Sueño De Una Luna De Estambre

9

Era un día esplendido. Las calles estaban tan vivas, repletas hasta en el más pequeño rincón con personas. Por las calles pasaban automóviles, carruajes y jinetes. Aunque el ejercito tenía sitiado el pueblo se respiraba un aroma de armonía. Las personas que paseaban y yacían sentadas en las bancas desprendían rayos de alegría. Había niños que corrían y jugaban. Especialmente cerca de las fuentes. Era abril, un mes caluroso y todos disfrutaban sentándose cerca de las fuentes danzantes que salpicaban agua sobre las personas. Los boleros caminaban cargando sus armatostes ofreciendo grasa a todos los que se cruzaban frente a ellos, así como a aquellos que leían el periódico, sentados en las bancas sin ninguna preocupación. Por las banquetas se extendían cantidades de puestos de vendedores de toda clase.

Alma caminaba de la mano de su mamá, mirando a su rededor, la enorme cantidad de cosas que estaban a la venta. Pasaron por un puesto de adornos hechos con papel. miraba un espiral de papel de china que colgaba de un alambre en un puesto de un comerciante chino. Leonora no la dejaba ni distraerse un poco y hacía lo posible por jalonearla para alejarla de cada puesto en el que se iba deteniendo. Aunque Leonora prácticamente la arrastraba, había momentos en que no podía evitar que se separara de ella. Así lo hizo cuando vio un puesto de una vendedora de muñecas. Había muñecas de trapo de todos los tamaños, con diferentes vestidos de muchos colores y decoraciones. Tomo una de ellas la cual le gusto por su vestidito blanco con bordes de flores rojas y un pequeño rebozo multicolor. Leonora se acercó impacientada y la obligo devolverla de donde la había tomado, pero Alma se aferraba a la muñeca.

--Cómpramela. ¿Si mamá?  

--¡No, Alma! ¡Ya tienes muchas muñecas! —le contestaba Leonora arrebatándosela y regresándola al puesto de la vendedora.  

--Pero mamá…

--¡Nada! ¡Anda! ¡Vámonos! —le ordenaba Leonora.

Ambas continuaban caminando entre los puestos y las personas. Alma veía juguetes por todos lados. Aunque era una niña que le gustaba leer, escribir y bordar, esto no disminuía su instinto infantil.

 Finalmente, Leonora se detuvo en el puesto de hilos. Necesitaba comprar un poco de estambre y unas cuantas agujas. Aunque a Alma también le gustaban los estambres y las telas; en esa ocasión estaba más distraída que de costumbre. No dejaba de voltear a los lados para ver los demás puestos. Leonora compro dos bolas de estambre una azul y una verde, una caja con un juego de agujas y unos cuantos rollos de hilo de cáñamo encerado. Después de que termino sus compras se alejaron del puesto de hilos agarradas de la mano.

Leonora caminaba mirando a su alrededor mientras que Alma iba con su cabeza agachada, cuando de pronto y salido de la nada un pequeñito canario amarillo se posó sobre su hombro izquierdo, después se alejó y voló frente a ella, alejándose al cruzar la calle entre los coches. Alma sintió grandes deseos de seguirlo. Leonora y ella siguieron caminando hasta que se detuvieron al filo de la banqueta para esperar que los coches se detuvieran y les permitieran el paso. El canario regreso, esta vez volando cerca de su oído. Alma intentaba seguirlo con la vista, pero era imposible pues el canario se alejaba de ella rápidamente. Alma elevo su vista para ver a Leonora la cual se encontraba distraída viendo a los coches pasando. En un impulso, deslizo lenta y cautelosamente su pequeña mano entre la mano de Leonora para que esta no se diera cuenta. Espero el momento oportuno para cruzar la calle. Midió la distancia entre ella y los coches que venían por ambas direcciones y corriendo con todas sus fuerzas, cruzó la calle, abriéndose paso entre la aglomeración de carruajes provocando que un par de caballos que iban avanzando se detuvieran asustándose y relinchando, ocasionando que el cochero por poco saliera volando del coche; fue hasta ese momento que Leonora vio a Alma corriendo en la otra banqueta, entonces bajo sus ojos y para su sorpresa se dio cuenta que Alma ya no estaba a su lado, reaccionando así del lapsus en el que estaba.

--¡Alma! —grito Leonora horrorizada mientras daba unos pasos para cruzar la aquella a pesar del tráfico, pero tuvo que detenerse ya que otro coche por poco y la atropellaba. Como pudo, esquivo los coches, corriendo y cruzando la calle para perseguir a Alma quién ya se había alejado de su vista persiguiendo al canario.

En la plaza principal había una aglomeración de gente, pues había un espectáculo callejero de circo y todo el público se mantenía en circulo viendo en el centro a un grupo de payasos y bufones que cantaban, contaban chistes, bailaban y lanzaban llamas de la boca.  Alma entraba entre la aglomeración de gente perdiendo al canario por un momento. Gracias a su baja estatura y pequeña complexión logro hacerse paso entre las piernas de las personas. Se detuvo al ver de reojo el reflejo de una flama. Volteo para darse cuenta que un hombre vestido de bufón lanzaba llamas de la boca. Se impresionó bastante de ver a los payasos y a los bufones que por un momento olvido que estaba persiguiendo al canario. Se quedo absorta viendo el espectáculo de circo. Los payasos hacían bromas, bailaban, hacían malabares y cantaban. La gente reía y aplaudía a carcajadas. Alma también reía, pero lo que más le gustaba era ver al bufón que escupía fuego. Se preguntaba como lo hacía hasta que vio al canario de regreso volando por encima de la gente. Se dio la vuelta y siguió adentrándose entre la aglomeración de personas.

Leonora corrió hasta toparse con el espectáculo ambulante de circo, pero a diferencia de Alma, ella no lograba hacerse paso entre la gente. Pedía permiso y suplicaba que la dejarán pasar, pero las personas simplemente no la escuchaban así que decidió abrirse paso entre empujones y codazos. Legó al centro de la multitud donde se encontraban los cirqueros dando su espectáculo. Uno de los payasos la tomo de la mano y la llevo al centro para bailar con el resto de los cirqueros.  Aunque enojada trato de mantener la calma ya que todo el público la estaba observando. No dejaba de decirle a los payasos que la soltaran pues tenía que buscar a su hija. Después de bailar con ella, los payasos la soltaron. Despeinada, desarreglada, mareada, enojada y exasperada continúo persiguiendo a Alma adentrándose de regreso entre la gente.



#5671 en Fantasía
#1187 en Magia

En el texto hay: drama, magia, romance amor

Editado: 31.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.