Sospechosos

SEMANA 3, HORA 3

  La atmósfera en la sala de interrogatorios estaba cargada mientras la detective veterana preguntaba a Evelyn Mitchell si sabía sobre el viaje de Claire a España. La viuda respondió afirmativamente; lo que me dejó un tanto perpleja. Sin embargo, al mirar a mi compañera, note que parecía extremadamente relajada, como si ya hubiera anticipado esa respuesta.

Entonces, pregunte cómo había llegado a conocer las intenciones de la secretaria de viajar a otro país. Evelyn tomó unos instantes para reunir sus pensamientos, mirando fijamente el suelo antes de responder con voz temblorosa:

—Fui yo quien compró los pasajes.

Su respuesta me volvió a dejar perpleja. Y en esa emoción le consulte por qué había organizado ese viaje. Evelyn suspiró y respondió con sinceridad:

—Necesitaba que Claire se fuera unos días para poder confrontar a mi esposo sobre su relación con esa mujer despreciable.

La detective veterana no tardó en intervenir, apuntando con firmeza:

—No eres muy convincente mintiendo, Evelyn. Sabemos que estabas al tanto de la relación entre tu esposo y su secretaria desde hace tiempo.

Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de la viuda mientras luchaba por hablar con palabras entrecortadas.

—Aunque sabía que John me era infiel, lo amaba con todo mi corazón. Jamás pensé que una tragedia así pudiera ocurrirle al padre de mis hijos.

La confesión de Evelyn Mitchell arrojó luz sobre sus sentimientos hacia su esposo y planteó nuevas preguntas sobre su papel en los eventos que llevaron a la muerte de John Mitchell. La investigación se volvía cada vez más compleja, y estábamos decididas a descubrir la verdad detrás de esta intrincada trama familiar.

 

  La detective veterana continuó su interrogatorio con Thomas, preguntándole si estaba al tanto del viaje de la señorita Claire. El mayordomo asintió, explicando que había organizado el viaje por solicitud de la señora Mitchell. Esta le había pedido que retirara los pasajes de avión que ella tenía en su oficina y los entregara a Claire.

Entonces proseguí, interesada en conocer el propósito de ese viaje.

Thomas parecía tenso cuando respondió, indicando que la señora Mitchell le había informado que el viaje tenía como objetivo que el joven David firmara algunos documentos. La detective profundizó su indagación, preguntando sobre la naturaleza de esos documentos. Thomas, visiblemente incómodo, expresó su deseo de revelar únicamente lo que había sido discutido en presencia de la señorita Claire, y enfatizó que prefería tener un abogado presente si las preguntas se centraban en conversaciones privadas con la señora Mitchell.

Mi compañera le aseguró que eso no era necesario en ese momento, y procedió a formular otra pregunta. Querían saber sobre qué tema había tratado Thomas con la señora Mitchell y Claire. La respuesta del mayordomo fue tajante:

—Sobre la herencia del señor Mitchell.

 

  Después de que Claire terminara su vaso de agua, la detective veterana no perdió tiempo en señalar que había estado mintiendo durante varios minutos. Claire intentó aparentar confusión, entrecerrando los ojos y encogiendo los hombros. Sin embargo, la detective le instó a dejar de actuar de manera evasiva y a tomar la conversación en serio. Con un suspiro, Claire finalmente cedió y prometió contar la verdad.

—Está bien, lo contaré todo —dijo con un tono más serio—. Sí, fue la señora Mitchell quien compró mis pasajes.

La detective continuó preguntando por qué Evelyn Mitchell le había organizado ese viaje. Claire explicó que la señora Mitchell quería que se alejara durante unos días, que la quería lejos de todos.

Pidió un poco más de agua y luego prosiguió con su relato. Reveló que Evelyn Mitchell le había hecho saber que ya estaba al tanto de su relación clandestina con su esposo y que, cuando intentó negarlo, la señora Mitchell le dijo que no mintiera, que ya había visto las fotografías.

La sorprendente afirmación dejó a mi compañera (y a mí) completamente atónitas. Nos miramos una a la otra, compartiendo la misma expresión de incredulidad mientras intentaban comprender la complejidad de la situación. La investigación había dado un giro inesperado y estaba lejos de llegar a su conclusión.

 

Después de tantos interrogatorios, me di cuenta de que necesitaba un breve respiro. Le dije a mi compañera que iba al baño y que volvería en unos momentos. Me levanté de mi silla y salí de la sala.

Mientras caminaba por el pasillo en busca del baño, escuché una voz susurrando mi nombre en un tono misterioso. Giré rápidamente, tratando de identificar la fuente de la voz.

Mis movimientos me llevaron hacia una puerta entreabierta en la penumbra. Intrigada, entré a la habitación semiiluminada y, mientras buscaba el interruptor de la luz, la puerta se cerró detrás de mí de manera repentina y silenciosa, dejándome sumida en la oscuridad y con el corazón latiendo con fuerza.

 —Tranquilízate —susurró una voz misteriosa desde algún lugar en la habitación. Reconocí esa voz y suspiré, relajándome. Sabía quién era.

Mientras intentaba encontrar el interruptor de la luz, escuché pasos acercándose a mí en la penumbra. Una mano sostuvo mi cintura con delicadeza, y yo respondí de la misma manera.

Labios extraños, pero familiares, comenzaron a besarme apasionadamente el cuello mientras yo intentaba decir algo, pero luego esos labios se movieron a los míos, silenciándome con un beso ardiente.

En medio de ese frenesí de pasión, escuché que la voz de mi compañera decía mi nombre por el pasillo. Mi corazón volvía a latir con fuerza en mi pecho mientras el temor de ser descubierta se apoderaba de mí. La voz misteriosa me susurró al oído que me tranquilizara y que, en cuanto la puerta de la habitación de interrogatorio se cerrara, podría salir de ahí.




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