Su esposa de titulo.

Encuentro inevitable. Capítulo 5.

Julieth. 

 

—Es un placer señorita —dice besando mi mano.

 

—Con permiso voy un poco retrasada.

 

—Disculpa no te quito tiempo,  supongo que vas a buscar al pequeño Chase.

 

—Sí, no sabía que se conocían.

 

—Somos muy buenos amigos —asiento.

 

—Así que tú eres su amigo grande.

 

—Eso te dijo.

 

—Sí, nos vemos  —le sonrió y me adentro en el elevador.

 

—Nos vemos señorita Ellis —asiento.

 

Sé que lo he visto en otro lugar, pero aun no lo saco, sacudo mi cabeza.

 

—No es importante Julieth —al salir del elevador subo al auto y conduzco hasta mi nuevo destino…

 

Al día siguiente tenía un evento de una quinceañera así que andaba con los pelos de punta, es difícil complacer a un adolescente.

 

Primero supervisé que todo estuviera como ella lo había pedido, luego di las indicaciones para que todo se llevará a cabo según lo pedido.

 

—Julieth la torta aún no llega y creo que no va llegar —lo que me faltaba.

 

—No me digas eso Carola —suelto un suspiro. —es que siempre alguien tiene que ponerme el pie —tomó mi móvil y llamó a la pastelería que se encargaría del pastel.

 

Me informan que el pastelero se reportó enfermo, algo que me llena de coraje, pero debo tragarmelo.

 

Lo único que me queda es recurrir a mi pastelero y él es el único que me cumple.

 

—No me digas que te fallaron nuevamente —dice el hombre al otro lado de la línea.

 

—Hola, Jaffee, dime que tú si me hiciste mi pastel, por favor, dime que sí —diga rogando al cielo que sí.

 

—Debería castigarte por ello Julieth.

 

—Corazón, te acuerdas que te lo pedí a ti y me dijiste que estarías ocupado.

 

—No lo recuerdo en este momento, tengo perdida de memoria.

 

—Jaffee cariño por favor, eres mi salvación dime que solo falta la decoración.

 

—La decoración está, solo hace falta que vengan por él.

 

—Me acabas de salvar, Jaffee, por eso te quiero mucho, si sabes que te quiero ¿verdad?

 

—Por supuesto, solo me quieres cuando te conviene, pero esto te costará, Julieth.

 

—Pagaré lo que tenga que pagar, no me queda de otra, juro que hoy le halare la oreja a unos cuantos.

 

—Te espero para tomarnos unas copas.

 

—Porque no, eres mi repostero favorito, mm me tienes mi pedido de mañana.

 

—Sí corazón, ya tengo todo; nos vemos en la noche —cuelgo la llamada y miro a mi compañera de trabajo el día de hoy.

 

—Listo problema arreglado, llama a Fede, que vaya por el pastel a nuestra pastelería principal.

 

—Enseguida capitana —Sonrió.

 

Sigo revisando cada detalle, a veces las personas se fijan en los mínimos detalles para hacerte ver como un inepto que no sabe lo que hace, me ha tocado muchas veces pero ya he aprendido de esos pequeños errores.

 

Las horas pasaron tan rápido que ya estábamos recibiendo a los invitados y guiandolos a sus respectivas mesas.

 

Todo se dio de manera amena y armoniosa la quinceañera y sus padres quedaron satisfechos con la organización, en fin con todo, eso es lo que busco de cada evento que lleve a cabo.

 

Al salir de la celebración conduje al apartamento de Jaffee.

 

—Llegas media hora tarde —dice al abrir la puerta.

 

—No eres mi pareja para ser puntual —reprocho, me adentro al apartamento tomó asiento al igual que él.

 

—Deberías buscarte una y olvidarte de ese patán —empiezo a reír.

 

—En verdad crees que me estoy guardando para cuando le dé la gana de aparecer, no mi amor gracias pero así estoy bien.

 

—Por cierto que has sabido de él —levantó la ceja.

 

—Nene, tengo cosas más importantes a las que estar pendiente.

 

—Olvidemos ese tema, ¿cómo te fue hoy?

 

—Ya sabes otro cliente satisfecho y con otra propuesta de un banquete empresarial.

 

—Salud por eso nena, tienes que creer en ti para lograr todo esto.

 

—Lo sé, no ha sido fácil, pero aquí estoy dando la lucha a pesar de todo los obstáculos.

 

—Yo lo sé mejor que nadie —sonrío.

 

Ha Jaffee lo conocí hace cuatro años estaba tan desesperada por conseguir un pastelero que hiciera un dulce afrodisíaco aunque no lo crean hay personas con gustos extraños. En fin, una de las chicas me mencionó la repostería donde trabaja Jaffee y desde ese día nos volvimos grandes amigos, confidentes, él me cuida como un hermano al igual que yo a él.

 

Y no crean que porque es un repostero está pasado de peso, no pues es un hombre encantador con un cuerpo de ensueño.

 

Después de compartir unas cuantas copas me despido.

 

—Puedes quedarte si deseas.

 

—Me esperan en casa.

 

—¡Oh rayos verdad! Dale muchos besos de mi parte —asiento.

 

Conduzco al edificio, necesito descansar necesitaré mucha energía para mañana, estoy más que segura que el insistente estará desde temprano martillándome la cabeza.

 

Y como lo pensé así mismo fue desde las ocho de la mañana estaba llamando, y por más que le dije que todo estaba listo para la fiesta en la noche el hombre a cada dos hora llamaba.




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