―¿Resaca? ―Levanto los ojos de mi plato con cereal y miro a Pancha, que, a diferencia de mí, no parece como si le hubiera pasado un tren por encima. Y no solo lo parece, es justo como me siento.
―Algo así ―digo entre dientes, sin ganas de meterme con ella.
Y es que mas que una resaca por alcohol, tengo una resaca moral. ¿Qué como puede ser? Pff. Incluso yo tengo algo de consciencia y después de haberme delatado y golpeado al Andrés, tengo que admitir que me sentí mal. Lo sé, lo sé, estoy, pero si bien pendejo, porque incluso con todo lo ocurrido y con saber que no tiene pantalones, sigue importándome.
Ni siquiera Sara fue tan tonta con su ex.
―Estuvo feo lo que le pasó a Andrés, ¿verdad? ―Lucho por mantener mi expresión en blanco y no mostrar que sé perfectamente que todo ese cuento de que lo asaltaron fue solo una tapa para nuestro pequeño agarrón.
Porque si, cuando volví a la sala, me encontré con había ido por más hielo y cervezas. ¿Quién puede creerse algo así? Lo peor vino cuando llego todo revolcado y sucio y dijo que lo habían asaltado. Algo en lo que nadie reparó fue que seguía usando su reloj y el dinero. Esta bien tonto. Pero todo eso bastó para que la cena de acabara y todo el mundo se marchara.
Eso no estuvo tan mal, porque eso de fingir comenzaba a cansarme.
―Aja.
―Me parece raro, porque, aunque hay ladrones en el pueblo, siempre respetan a los de aquí. ―Entrecierro los ojos, preguntándome si es que no tiene sentido común―. Aunque claro, no viene mucho. Por cierto, gracias por cuidar a la niña, me dejaste cenar y estar.
―De nada ―digo secamente―. Solo no te acostumbres. No siempre estaré de humor. ―Ella resopla y toma una taza para servirse café.
Es muy temprano para nosotros, pero prácticamente no he dormido nada, así que opte por poner café y calentar la cena. Ni siquiera me mire en el espejo, debo parecer un panda malhumorado, me siento como en esos animes donde hay una nube negra sobre los personajes. Aunque esa nube tiene nombre y es un cabrón.
No puedo creer que pensara que seria tan facilote, como para ignorar que dentro estaba nuestra familia y su prometida.
―¿Puedo hacerte una pregunta? ―La miro con curiosidad. Da un trago a su bebida y se acerca a la silla de mi costado. Quiero decirle que no estoy de humor, pero ha estado muy quietecita, eso no puede ser nada bueno. Esta mientras mas dócil, es peor lo que hará.
―Dime.
―Bueno… ¿Cómo sabes que alguien va en serio contigo? ―¡Bingo! Lo sabía.
―Soy gay. Todos los de por aquí solo buscan un revolcón y listo.
Se siente un poco amargo, porque por primera vez he considerado buscar algo mas que solo unas horas.
―Si, si, pero ya sabes. Supongo que justamente porque eres gay, sabes mejor de ellos que yo, no debería ser muy diferente, ¿cierto?
―Uhg. ―Finjo pensarlo―. Usualmente te diría que fueras empalagosa y probaras su tolerancia.
―Eso ahuyentaría a cualquiera.
―No siempre. Otra cosa, es sugerir lo de conocer a tu familia, pero…
―¿Pero?
―No aplica en tu caso. ―Me pone cara de fuchi, pero la ignoro.
―¿Qué quieres decir con que no aplica? ―Agito la mano, buscando una forma sutil de decirlo.
―Pancha, eres madre soltera, para muchos hombres no calificaras para relaciones formales.
―¡¿Qué?! ―Ahora sí que se ve ofendida y eso que busque ser sutil. Se levanta tan rápido, que casi derrama su café.
―Siéntate. No es una ofensa, solo digo lo que veo.
―No me digas.
―¿A cuántas madres solteras has visto con marido a la primera? ―Se queda pensando, porque en el pueblo a las pocas, les ha sobrado quien les pida un revolcón, pero no más y lo único que aumenta es el número de bendiciones―. La mente de las personas es muy pequeña, de alguna manera nadie ve mal usar a alguien que ha fracasado. Ahora volviendo a tu pregunta, prueba esto, caliéntalo, has que se quite la ropa y cuando lo tengas agarrado por las pelotas pregúntale: ¿Me aceptas con todo y mi hija? ―Trueno los dedos y me apoyo en la mesa―. De su respuesta depende todo. ―Pancha no dice nada y entonces entiendo que este tema ya fue tocado―. Estás bien pendeja, Pancha. Te dijo que te quería sin la niña, ¿verdad? ―Ella no dice nada, solo se sienta de nuevo y clava la vista en su bebida―. Lo dicho, estás bien mensa.
―Es que…
―Es que justo a esto me refiero con que las cosas son distintas para ti.