Julieth.
—Papá por favor escúchame déjame ayudarte en la empresa debe haber una forma de que no me case con ese hombre —por última vez hago el intento de cancelar esa boda.
—No Julieth la empresa necesita la unión de los De Angelis Riveiro con los Palmierí, no está a discusión te vas a casar porque así yo lo digo —lo miro a los ojos.
—De verdad no me quieres papá —una sonrisa burlona se dibuja en su rostro.
—Sabes cual es la respuesta no es así.
—Quiero escucharlo una vez más de tus labios y te juro que ya no te molestare más, es más acepto mi matrimonio con ese hombre con tal de pagarte lo que supuestamente te debo —digo decidida.
—De acuerdo Julieth, no te quiero y nunca te querré, no debiste nacer, tú —sus palabras duelen. —sin tan solo él… —susurra algo más que no logro escuchar.
—Bien Greyson que así sea, espero que después de la maldita boda no nos veamos más nunca. Así como ustedes me desprecian yo los desprecio aún más, olvídense que alguna vez yo fui parte de su familia
—Favor que nos haces Julieth —giro sobre mis talones y saldo del despacho.
Hoy es el gran día, pero para mí es el peor de todos.
Me miro al espejo, cubro mi rostro con el velo, odio este vestido, si alguna vez añore usarlo hoy me arrepiento, no quiero usarlo y mucho menos si no conozco al hombre con el que me voy a casar.
Odio mi vida, las lágrimas se vuelven a escapar, dejo escapar un sollozo.
—Ya estás lista —meto mi mano dentro del velo y limpio las lágrimas con brusquedad. —mírate estoy seguro de que tú futuro esposo quedará impresionado.
—Ya basta, guarda tus estúpidos halagos —giro hacia ellos. —pagaré mi deuda que supuestamente tengo con ustedes, pero como les dije a ambos, después de la boda se olvidan de que estuvieron una hija, así como yo olvidaré que alguna vez estuve padres, desde hoy seré huérfana.
—Para que seas huérfana deberías adoptar otro apellido querido.
—No te preocupes Margot yo cambiare mi apellido cuanto antes.
—Eso sería lo mejor Julieth nadie te extrañara, seremos felices de no verte nunca más —responde la que se supone es mi madre.
—Así será Margot y Greyson, les deseo toda la felicidad y espero nunca me vuelvan a necesitar para absolutamente nada —les digo con un gran dolor en mi pecho.
Ellos decidieron sacarme de su vida desde mi nacimiento yo también los sacaré de mi en el momento que diga si acepto, para mí ya no existirá Margot y Greyson Palmierí.
—Esto será lo último que hagamos juntos Julieth —Sonrió sin emoción.
—Greyson nunca hemos hecho nada juntos, las fiestas que dabas en mi honor lo hacías para fingir ante la sociedad, así como lo que estás haciendo en este momento, claro que esta vez es por tu preciada empresa —camino delante de ellos. —los dos no son más que unos hipócritas —siento que alguien me toma del antebrazo.
—Será mejor que te calles.
—Descuiden lo último que oirán de mí será esto que acabo de decir —subo a la limusina que nos transportará hasta la iglesia donde se llevara la ceremonia.
Ambos se sientan frente a mí sin decir nada más, y no creo que tengan algo más que decir.
Greyson toma mi mano al estar cerca de los invitados por más que quise enterrarle las uñas no lo hice, no vale la pena.
Camine con la frente en alto hasta llegar donde estaban tres hombres parados no tenía idea de cuál de ellos sería mi esposo, hasta que el hombre que me engendro coloco mis manos sobre las manos del hombre más alto de los tres. Al tocar mis manos con las de él sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo y no es de esos que te dejaban con ganas de seguir sintiéndolos. Sino ese que te da deseos de salir corriendo.
Todo él era como sentir un témpano de hielo a tu alrededor.
—Te entrego a mi hija cuídala mucho —quise reír más me abstuve.
—Será un gusto señor Palmierí —su voz era fría, se notaba que tampoco estaba emocionado por dicha unión.
Empecé a idear un trato del cual nos podríamos beneficiar ambos, ya estaba ideando mi plan para poder salir de esta cuanto antes.
Terminamos de llegar al altar y el sacerdote empezó la ceremonia, ignore cada palabra que él sacerdote decía…
Nos paramos frente a frente para repetir las palabras que nos decía él sacerdote, primero las repitió él y luego lo hice yo, luego vinieron los anillos, toma un anillo y tomo mi mano.
—Yo Anthony De Angelis Riveiro te desposo a ti Julieth Palmierí para amarte en la salud y en la enfermedad —repetía cada palabra que decía el sacerdote, mientras deslizaba el anillo por mi dedo.
Tome el anillo que quedaba y tomó su mano izquierda.
—Yo Julieth Palmierí te desposo a ti Anthony De Angelis Riveiro como mi esposo —repetí cada palabra con voz neutra, deslicé el anillo hasta el final de su largo y frío dedo.
—Por el poder que me confiere la ley de Dios y el hombre yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia —mis manos empezaron a sudar.
El hombre que ahora era mi esposo, el cual llevaba por nombre, Anthony, levanto el velo con cuidado, era como si estuviera miedo de verme, no sé. Al llevar el velo sobre mi cabeza me miro a los ojos, sentí la mirada más fría que alguien me hubiera dado.
Se acercó a mí y paso una de sus manos por mi cintura, me pego a su cuerpo y me beso como si no quisiera tocar mis labios, coloqué mis manos en su pecho y seguí su beso con sabor a decepción, frustración y enojo.
Fue el beso más insípido y sin emoción que me hayan dado en toda mi vida, y no es que me haya besado con miles de chico, es más ni siquiera me he besado, pero este beso no se sintió real, no es como pensé que sería.