Sonrisas y Lágrimas

Capítulo 18 II Siete

Sabía perfectamente qué intentaba hacer Blue, jamás pensé que lo diría pero estaba agradecido, me había apoyado desde Alexandre y si no fuera por ella probablemente aún estaría en ese callejón. Así que, después de pensarlo durante más tiempo del que a Alexandre le habría parecido correcto, salí de la cama, siempre estaba ahí, pasaba los días mirando el techo como si fuera a servir de algo. No podía cerrar la puerta, Blue no me dejaba, estuviera con o sin candado. No confiaba en mí, lo entendía, porque yo tampoco confiaba en mí mismo. Las horas mirando al techo me habían hecho darme cuenta de que era muy probable que en esos momento confiara más en Blue que en mi mismo. Era otro de los motivos por lo que no podía hacer más que sentir la profunda falta de Alexandre, no sabía quién era ahora Blue, ¿una amiga? ¿Una intrusa? ¿Un mero espejismo? Podía ser tantas cosas, tanto buenas como malas y no estabas seguro de querer saber la respuesta. Porque, pese a todo, entre ella y yo se había instaurado una especie de calma. 

Pero todos sabemos que la calma es lo que precede a la tormenta. 

Toqué su puerta, al no recibir respuesta volví a golpear mis nudillos contra la madera, escuché un “Pasa”. 

—Hola, Rosalie. 

Entré, observando la habitación, no había entrado ahí desde que ella la ocupaba. Había una estantería con distintos libros, por lo que vi la mayoría eran títulos de romances, no me sorprendió, dejé de fijarme en los títulos al ver por donde cavilaban mis recuerdos. Todo estaba bastante desordenado, algo de ropa hecha un montón sobre el escritorio, sepultando un portátil, o ese supuse que era, pues solo se veía una de sus esquinas. Las persianas estaban bajadas, dejando  entrar solo unas pequeñas rendijas de luz. 

—Um —fue toda su respuesta. Entonces caí en que estaba en la cama, envuelta como un sushi con el edredón. Me acerqué a verla. 

—Quería hablar contigo, para darte las… 

En la vida hay dos formas de dar las gracias. Con acciones o con palabras. Ese era el momento en el que tenía que elegir una de las dos. Había ido a esa habitación para hacer la segunda opción, pero entonces vi a Blue con los ojos rojos, mirándome, rodeada de pañuelos. Ella me había tratado con acciones. Las cosas se devuelven con la misma moneda. 

—¿Estás bien, Rosalie? —pregunté. Me imaginaba la respuesta, sus ojos decían todo lo que no explicaba con monosílabos. 

—No.

Envuelta en el edredón hizo la croqueta, girándose hacia la pared, impidiéndome ver su cara. 

—¿Puedo hacer algo para ayudarte? 

Hizo un sonido parecido a un gruñido, a día de hoy sigo sin saber lo que significaba eso. 

—Necesito un tiempo muerto. 

¿Exactamente de qué? ¿De mí? Lo habría entendido, había días en los que parecía imposible hasta respirar, todo pesaba demasiado desde Alexandre. Quizás ese peso que me acompañaba a mí comenzara a contagiarla también a ella. 

—¿De qué? 

—De todo. ¿Recuerdas tu búnker? Necesito uno ahora, ¿puedes hacer eso por mí? 

Asentí con la cabeza y salí de la habitación, unos minutos después escuché la puerta cerrarse. Entendía el sentido del búnker, podías detenerlo todo, ahí dentro el tiempo solo eran números, nada más. Podías quedarte atascado en el mismo día durante mucho tiempo. Se respiraba de forma distinta y el corazón casi latía más lento. Nada podía hacerte daño ahí dentro. Eso era un búnker, te ocultabas ahí durante los malos tiempos, pero:

¿Cuál era la catástrofe natural de Blue?

 



#6750 en Joven Adulto

En el texto hay: pasado, odio, compartir piso

Editado: 14.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.