―¿De verdad piensas seguir enojado? ―Iván me mira divertido y yo solo resoplo, mientras termino de acomodar las sabanas limpias en la cama.
Desde luego que se quedara en la casa, para mi alivio, mi madre pareció más que encantada con él, porque sabe cómo ganarse a una mujer, aunque también es cierto que Rebeca ahora siempre parece estar de buenas, ni siquiera mis descaros y puntadas la ponen de mal humor y eso es raro, además de que hace que meterme con ella no tenga mucho sentido.
Por otra parte, aunque se quedará, obviamente no será conmigo, por aquello de los conejos y los ruidos. Iván no ha dejado de divertirse, primero con la cara del Andrés y luego con la lengua suelta de mi madre, así que ni siquiera le importa dormir en la antigua habitación de Sara.
Y hablando de ella, esa es otra que nos miró con sospecha y es que más allá de que la presencia de mi amigo calmara las cosas, como él asegura pretendía, tanto Sara como Ivonne parecen oler que hay algo pasando entre Andrés y yo, especialmente después de que ese tonto simplemente se esfumó. No, si para las cosas que debe ser inteligente se pasa de bruto.
―Peter. ―Lo señalo con el dedo, negando la cabeza.
―Es que ni siquiera me avisaste. Y luego lo del novio…
―Eso fue genial, no lo niegues. Y lo otro, fue porque lo más seguro es que hubieras dicho que no hacía falta―murmura nada contento―. Ya te conozco, a veces pienso que te avergüenzas de mí.
―Tonto. Eso nunca, es solo que no hay mucho que ver por acá.
―Yo no lo veo así. Son solo unos días libres y creo que no me aburriré.
―Ya me di cuenta. ―Miro la cama, que no ha quedado tan mal. Ahora que Sara vive con Matías, me toca ser la chachacienta, porque Pancha con trabajos lava el plato en que traga, es más comodina que yo―. Listo. ¿Qué? ―pregunto cuando mantiene su sonrisa burlona, viéndome atento―. ¿Qué? ―insisto con algo de impaciencia.
―A diferencia de lo que dices que este tipo afirma, en mi opinión, no parece que no le importes.
Gruño. ¿Por qué que otra cosa puedo hacer? Estoy intentando no tomarle aprecio a las reacciones del cabrón de Andrés, porque para empezar no olvidaría lo que me hizo y luego está la cosa más grande… ¡se va a casar! Y yo… yo me iré. Eso es lo mejor para todos, especialmente como las cosas entre nuestros padres pintan.
Ay, Rebeca. ¿Por qué con él?
Me siento en la cama y niego.
―No veas cosas donde no las hay. ¿Te conté que es el hijo del novio de mi madre? ―Da un silbido admirado, acercándose al otro borde del colchón.
―¿Júralo? ―Se lleva la mano a la boca―. ¿O sea que podrían ser hermanastros y toda la cosa de la familia feliz?
―Muérdeme. ―Suelta una carcajada.
―Tu madre dijo que no podemos hacer eso, recuérdalo ―ironiza disfrutando del momento. No, si con esos amigos, ¿para que quiero enemigos?
―Cállate. Te advertí que por aquí no somos normales.
―La normalidad está sobrevalorada, cariño. ―Hace un gesto restándole importancia―. Además, con todo eso, te han aceptado como eres. No puedes quejarte. ―Auch. Siempre olvido que su familia es una mierda por no respetar su orientación y por como lo trataron.
―Cierto. Y volviendo al tema, debemos tener cuidado, porque tanto Sara como Ivonne sospechan que pasó algo y lo que menos quiero es eso.
―No serias tú el que quedaría mal.
―Oh, claro que sí. ―Debo admitir que mi reputación no es muy buena y no es que obligue a alguien a bajarse los pantalones, porque solitos lo hacen, pero siempre he alardeado y seguro me tachan de corrompedor―. Va a casarse y yo no me meto con casados ni comprometidos.
―Como sea. De lo otro, ¿estas seguro que nadie sabe lo que pasó? Porque no es que sean muy buenos ocultándolo.
―¡¿Qué?!
―Tú nunca eres espinosito con nadie, ni aunque te caiga mal y cada vez que lo ves, pones cara de calcetín sucio. Y el otro, parece alma en pena. Ahí, hay gato encerrado. Lo gritan.
―Jódeme.
―Ya te dije que…
―Cállate. ―Esto es muy jodido, especialmente, porque en unas semanas tendremos otra cenita familiar.
―Tranquilo ―dice con una enorme sonrisa―. Me tienes aquí, así que puedes aprovecharme y también darle realismo a eso de mudarte.
―¿Qué?
―Aja. Puedes decir que te vas, porque me amas, además del trabajo y no se vería nada forzado o como si estuvieras tratando de escapar.