Sonrisas y Lágrimas

Capítulo 30 II Siete

No recuerdo cuando me quedé dormido pero lo hice en algún momento. Me dolía la cabeza. Despertar y darme cuenta de que todo aquello era real fue abrumador, pero no había acabado. Quedaba una última carta. La que había estado encerrada en un cajón de mi mesilla de noche durante todo ese tiempo. Alexandre me dejó una carta, aquel era el mejor día para abrirla. Reteniendo el llanto me levanté y fui a mi habitación. 

Era el cumpleaños de Alexandre, leer su carta después de cualquier día no habría sido lo correcto. Como si tuviera una fecha de caducidad, de alguna forma la tenía. El sobre tembló entre mis dedos, me fallaba el pulso. No sabía que ponía ahí dentro, pero Alexandre quería que lo leyera. 

Lo hice. 

Estallé en llanto en mitad de aquella habitación sobre la cama. Había luz al final del túnel. Podría lograrlo solo y él siempre lo había sabido, sin dudas, durante todo ese tiempo que me había mirado a los ojos había tenido muy claro mi final. 

  Unas horas después llegó una llamada. Me lancé sobre el teléfono, ¿y si era Blue? 

–¿Diga? —pregunté sorbiendo por la nariz. 

—¿Seven? Hola, tío —Su voz se notaba desanimada. Yo había perdido a un mejor amigo. Él a un padre. Nuestra relación se había enfriado desde su partida, así que su llamada me tomó por sorpresa—. Hoy es el cumpleaños de papá… Así que habíamos pensado en ir al cementerio a llevarle flores. A él le habría gustado que vinieras. Será a las seis de la tarde… ¿Vendrás? 

No me lo pensé dos veces. 

—Sí, claro, allí estaré. 

Seguramente habría que ir en traje. Aún tenía uno. Hablaba en voz alta, el silencio no me gustaba. Antes de Blue había resultado ser algo sin importancia, tenía una relación conocida con el silencio. Ahora no me reconocía, y no soportaba aquello. Me aplastaba, resultaba abrumante de una forma horrible. Eran las once, aún tenía mucho tiempo. Miré el teléfono, no más llamadas desde la de John, Blue estaba dispuesta a cumplir su palabra. 

No volvería a recibir noticias de ella. 

¿Y si no quería eso? ¿Y si deseaba que me llamara? Estaba tan confuso. Ahora que sabía la verdad, la historia, lo tenía todo menos claro que cuando no sabía nada. Me iba a estallar la cabeza, la verdad había estado frente a mí y no me había dado cuenta. Quizás deseara mi ignorancia hasta cierto punto. 

Leí las cartas de nuevo, las tres, y en ese piso, en mi soledad, decidí señalar a un culpable. Yo hice la llamada. 

—Hola, ¿Charlie, verdad? —dije en un tono que pretendía ser amigable, disimulando la cólera que invadía mis sentidos. 

—Hola, Seven. Sí, soy Charlie. ¿A qué se debe el placer? Si te soy sincero, no esperaba una llamada tuya. 

—Me gustaría volver a quedar contigo. 

Directo al grano. 

—Oye...em… no creo que pueda.

Me lo esperaba, era un cobarde de mierda. No podría huir tan fácilmente. 

—Es importante. Para hablar de Blue, la he echado. Tú la conociste bien, quiero hablar un poco más contigo. 

Ahora no podía negarse, porque, para él, eso podría disparar las alarmas y hacerme dudar. No contaba con que yo ya conociera la verdad. 

—Vale, ¿en la misma cafetería? 

Cualquier lugar habría servido. 

—Me parece bien, ¿a las cinco? 

Una hora parecía suficiente, después me iría a llevar flores a Alexandre. Ojalá no se me manchara el traje, porque eso quedaría muy mal. Busqué entre los armarios, estaba escondido entre ropa que jamás me ponía. Quizás habría estado más visible si hubiera ido a su funeral, no fui. Si hubiera ido no habría sobrevivido al huracán, mientras todos se ponían trajes y compraban flores yo permanecí encerrado. Podía imaginarme a todos vestidos de negro, observando el cuerpo de Alexandre. Estoy seguro de que si su alma hubiera podido hablar y ser escuchada por nosotros habría dicho algo como "Espero que haya algo naranja, porque si no os habéis equivocado de cadáver." Eso me recordaba que debía ir a por una pajarita, obviamente de color naranja y flores del mismo color. ¿Sería el único en tener en cuenta ese detalle? Quizás. A veces, cuando perdemos a alguien olvidamos a esa persona y no podemos ver más allá de un cuerpo, recuerdos y el luto. Solo verían su dolor por la marcha de Alexandre y no pensarían en que su color favorito era el naranja y adoraba los tulipanes. 

Para cuando quise darme cuenta ya eran casi las cinco y caminaba hacia la cafetería. Ya llevaba el traje, la pajarita y el ramo de tulipanes en la mano. Charlie ya estaba allí. Nada más verme su expresión cambió, él sabía que algo no andaba bien. Hacía bien en desconfiar. Me senté frente a él. 

—Hola, Charlie. 

—Hola, Seven, ¿podrías decirme exactamente de qué querías que habláramos? 

Imaginaba que con aquella pregunta quería asegurarse de no salir mal parado. Tarde. Pagaría las consecuencias de sus palabras. Fui directo. 

—La verdad es que, mira por donde, sé que eres un gilipollas que salía con Blue, ¿creías que no te ocurriría nada si me mentías? Sé la verdad, Charlie. 

Podía apreciarse su nerviosismo a kilómetros. Una rata achantada. Seguramente lo que iba a hacer no era buena idea, él era más grande y tenía más fuerza que yo. Era tan sencillo como decir que el último gimnasio que pisé fue el de mi instituto. 

—¿Qué estás diciendo? No me digas que la crees, por dios, te tomaba por alguien más inteligente, ya lo habíamos hablado. 

—Me has mentido, admítelo de una vez. 

Ese fue el momento en el que se dio cuenta de que jugaba con la ventaja de la fuerza, porque su actitud cambió completamente. 

—Quizás cambiara y exagerara algunas cosas, pero qué importa, Blue es una zorra.

—No te atrevas a hablar así de ella, 

Y empezó. 

 Me levanté y me lancé a por él golpeándole. Me dolía la mano pero no me detuve, las peleas de las películas parecían menos confusas. Cuando salió del estado de shock yo también empecé a recibir golpes. La adrenalina me impedía sentir el dolor que debería haber sentido por la fuerza de los golpes.  



#6750 en Joven Adulto

En el texto hay: pasado, odio, compartir piso

Editado: 14.03.2021

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