Su esposa de titulo.

Una nueva Julieth. Capítulo 4.

Una nueva Julieth.


 

Julieth.

 

Me levanté de la cama y abrí el cajón donde estaba una caja de terciopelo, toque el anillo, ese anillo infernal que me decía que estaba casada, pero sin esposo, lo deslice por mi dedo y lo metí en la caja. Desde hoy seré una mujer soltera.

 

Desde hoy seré Julieth Ellis, pues hace seis meses pude cambiar mi apellido y adopté el de mi abuela.

 

Ya no soy esposa y mucho menos hija, aunque hace rato deje de serlo, guardo la caja de terciopelo en el mismo lugar y me meto a la ducha.

 

Tomo una ducha larga y renovadora, ya no me lamentaré más de mi suerte, es hora de surgir de las cenizas y levantar vuelo.

 

Salgo de la ducha, me visto, me peino, bajo las gradas para preparar mi desayuno…

 

Busco la carpeta y la llave, esa llave que lleva guardada desde que mi difunta abuela me la entregó.

 

Tomo mi bolso y salgo de la habitación, sacó mi móvil y le marcó al notario que lleva el testamento.

 

—Buenos días señorita Palmierí —dice al contestar.

 

—Buenos días. Señorita Ellis, Julieth Ellis por favor —respondo.

 

—Oh disculpe usted señorita Ellis.

 

—Lo llamé para avisarle que desde hoy voy hacer uso de la herencia que me dejó mi abuela.

 

—De acuerdo, puede pasar por mi oficina para firmar los documentos que requieren de su firma.

 

—Por supuesto, ya voy en camino.

 

—Aquí la espero —cuelgo la llamada y bajo las gradas tomó las llaves del auto salgo.

 

Hace ocho años mi abuela paterna murió, fue la única que me brindo amor, además de eso mi padre la odiaba por divorciarse de su padre, para mi padre ella era la mala la causante de que el abuelo se fuera con otra, en fin. Ella me dejó su pequeña fortuna.

 

Desde el día de hoy empiezo una nueva vida, el día de hoy me sacudo las cenizas para ser la nueva Julieth, esa Julieth que deseaba ser hace muchos años atrás.

 

Al llegar al edificio donde trabaja el notario bajó y me adentro en el subo el elevador y marcó el número del piso.

 

Al llegar busco la oficina y en el transcurso de mi caminar alguien choca con mi hombro, miró a la persona quien trae un montón de carpetas y su visibilidad es nula por la pila de estas.

 

—Disculpa no te vi —dice un muchacho, mirándome.

 

—No, la culpa es mía, venía distraída —digo apenada.

 

—Busca a alguien, tal vez la pueda ayudar.

 

—Sí busco al licenciado Godoy.

 

—Es la última puerta a la derecha.

 

—Gracias.

 

—Un gusto.

 

—Igualmente —camino hacia la puerta y toco.

 

Espero que me den el pase, la puerta se abre y por la puerta sale un hombre quien me mira de arriba abajo.

 

—Godoy te buscan.

 

—Pase señorita Ellis —dice desde dentro, el hombre se coloca a un lado para que pase.

 

—Te aviso cualquier novedad, espero que ella acepte —el señor que está sentado detrás del escritorio asiente.

 

—Tome asiento señorita Ellis, es un gusto conocerla —dice extendiendo su mano, la tomo y me siento al soltarla.

 

—El gusto es mío.

 

—Esta es la documentación que debe firmar para que todo quede a su nombre, podrá disponer de todo hoy mismo —miró al hombre sorprendido. —la señora Ellis dejó todo preparado antes de su partida —asiento.

 

Me hubiera gustado estar con ella mucho más tiempo pero mis padres siempre me mandaban a campamentos de lo que fuera si no era eso eran cursos, y todo lo hacían para mantenerme alejada de ellos.

 

—Has pensado en que invertir tu abuela me habló de algunos planes que le habías contado a los quince y me pidió que si aún estabas interesada en ellos te ayudará en todo lo que pudiera —Sonrió.

 

—Ese sueño no se ha ido aún, es más desde hoy empezaré a buscar un local para ello.

 

—No tienes que hacerlo, tú abuela tenía un local ya no se usa, pero con algo de mantenimiento y algunos arreglos te podrá servir.

 

—Sí ya sé cual es el salón donde ella daba clases de baile, siempre me gustó ese lugar, no sabía que era de ella, pensé que lo alquilaba.

 

Continuamos hablando de la abuela y luego de las pertenencias que ella me dejó, como el del apartamento de la que ella era propietaria, también tenía acciones en la empresa de mi padre la cual pienso vender ya que ella también lo quería hacer, pero como pensó que yo quería formar parte de esa empresa, además de eso me dejó una cuenta de banco centavos como decía ella.

 

El señor Joel Gadoy era un buen amigo de la abuela. Fuimos al local donde impartía sus clases de baile profesión que una vez desempeñó con mucho amor, siempre quise aprender pero nací con dos piernas izquierdas.

 

En fin el lugar estaba en un buena locación, algunos arreglos y podía empezar a amueblarla.

 

Durante dos semanas estuve haciendo limpieza y haciendo arreglos, además de eso empezamos a dividir el lugar y al cabo de un mes tenía el lugar listo para empezar a funcionar además de eso el señor Joel me ayudó con la publicidad.

 

Cinco personas llegaron buscando trabajo por lo que solo me quedé con tres, estoy empezando y por ahora solo con tres era suficiente.

 

Nuestro primer trabajo fue organizar un cumpleaños y una que otras fiestas leves, nuestro primer año no fue fácil, por más que me esmeraba no conseguía buenos clientes.

 

Los siguiente meses contratan nuestros servicios para pequeñas fiestas de empresas y poco a poco los clientes empezaron a llegar, meses después nos contrataron para hacer una despedida de soltera, la clienta quedó tan encantada que nos ayudó llegar a más clientes, luego vinieron los baby shower y así fuimos creciendo.




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