Sueño De Una Luna De Estambre

33

Alma y Rita caminaban por la calle de regreso del mercado. Llegaron a la esquina de la banqueta, donde Jaime ya las esperaba ocultándose detrás de la pared de una casa por donde las dos mujeres giraron lo que aprovecho para acercarse a espaldas de ambas y tomar del brazo a Alma, haciendo que ella y Rita se asustarán. Jaime intentaba llevársela, para separarla de Rita, pero Alma se resistió.

              --¡Quiero hablar contigo!

           --¡Pero yo no! ¡Suéltame! —le contestaba Alma quitándose la mano de Jaime de encima logrando zafarse de él para después tomar a Rita del guante e intentar seguir su camino tan solo para ser detenidas una vez más por Jaime quien jalo a Alma del brazo logrando convencerla. Al no encontrar otra forma de deshacerse de él, Alma le pidió a Rita que se adelantara al coche. Así ella y Jaime pudieron bajar a solas por otra calle hasta detenerse y adentrarse a un callejón.   

            --Quería pedirte perdón por lo que había pasado anoche—decía Jaime—pero necesitaba verte otra vez para saberlo.

            --¿Saber qué? —preguntaba Alma.

            --Lo que sientes por mí.

            --¿Por ti? Yo no siento nada por ti… ¡Entiéndelo! Yo amo a Maxwell. ¿Por qué no puedes aceptarlo?  

            --Porque es mentira…A quién realmente amas es a mí.

            --¡Basta! —lo interrumpió Alma, pero Jaime seguía parloteando.

            --Si no fuera cierto entonces cuando te bese, tu no me hubieras besado.

            --¡Yo no te bese!

De pronto se quedaron en silencio, ese silencio que ambos conocían cada que se miraban a los ojos. Jaime sin quitar sus manos de la cintura de Alma, dio un paso hacia adelante haciendo que se quedara pegada de espaldas contra la pared quedando acorralada y a la merced suya quién después se inclinó un poco para acercarse a la boca de Alma quién movía la cabeza de un lado a otro para evitar el beso hasta que los nervios, el miedo o un deseo inconsciente la congelo dejando que Jaime posara sus labios sobre los suyos. Alma intento alejarlo poniendo sus manos sobre su pecho y empujándolo, pero Jaime rápidamente se las tomo para levantárselas y azotárselas contra la pared para dejarla incapacitada de hacer un solo movimiento.   

            Leonora llegaba en taxi en busca de Alma y Rita pues las necesitaba a ambas urgentemente. Caminaba bajando por la banqueta mientras se ajustaba los guantes, paralelamente al callejón, cuando de pronto y de manera instintiva volteo por un acto de reflejo llevándose una enorme sorpresa al ver a Alma besándose con Jaime en medio del callejón. Su impacto fue tanto que se quedó paralizada sintiéndose anonadada, avergonzada, pero sobre todo furiosa al ver a su hija besando de manera tan indecente y descarada a Jaime a mitad de la calle enfrente de todo el mundo. Por un momento pensó que tal vez Jaime estaba abusando de ella, pero la teoría se le vino abajo cuando vio que pasaba sus manos a la espalda de Jaime como si estuviera disfrutando del beso. Leonora se quedó de pie en el umbral del callejón con sus guantes a medio poner sintiendo como la bilis le subía a la garganta y sin poderse mover hasta que se dio la vuelta procurando que no la hubieran visto para regresar caminando a su taxi sintiendo que la cabeza le estaba a punto de estallar.  

Alma y Jaime terminaron de besarse, alejándose lentamente sin dejarse de mirar. Ambos se sentían extasiados, sintiendo como sus pechos estaban a punto de reventar. Jadeaban y suspiraban como si hubieran estado a punto de ahogarse.  

            --¿Y? ... ¿Ahora que dices? —preguntaba Jaime.

            --Lo lamento…pero amo Maxwell—contestaba Alma rompiéndole el corazón. Jaime ya no pudo hacer otra cosa que soltarla para dejarla ir. Estaba atónito, y helado de todo el cuerpo. Sintió como si un rayo le hubiera caído en el corazón. Ya no sabía que hacer, pues todo lo que intentaba era inútil.

            --¡Déjame ir! —le pedía Alma.

Jaime se hizo a un lado sin decir ni una sola palabra dejando que Alma se despegara de la pared y pudiera irse corriendo lejos de él. Jaime continuo su camino con su cabeza agachada por el callejón hacía la otra calle paralela.

            Leonora ya se encontraba en el comedor, leyendo y tomando una taza de té de menta, para bajarse la bilis, cuando escucho la puerta de la entrada cerrándose indicándole que Alma había llegado. Grito para llamarla quién entro aparentando calma. Beso a Leonora en la mejilla percatándose de que estaba enfadada, pues ya la conocía y sabía cuándo estaba enojada tan solo con verla.

            --Dime una cosa hija. ¿Tú a amas a Maxwell?

            --¿Por qué me preguntas eso mamá?

            --¡Contéstame! —decía Leonora exasperándose.

            Alma empezaba a inquietarse mostrándose muy ansiosa al percibir el enojo de su madre.

            --Si, mamá, lo quiero.

            --¡No basta con quererlo, hija! ¿Lo amas sí o no? —decía Leonora mientras ponía sus manos en la mesa y sus ojos sobre Alma quien comenzaba a jugar con sus manos y a mover su mirada de un lado otro.

            --Si, mamá, lo amo.



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En el texto hay: drama, magia, romance amor

Editado: 31.08.2022

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