...
— Damián, creo que debes ir a la tienda a comprar un poco de…
La voz de mi mamá se filtró entre nosotros y fue como un baldado de agua fría. Samanta se alejó de mí con rapidez casi tropezando sobre sus pies.
—Oh, disculpen—murmuró mi mamá con voz apenas audible, prácticamente huyendo—
Mi respiración era rápida y superficial. Quise acercarme de nuevo, pero la mirada aterrada de Samanta me hizo retroceder. Sus mejillas estaban enrojecidas y se llevó la mano a la boca, presionando sus labios en un intento de borrar el beso. Mi pecho se apretó dolorosamente ante el gesto. Es como si quisiera anular la evidencia de lo que acababa de suceder.
—Samanta— Susurré con precaución mientras mi mente iba a mil—
Se estremeció, y se acercó al sofá por su maletín.
—Dile a tu mamá que gracias por la invitación, pero me tengo que ir— Murmuró evitando mirarme—
Entré en pánico, al verla recoger sus cosas y salir a toda prisa de la casa.
—¡Espera, no te vayas! — Dije apresuradamente, siguiéndola—
Antes de subir al auto, giró ligeramente su cabeza y me miró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y había tanta rabia dentro de ellos que tomó todo de mí no caer de rodillas y suplicarle que no se fuera.
—Si este es tu plan, pierdes el tiempo, Damián—
El golpe seco de la puerta resonó en el silencio del barrio, y la vi alejarse, llevando consigo la última gota de cordura que me quedaba. Me quedé allí de pie en el porche sintiendo el aire fresco de la tarde contra mi piel. La rabia en su mirada, era una mezcla de dolor y…miedo ¿tal vez?
Creí que al besarla podía obtener un poco de claridad sobre sus sentimientos, sin embargo, estoy más confundido que antes. Ella correspondió mi beso, y podría jurar que le gustó tanto como a mí. ¿Por qué se fue? No entiendo.
Qué estúpido de mi parte creer que cinco años separados pueden desaparecer con un simple beso. El impulso de besarla me puede costar no solo mi estabilidad emocional, sino también la posibilidad que ella no quiera volver a verme.
El pensamiento hizo eco en mi mente, y un dolor agudo se instaló en mi pecho. Es como si hubiese retrocedido aquella tarde en la que me miró entre lágrimas y me dijo que tenía que irse. Que ironías de la vida. Hoy se siente igual que ese día, con la diferencia que hace cinco años rechazó nuestra amistad por presión de su familia…Y hoy lo hizo por decisión propia.
¿Realmente puedo recuperar su amistad y dejar atrás lo que siento por ella?
—¿Damián? Entra a la casa, hijo. Hace frio afuera— Murmuró mi mamá desde la puerta en tono cariñoso—
No tuve que volver la mirada para saber que me estaba esperando con un té en la mano y con una expresión seria. Realmente no quiero hablar con nadie ahora, y mucho menos si ella está en modo psicóloga, pero sé que es una conversación difícil de evadir. Si no lo hago ahora, entonces estará sobre mí hasta que me dé por vencido.
Caminé hacia la casa en silencio casi arrastrando los pies. Me senté en el sofá y solté una gran cantidad de aire.
—¿Y bien? — Pregunté desanimado—
Ella me dio una de sus miradas psicoanalíticas, y me preparé mentalmente para la charla motivacional.
Los siguientes días pasaron en un borrón de muchas cosas por hacer. Gracias al cielo las cosas en la escuela volvieron a estar tranquilas. Cada vez que Baxter se aparecía en los pasillos nos ignoraba, al igual que Estefany. La novedad de la pelea fue remplazada por un nuevo chisme, y por fin pude caminar sin que todo el mundo estuviese señalando mis moretones.
James, Ben, y yo estábamos enfocados en los entrenamientos. El equipo trabajó día y noche para el partido de la final. El entrenador estaba muy satisfecho con el resultado. Todo parecía ir según lo planeado. Aún tenía en mi mente lo que pasó con Samanta, pero después de hablar con James, decidí dejar que las cosas se calmaran un poco. No tengo idea que hacer o decir si me la encuentro por ahí, cosa que es muy improbable, pero no quiero pensar en las consecuencias de mi arrebato. Lo único que importa ahora es ganar el partido del torneo. Se lo debo al equipo.
—Oye, Damián, lo de Brian es mañana después del partido. Ganemos o perdamos, no hay excusa— Dijo James mientras termina de recoger los balones en la cancha—
—¡No seas aguafiestas, idiota! — Explotó Ben— ¡nosotros ganamos ese partido mañana! Lleva tu cara de culo y mala suerte lejos de mí, joder—
—¡Solo digo, viejo! ¡Esos tipejos de Hamilton son unos salvajes! Se creen mucho con sus autos caros y uniformes de marca, pero en realidad son unos malditos. ¿Viste lo que pasó en su último? —
—Si, bueno, nosotros tenemos mejor equipo que ellos y debemos aprovechar esa ventaja, James. Con la táctica del entrenador y jugando limpiamente, vamos a ganar—
James dejó caer la tula de balones y se acercó corriendo mirándome con el ceño fruncido.
—Joder, Damián, a veces creo que eres demasiado estúpido. El pívot de Hamilton te tiene ganas hace rato. Debes tener cuidado, amigo. Una lesión en este momento sería la muerte para nosotros. Eres el mejor del equipo—
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Editado: 10.12.2025