Esa misma tarde, en la sala de estar Leonora bordaba, cuando Alma entro a paso veloz, mostrándose enfadada. Se sentó a un lado de ella y la ayudo a desenredar el estambre mientras volteaba a verla constantemente con su ceño fruncido.
--No estarás pensando en ir a esa fiesta. ¿Verdad, mamá? —al fin decía, Alma.
--Claro—contestaba, Leonora.
--¿Después de todo lo que ha pasado?
--Tampoco podemos quedarnos a llorar toda la vida, hija. Te haría bien ir.
--¿Maxwell tiene algo ver?
--¿Maxwell?
--Si. ¿O me negaras que la verdadera razón por la que me hiciste bajar es para que conociera a Maxwell?
--Bueno, es un joven bien parecido, elegante y con buen apellido. No estaría mal que lo trataras un poco.
--Olvidaste decir con dinero.
--¡No digas tonterías!
--No son tonterías, mamá. Yo sé que quieres que me casé con él porque tiene dinero.
--Pues eso te lo voy a negar.
--¡Lo ves! ¡Es por dinero! —gritaba, Alma, al mismo tiempo que se ponía de pie provocando que Leonora perdiera la paciencia.
--¡Hija! ¡Tú sabes que desde que se fue tu papá nuestra situación económica ha empeorado! ¡Ya solo nos queda lo que tu abuelo nos dejó de herencia! ¡Y ese muchacho y sus papás estaban muy entusiasmados por conocerte! ¡Solo digo que estaría bien que tú y él se conocieran mejor!
--¡Si! ¡Pero a mí no me interesa! —decía, Alma retando a su mamá—Y te diré una cosa mamá. Yo no soy un objeto para que trates de venderme.
--¡No estoy tratando de venderte!
--¿Entonces como le llamas a lo que estás haciendo? —gritaba Alma.
--¿Sabes qué? Piensa lo que quieras.
--¡No pienso ir a esa fiesta!
--¡Oh, claro que iras! …Ya me comprometí con los padres de ese chico. Ellos van a querer que tú vayas.
--¡Pues lo lamento mamá, pero no pienso ir!
Alma salía corriendo de la sala de estar hacia su alcoba. Leonora se ponía de pie para tratar de detenerla en vano.
--¡Alma! ¡Alma, vuelve aquí!
La discusión puso de tan mal humor a Leonora, que ya ni siquiera le quedaron ganas de terminar su bordado.
En un marco, se encontraba la fotografía de Gabriel la cual miraba Alma en aquella noche después de que había tenido la discusión con su mamá. Siempre que tenía un día malo o cada que se sentía triste miraba la foto pidiendo a Dios por su papá. Hablaba con él como si estuviera ahí, pidiéndole que volviera, haciéndole recordar lo tanto que lo extrañaba y lo tanto que le hacía falta. Derramaba unas cuantas lágrimas las cuales caían sobre el cristal de aquel marco. Después de verla, la colocaba sobre el tocador a un lado de una cajita de madera, donde siempre la dejaba.