Sonrisas y Lágrimas

Capítulo 23 II Siete

El corazón me latía como a un caballo en la última vuelta de su carrera más importante. Aún no había salido del baño de Blue, necesitaba un par de minutos para que todo encajara en mi cabeza. Cuando era más pequeño y vino un hombre a hablarnos sobre los trastornos a clase nombró esa palabra, “Bipolar”, pensé que significaba que era una persona con dos personalidades. Como dos personas totalmente distintas compartiendo cuerpo. Ahora sabía que no era así. 

“El trastorno bipolar es una enfermedad mental severa. Las personas que la sufren experimentan cambios de ánimo poco comunes. Pueden pasar de ser muy activos y felices a sentirse muy tristes y desesperanzados.”

Eso ponía en la segunda búsqueda en google. Episodios de manía y depresión, podían llegar a estabilizarse con la medicación adecuada. ¿Blue la había dejado? 

La tercera fue la definitiva. “Síntomas del episodio de manía en el trastorno bipolar” 

Episodios anormales de optimismo, nerviosismo o tensión. 

—¡Hay un parque de atracciones! ¡Lo he leído en internet! ¿¡Cómo puede ser que no lo supiera?! ¡Vamos ahora mismo, venga! ¡Hoy va a ser el mejor día de mi vida!

Aumento de actividad, energía o agitación. 

—¡Vamos, Seven! Hay muuuucho que hacer, vamos a recorrer el parque de arriba abajo. ¡Vas muy lento! ¿Me harás arrastrarte por todas partes? !Sígueme el ritmo! ¡Corre!

Sensación exagerada de bienestar y confianza en sí mismo.

Menor necesidad de dormir, frenesí de ideas, tomar malas decisiones como compras compulsivas. Apetito excesivo por la comida. 

—Vale, vale, ¿a dónde vamos primero? Una vez leí que daba buena suerte ir primero a las norias en los parques de atracciones. Pero podemos ir a la montaña rusa, espera, ¡Tengo idea aún mejor! ¡QUIERO COMIDA! ¡Vamos, ya, ahora! ¡Pasaremos toda la noche despiertos! ¡No necesitamos dormir! 

Blue no estaba drogada. Estaba en un episodio maníaco. Mientras navegaba por Internet, sin poder apartar los ojos de la pantalla, la chica que ahora mismo había desencajado mi mente entró al baño sin que yo me diera cuenta. Elevé la cabeza, me miró la miré y en ese instante ella supo que sabía todo. Su vista bailó de aquellos botes con pastillas a mí durante varios segundos. "Lo sé todo, Blue. Tranquila" Quise decirle, pero las palabras no salían de mí boca, y entonces todo se fue a la mierda.

—¡No! ¡No! ¡NO! —gritó— ¡Fuera de aquí! ¡Ahora! 

Señaló la puerta completamente histérica. 

—Oye, Rosalie. Tranquila, ¿vale? ¿Podemos hablar? 

Negó con la cabeza. 

—No tenías ningún derecho a registrar mi baño. Ni mi habitación. ¡No tenías derecho a nada! ¡No quiero verte ahora, Seven!  

Me levanté y me marché. Ambos necesitábamos tiempos para pensar. En el tiempo que llevábamos viviendo juntos nunca la había visto así, ¿eso significaba que había dejado la medicación? ¿Por qué? ¿Qué había cambiado durante estos días para ella? No lo sabía, había estado tan centrado en no hundirme que no había podido centrarme en nada más, Blue había estado encima de mí todo ese tiempo excepto la mañana de su búnker. Algo había ocurrido ahí y necesitaba saber qué. 

¿Y  si… buscaba en su móvil? Estaba justo ahí, desbloqueado sobre el sofá. Jamás volvería a tener una oportunidad así. Estaba mal, lo sabía, pero quizás el fin justificara los medios. Me disculparía con ella. Se me aceleró el corazón en el momento en el que agarré el móvil. Solo vería las llamadas. La última había sido hacía poco más de una semana. Apunté el número de teléfono y salí del piso. No podía arriesgarme a que me escuchara.

Sin más rodeos llamé. Cogió al quinto tono. 

—¿Diga? —La voz no me era familiar. Tampoco esperaba que lo fuera. 

—Soy Seven Douglas, el compañero de piso de Rosalie. Sé que esto podría resultar extraño, pero necesito hablar con usted. 

Se escuchó una risa. ¿De qué se reía? 

—¿Tú eres el compañero de piso de la loca? ¡Estaré encantado de hablar contigo! ¡Cuando quieras y dónde quieras! 

¿Loca? ¿La llamaba loca por eso..? ¿Por ser bipolar? ¿Con quién estaba hablando? 

—¿Podría decirme qué es usted de Rosalie? 

—Soy su ex-prometido. 

Me atraganté con mi propia saliva. ¡¿Prometido?! 

—¿Rosalie va a casarse? 

—No ha escuchado bien, soy su ex-prometido. ¿Cuándo te gustaría que quedáramos? 

—¿Cuándo puede? 

—Ahora mismo. La verdad, no esperaba una llamada de tu parte, aunque no me desagrada. ¿Sabes la cafeterías Duttys? Podemos vernos ahí. 

Conocía la cafetería, en ocasiones me había pasado por ahí después del trabajo. 

—¿Ahora? 

—Estoy yendo hacia allí —respondió. 

—Vale. 

Colgó sin despedirse. No tenía la menor idea de a quién iba a ver, ni en qué me metía, pero lo haría de todas formas. 

 



#6733 en Joven Adulto

En el texto hay: pasado, odio, compartir piso

Editado: 14.03.2021

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