Sueño De Una Luna De Estambre

3

Durante las primeras semanas de la partida de su padre, Alma había decidido esperarlo sentada frente a la ventana de la sala de estar.

--¿Qué haces, hija? —le preguntaba Leonora cuando entraba a la sala de estar.

--Espero a mi papá.  

--No puedes esperar a tu papá aquí por siempre.

--¿Por siempre? ¿Quieres decir que nunca volverá? —le respondía Alma turbando a Leonora.

--No…Yo nunca quise decir eso…Lo que quise decir es que no puedes quedarte aquí esperando a que llegué.

--Prometí que lo esperaría y eso haré.

--¿Y qué vas a comer? —le preguntaba Leonora sonriendo.

--Rita me puede traer de comer.

--¿Y no te vas a bañar? ¿No vas ir a la escuela?

--Puedo volver rápido.

Leonora sonreía mientras salía y dejaba a Alma sentada viendo el horizonte. No se preocupaba pues sabía que tarde o temprano se cansaría y lo olvidaría.  Sin embargo, Alma había jurado que permanecería ahí todo el tiempo que fuera necesario. A veces se levantaba y caminaba de arriba abajo para estirar las piernas, leía varios libros y escribía cuentos o poemas. Cuando su abuela Asunción vivía le había enseñado a coser, bordar y a remendar. No recordaba a la abuela con cariño, en realidad la recordaba como una vieja testaruda y mandona. De pequeña a la edad de seis años había aprendido todo lo que se podía saber sobre la tela y las costuras gracias a la vieja hermética que en más de una ocasión llego a picarle las manos y brazos con los alfileres cuando se equivocaba en alguna costura, pero gracias a eso a la edad de once años ya se había convertido en una magnifica costurera.  

También lograba matar el tiempo cosiendo vestidos que había que remendar, así como a su muñeca “Rosita” una pequeña muñequita de carita tierna y rosada de porcelana, ojos azules de cristal y cabellito rubio de pelo sintético, con la que dormía todas las noches y a la que vestía con diferentes tipos de ropitas. 

Otra de las pasiones de Alma era la poesía, pues había días en los que pasaba leyendo y escribiendo. Le gustaban sobre todo los cuentos y los libros de fantasía, terror y romance. Cuando cumplió siete años descubrió su gusto por la poesía y desde entonces aprendió a escribir poemas.

Su pasión por la lectura nació desde que era niña, cuando Gabriel solía leer con ella en las tardes teniéndola sentada sobre su regazo, para que pudiera leer junto con él. A veces Gabriel compraba libros con dibujos. Uno de esos libros fue Moby Dick, el cual juntos leyeron viendo los dibujos de ballenas y barcos y el cual terminaron de leer en tan solo dos días.   

Cuando llegaba de la escuela, lo primero que hacía era, sentarse en la silla junto a la ventana para quedarse ahí todo el día. Solo dejaba de hacerlo para ir al baño o a bañarse. No le preocupaba ir a comer o ir a cambiarse de ropa pues, Rita le llevaba comida y ropa limpia, así como cualquier cosa que necesitaba. Así fue como alma logro pasar tres días y dos noches sentada frente a la ventana esperando la llegada de Gabriel. Hasta que una noche, Leonora la encontró dormida recargada sobre el escritorio encima de un par de hojas donde estaba escribiendo un poema y con una pluma en la mano. Leonora la observo cariñosamente mientras roncaba. La cargo y la llevo a acostarla. Cuando Leonora metió a Alma en la cama, esta se despertó, pero no se molestó, sino que le dio las gracias a su mamá. Leonora la cubrió con las sábanas y salió dándole las buenas noches. Apago la lampara y dejo que durmiera ya que al día siguiente tenía que ir a la escuela.



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En el texto hay: drama, magia, romance amor

Editado: 31.08.2022

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