Maxwell Turner había ido a la casa de la señora Leonora con la intención de invitar a salir a Alma, pero antes de hacerlo, primero tenía que pedir permiso. Leonora entraba para recibirlo, preguntándole la razón de su visita a lo que el joven inglés sin evasivas le pidió permiso para cortejar a su hija. Le contesto a Maxwell que no habría problema, le concedía el permiso de cortejar a Alma y salir con ella, pero añadió que él debía preguntarle personalmente, pues no quería tomar decisiones por su hija, ya que comprometerla con Maxwell sin su consentimiento le parecía privarla de su derecho. Maxwell se mostraba conforme, cuando de improviso entró Alma de manera muy oportuna. “Ah que bueno” “Aquí esta ella” dijo Leonora al verla entrar. Alma se turbo al ver a Maxwell hablando con su mamá. Pregunto de que hablaban y Leonora le explico. Alma permanecía en silencio viendo a su mamá y después a Maxwell. Por unos instantes, Leonora estuvo convencida de que Alma rechazaría la invitación, ya que le había hecho saber que aquel joven ingles no era de su total agrado, pero la contrario aceptando la invitación. Leonora se mostró contenta y desconcertada al mismo tiempo. Por su parte Maxwell se desbordaba en felicidad. Leonora le hizo saber que estaba muy feliz de que se dieran la oportunidad de conocerse y charlar. Maxwell le dijo que llevaría a Alma a caminar a la plaza. Aceptaron gustosas. Leonora llamo a Salvador para pedirle que llevara a la pareja a la plaza, pero Maxwell los interrumpió diciendo que él tenía un automóvil y que se encargaría de llevar y traer de regreso a Alma, pero Leonora lo contradijo diciéndole que ella se sentiría más segura si Salvador los llevaba, Maxwell acepto, pues no era correcto apelar al argumento de una mujer como Leonora. Los dos jóvenes salieron de la sala hacía la salida. Leonora aprovecho para pedirle a Salvador de forma discreta que se asegurara de traer a Alma antes de las ocho. A pesar de que Leonora conocía a Maxwell y a sus padres y de que sabía que era un joven con principios y valores, desconfiaba de la conducta y del sentido común de dos jóvenes que no superaban las primeras dos décadas de sus vidas.
El coche se detenía a unos cuantos metros de la plaza principal, del cual bajaba primero Salvador para acercarse y abrirle la puerta a Maxwell quien bajaba y ayudaba a Alma a que bajara dándole su mano. Salvador les recordó que tenían hasta las ocho para terminar su paseo. Ambos jóvenes solo le daban evasivas sin tomarle nada de importancia a lo que decía. Salvador le preguntó a Alma si gustaba que la acompañara. Por supuesto, Alma contesto que no, pues quería sentir un poco la libertad de salir de casa y estar un tiempo sin la opresión de su mamá. Alma y Maxwell empezaron a caminar dirigiéndose al centro de la plaza. Caminaban callados agarrados del guante, pues ninguno de los dos sabía cómo comportarse en una cita. Solo hacían pequeñas observaciones, del clima, de las personas y del lugar. Después de caminar un poco, Maxwell hizo un comentario un tanto indebido al mencionar que no conocía al papá de Alma. Ella se inquietaba y no contestaba nada. Maxwell sin saberlo dijo que seguramente era un buen hombre y que algún día quisiera tener el gusto de conocerlo. Alma sintiéndose incomoda le dijo que era soldado y que tenía cuatro años que se había marchado. Pensó que esto acallaría las preguntas de Maxwell, pero este insistió preguntándole que cuando volvería y Alma molesta lo detuvo súbitamente, para quedarse de pie y verlo fijamente. Le pidió, prácticamente le suplico, que cambiaran de tema, que no quería hablar de su papá. Desconcertado Maxwell le pidió disculpas y le prometió no volver a hacerlo. Volvieron a tomarse del guante y continuaron con su caminata, una vez más permanecieron en silencio. Esta vez Maxwell caminaba con la cabeza agachada sintiéndose mal por incomodar a Alma. Ella por su parte también empezó a sentirse mal pensando que había sido un poco dura con el así que decidió romper el hielo, preguntándole sobre su nacionalidad y sus estudios para lograr exaltarlo y así hacerlo sentir mejor.
--¿Por qué mejor no me cuentas más de ti? —decía Alma con una sonrisa—El otro día te fuiste tan pronto que ni si quiera nos dio tiempo para hablar.
Maxwell en realidad era un joven con poco trayecto en la vida, se podría decir que inclusive su vida era aburrida y cotidiana. Solo hablaba de sus estudios y del trabajo que hacía con su papá. Alma intento cambiar la conversación.
--Así que vienes de Inglaterra. ¿Eh? —decía Alma--¿Y es bonito?
--Mucho—contestaba Maxwell.
--Supongo que debe haber muchas muchachas bonitas. ¿Verdad? —comentaba Alma.
--Si, pero no tan bonitas como las que hay aquí—decía, Maxwell mirando a Alma, haciendo uso de sus dotes de galán inglés, logrando sacarle una sonrisa y un bochorno. Pasaban caminando del guante frente a algunos puestos de comida, viéndose muy contentos y conversando amenamente. Sin siquiera percatarse de que un militar los observaba a ambos siguiéndolos con la mirada hasta perderlos de vista.
Ya eran más de las ocho de la noche. El reloj que se encontraba pegado en la pared de la sala de estar marcaba las nueve y cuarentaicinco cuando entro Alma encontrándose con Leonora quien se encontraba sentada en el sofá leyendo un libro. Leonora le hizo la observación de que ya eran más de la nueve, le recordó que le había dicho que la quería antes de las ocho, después le pregunto la razón de su tardanza. Alma se excusó diciendo que fueron a una cafetería y que estuvieron horas hablando y bebiendo café. Leonora decidió no regañarla pues ella misma se supo insistente de que tratara a Maxwell además de que era la primera vez que salía con un joven así que un regaño le parecía un tanto injusto. En vez de eso se mostró animosa preguntándole como se la habían pasado. Alma le conto lo que habían hablado. De sus pasatiempos, de sus gustos, de Santa Inés, de la minería, de Inglaterra, de Europa, después puntualizo el ofrecimiento que Maxwell le hizo para llevarla a conocer toda Europa. Leonora solo la escuchaba mientras hacía un bordado, levantando las cejas después de escuchar lo del viaje a Europa.