galería de arte que se encontraba en Coyoacán, no había tenido suerte como en la galería de San Ángel, donde a pesar de todavía estar en período de prueba, casi todas sus obras se habían vendido, solo una no lo hizo. “Beso en la playa” era un retrato de Tomás y ella dándose un beso en la playa de Mocambo, al finalizar su relación con él ya lo tenía concluido, solo faltaban unos retoques por eso es que lo ofreció a la galería. En ese momento no quería tener ningún recuerdo de Tom, pero, al parecer a nadie le interesaba esa pintura. Al final, sería un recuerdo de lo que soñó que sería su vida, un sueño que nunca se haría realidad.
Ese día iría a recogerlo y llevaría nuevas pinturas esperando que el encargado quisiera quedarse con algo más. Miguel, el hermano de Katia la acompañaría, Mike se había convertido en un buen amigo para Angie, ella no era tonta sabía que él estaba interesado en algo más que su amistad, pero no estaba segura de poder darle lo que él buscaba, ni de que Miguel fuera lo que ella necesitaba.
Angie estaba terminando de arreglarse en lo que llegaba Miguel, llevaba puesto un short de mezclilla, una blusa blanca y el cabello amarrado en una coleta, se terminaba de peinar en el momento en que sonó su celular anunciando un mensaje.
¡Ya llegué! Te espero :)
Miguel 12:05
Terminó de arreglarse, tomó sus cosas y salió en dirección a donde siempre se estacionaba Mike para esperarla. Él, al verla cargando las pinturas que llevaría a la galería, salió del carro para ayudar a guardarlas.
―Me hubieras dicho, y subía por ellas ―recriminó.
―Cuarto para señoritas solteras ―recordó con mofa.
―La dueña no puede ser tan mala, solo iba a recoger los cuadros no creo que eso le molestara. ―dijo. Abrió la cajuela para guardar los cuadros, una vez que estuvieron acomodados la cerró y dio la vuelta para subirse del lado del piloto, Angie hizo lo propio del lado del copiloto. A Angie le confundía la forma de ser de Miguel, a veces podía convertirse en el perfecto caballero, y otras veces, se olvidaba de las reglas de civilidad, como abrir la puerta del carro a una mujer. El trayecto hasta la galería transcurrió en total silencio.
Al llegar tuvieron, que esperar un poco porque el encargado estaba ocupado.
―Perdón por la demora ―se disculpó―. Estaba cerrando la venta de “beso en la playa”.
―¡Oh! ―dijo Angie. Una especie de desolación se apoderó de ella, tal parecía que sus esperanzas de guardar un recuerdo de su relación con Tomás se habían esfumado.
―¿Te importaría conocerlo? ―indagó el encargado.
―No entiendo. ―dijo Angie.
―A algunos especialistas en arte les gusta conocer a los artistas y cruzar algunas palabras con ellos. Creo que sería una buena oportunidad para ti.
―Está bien ―concedió de mala gana, mientras golpeaba su pie contra el suelo en señal de nerviosismo.
―Enseguida vuelvo ―dijo antes de dejarlos solos.
―Parece que te vas a convertir en una pintora muy famosa ―ironizó Miguel. Angie le contestó con una sonrisa forzada, el comentario de Miguel no le había agradado. Tomás también le decía que algún día sería la pintora más famosa del mundo, pero algo en el tono de Mike que no le parecía sincero.
Lo bueno es que ya estabas dispuesta a olvidar a Tomás, se recriminó.
En ningún momento, Angélica volteó en dirección al encargado, de haberlo hecho, se habría dado cuenta que el comprador era la misma persona que ocupaba su mente y corazón. Cuando se despidió de su nuevo cliente, el encargado los dirigió a su oficina.