Capítulo 11. No necesitas saber la verdad

Alicia se despertó ansiosa.

No por lo que le pasaba por la noche. No, la noche con Max dejó huellas en su alma, pero los sentimientos eran complejos, de múltiples capas. No podía entender qué era exactamente lo que le temía. Tal vez porque era diferente. Tal vez fue porque le hizo creer cosas que nunca aceptaría en otra persona.

Pero en ese momento, a la mañana siguiente, su ansiedad provenía del hecho de que Max se estaba distanciando de nuevo. Parecía estar ocultándole algo. Sus ojos ya no se iluminaban cuando la miraba. Él era... congelado.

Lo notó cuando entró en la habitación, como si no supiera qué hacer consigo mismo.

—Max... —Dijo su nombre en voz baja, pero su reacción fue contenida—.

– Alicia. Su voz era fría, casi severa. No dijo nada, simplemente se acercó a la mesa, tomó su teléfono y comenzó a revisar los mensajes.

Alicia sintió que algo se encogía dentro de ella. Claramente no le gustaba algo, algo andaba mal.

"Me estás ocultando algo. "No fue una acusación. Era más bien una observación.

Max alzó la vista y sus ojos volvieron a brillar con esa ardiente determinación que siempre hacía que su corazón latiera más rápido. Pero ahora parecía una defensa, una barrera que él había construido entre ellos.

—No hace falta que lo sepas todo, Alicia —su respuesta fue tranquila pero dura—.

Sintió que su corazón daba un vuelco. Se apartó de ella. Se sentía inquieta.

—¿Por qué? Su voz flaqueó. "¿Por qué no puedes ser honesto conmigo?"

Lentamente dejó el teléfono sobre la mesa, pero no la miró. Sus hombros se tensaron.

"Hay cosas que no estás listo para saber. Sus ojos se encontraron con los de ella, y había algo peligroso en ellos. "Hay cosas que te pueden destruir.

Alicia dio un paso hacia él.

"Tengo derecho a saberlo. Si significas tanto para mí, tengo derecho a saber quién eres realmente.

Se llevó la mano a la cara y cerró los ojos. Luego, como si tratara de ocultar su tensión interior, exhaló y volvió a abrir los ojos.

—No quieres saber la verdad, Alicia —dijo, ahora con voz más suave, pero todavía llena de ira oculta—. "Porque nos destruirá.

—¿No confías en mí? La pregunta salió de sí misma. Pero era importante.

Max se acercó lentamente a ella. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración. Levantó la mano y la colocó sobre su hombro. Su tacto era a la vez suave y dominante.

—Eres demasiado importante para mí, Alice, como para involucrarte en este mundo —su voz se volvió seria, no tan áspera como antes, pero no menos decisiva—. "No quiero que te absorbas en esto.

Alicia guardó silencio, tratando de entender a qué se refería. Sintió que algo se desmoronaba dentro de ella. Tal vez tenga razón. Pero, ¿no merecía una respuesta? ¿No tenía derecho a entender en qué tipo de mundo iba a vivir si lo hubiera elegido?

"No puedes esconderme de todo esto. Si realmente estamos juntos, quiero saber a qué me voy a enfrentar. Su voz era firme, aunque temblaba de miedo.

Max permaneció en silencio durante mucho tiempo, y Alicia vio que su rostro se desvanecía mientras él la miraba. No podía decir nada.

Y de repente fue a la cocina y regresó con algo en las manos. Le entregó un sobre, blanco y sencillo.

—Eso es todo lo que necesitas saber —dijo él sin mirarla—. "Pero recuerda que si lo abres, no podrás volver atrás.

Alicia se quedó paralizada. Apretó los dedos sobre el sobre, pero no lo abrió de inmediato.

—¿Qué es? Su voz era tranquila.

Max se paró lentamente frente a ella, sin quitarle los ojos de encima. Estaba tenso como una cuerda.

"No necesitas saber la verdad. Repitió sus palabras, como si tratara de transmitirle la importancia del momento.

Alicia vaciló. Pero ella tenía este sobre en sus manos. Todo lo que queda es tomar una decisión.

Y así, cuando estaba a punto de abrirlo, Max le cubrió la mano con la suya, sin permitirle que rompiera el sobre.

—No hagas eso —susurró—.

Alicia sintió que algo se le rompía en el pecho. No pudo evitar saber más. Pero no podía entender qué iba a cambiar.

Ella le soltó la mano y lentamente, vacilante, abrió el sobre.

Y todo dentro de ella se derrumbó.