Joseph VII Howard Duque de Buckingham y Hannover, mejor conocido como el coordinador de la carrera de artes, le echaba un ojo a los nuevos alumnos que tendría que guiar por las próximas tres semanas. Para ser un vampiro que vio alzarse la basílica de San Pedro, participó en al menos tres guerras independentistas y fue testigo del incidente de la patinadora Nancy Kerrigan, estar reducido a una oficina usando una simple computadora debería ser aburrido; pero prefería la calma para tomar un café sin peligro de ser atravesado por una estaca o jugar cartas con sus compañeros de trabajo.
Claro que los vampiros en la vida real no eran esos trajeados que se desintegran por el sol y el ajo, solo lo irritaba como si estuviera encandilado todo el tiempo e hiciera más calor que nunca; nada que el protector solar y gafas especiales no solucionaran, la sangre la obtenía de un vampiro que trabajaba en un banco de sangre y era de fiar, aunque no tenía mucho tiempo para hablar con él a diferencia de su juventud explorando la basílica de San Pedro. En Universidad Mayor no pasaba nada, un lugar tan aburrido que hasta la fecha solo había salido en los periódicos una sola vez, cuando fue fundada.
La primera semana no ocurrió nada, todos los chicos eran normales y cuando hablaba con ellos no veía nada fuera de lo común, los pocos casos donde mostraba una ligera preocupación fueron tres chicos con depresión evidente y a los tres les recomendó con mayor modestia ir con la psicóloga de la escuela. Uno se salió de la carrera y los otros dos se quedaron, se quedaron más que el semestre pasado con un récord de 10 bajas voluntarias.
En la segunda semana encontraron a un cerdo muerto con marcas de garras, la universidad era el centro de atención y Joseph fingió que fue una simple broma y se alejó de las cámaras, pasar desapercibido es la regla principal de un vampiro. No fue una gran sorpresa recibir al rector para encargarle a él la tarea de descubrir quién era el asesino de cerdos, él ya sabía de su naturaleza vampírica y no dudaba en pedirle ayuda cuando lo creía necesario. Joseph inició con visitas a algunas de sus clases, en sus expresiones se veía quienes estaban asustados, quienes no le daban importancia y los que se preocupaban de inmediato. Un grupo de 4 muchachos eran los sospechosos, una chica y tres chicos. Pensó en visitarlos en sus habitaciones en la tarde, esto hasta que los vio en el laboratorio.
Sus manos terminaban en filosas garras, al abrir su boca se asomaban 4 colmillos con rastros de sangre, sus orejas se habían visto puntiagudas y sus ojos dorados brillaban como los ojos de un gato. No eran bromistas, eran hombres lobos. Joseph perdió todo rastro de discreción al tropezarse con sus mismos pies y abrir la puerta al caer. Esos chicos estaban enojados y él muy arrepentido de visitarlos cuando la luna llena se alzaba y con su brillo inundaba el laboratorio. Los chicos perdieron el control y salieron corriendo hacia Joseph, quien no tuvo de otra más que correr buscando ayuda, pero el rector había declarado un toque de queda y no pensaba arriesgar a ningún estudiante.
Ya en el patio y con el enorme muro que separaba la jurisdicción de la escuela Joseph se tuvo que convencer que la única opción era sacar sus poderes vampíricos. No podía transformarse en murciélago y no tenía visión de rayos equis; pero contaba con sus propias garras más finas y blancas y grandes habilidades de lucha. Contenía sus ataques y trataba de no herirlos, no dejaban de ser sus estudiantes, sabía que debía hacer el suficiente daño para que recuperaran la consciencia.
Los golpeaba fuertemente en lugares que no eran mortales y cada golpe los volvía más torpes y más confusos, Joseph lograba detener el desastre que habría, el chico de cabello de largo fue el primero en caer y ayudar a Joseph a controlar a sus compañeros. En cuestión de hora y media logró contenerlos, eran novatos que habían sido mordidos en poco menos de un mes; ellos se disculparon por lo que había pasado, pero Joseph no dudó en aceptar sus disculpas, en sus inicios tenía problemas para contener sus ansias por la sangre y debió aprender a controlar sus instintos, así como ellos debían hacerlo. Joseph les dio una buena oportunidad:
— Veo que han sido unos estudiantes problemáticos, necesitarán la ayuda de un vampiro dispuesto a entrenarlos. ¿Qué dicen?
Editado: 25.01.2023