Durante el trayecto de la casa a la escuela el coche paso por las calles principales de Santa Inés las cuales estaban atestadas de soldados del ejército federal, quienes vigilaban las calles en busca de personas sospechosas, criminales y de opositores al régimen del presidente.
Alma y Leonora observaban a través de las ventanas del coche los alborotos de los soldados y los habitantes de Santa Inés. Un par de soldados arremetían contra un hombre al que acusaban de ladrón y traidor. Amenazaban con llevárselo preso pero la esposa del acusado trataba de detenerlos, forcejando con ambos soldados y rogándoles a gritos que no se llevaran a su esposo, pero amos hicieron caso omiso de las suplicas de la mujer y dándole un empujón la mandaron contra el suelo dándose un fuerte golpe del que ya no se pudo levantar, sin más que poder hacer el acusado fue llevado a la prisión del pueblo. Alma y Leonora vieron atónitas toda la escena. Leonora trato de impedir que Alma atestiguara las escenas crueles de los soldados contra los habitantes de Santa Inés. Después de todo su papá también era un soldado al servició del presidente de la república.
El coche seguía su paso por las calles principales de Santa Inés, y por un momento se empezó a escuchar a lo lejos, haciéndose poco a poco más fuerte, una marcha de caballos, el toque de las trompetas y el retumbo de los tambores de un contingente de militares del ejército federal que entraban desfilando por la calle principal del pueblo, dirigiéndose al palacio de ayuntamiento y pasando a un lado del coche permitiendo que Alma y Leonora los contemplarán.
El capitán marchaba montado a caballo, con su pecho adornado con un montón de condecoraciones y llevando una bandera con las insignias del ejército federal escritas con letras doradas sobre ella. Detrás de él seguían cuatro oficiales montados a caballo con trompetas. Finalmente, una tropa de veinte soldados tocaba el tambor haciendo que el suelo retumbara.
Leonora bajaba su mirada, su rostro denotaba una preocupación y angustia. Alma en cambió no dejaba de ver el desfile de soldados. Su madre hacía lo posible por hacerla que viera hacía a otra dirección, pero estaba renuente a seguir viendo al ejército.
Salvador seguía conduciendo y el coche seguía avanzando tan solo unos cuantos metros para detenerse justo enfrente del palacio de ayuntamiento para dejar que el transito circulara. En ese momento Leonora volteo hacía el palacio de ayuntamiento donde vio a varios soldados aglomerándose en la entrada quienes salían a montones para contemplar y aplaudir la llegada de los nuevos refuerzos a Santa Inés. La aglomeración de soldados se despejo un poco, permitiendo que Leonora viera al coronel José Juan Duarte.
El coronel Juan Duarte volteo instintivamente alcanzando a ver a Leonora dentro del coche. Leonora sentía cierto desgrado al verlo, ya que el coronel Juan Duarte tenía una fama y reputación de hombre violento y vulgar. Sin embargo, el coronel Juan Duarte le envió un saludo con la mano al que contesto con apremio. Leonora hacía lo posible por disimular moviendo su mirada de un lado a otro para tratar de no verlo, pero no podía evitarlo, pues el coronel Juan Duarte no le quitaba la vista de encima mientras mantenía su enorme y amarillenta sonrisa. Se volvieron a saludar con la mano hasta que finalmente Salvador arranco el coche, retomando su camino. Leonora lo apresuraba para dejaran atrás ese lugar, junto con el coronel Juan Duarte.