Sueño De Una Luna De Estambre

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Sin importarle la vergüenza o los problemas en los que se podía meter, Jaime fue a buscar a Alma. Pensaba en habar con ella y pedirle que fuera su esposa y no la de Maxwell, inclusive pensó en llevársela a la fuerza montándola en su caballo. Toco el portón decidido a tomar cualquier riesgo. Para su mala suerte fue Rita quién abrió la puerta desconcertándose de verlo ahí. No lo dejo pasar, pero Jaime hizo la puerta a un lado empujando a Rita y entrando a la fuerza. Atravesó el zaguán siendo perseguido por ella quien le gritaba constantemente que se detuviera. “¡Por favor joven, no entre!” gritaba Rita. Jaime pensó que lo hacía para impedirle que viera a Alma, pero lo que no supo hasta que entro a la sala de estar fue que los Turner se encontraban ahí, charlando con Leonora y Alma lo cual lo tomo por sorpresa, dejándolo congelado en el umbral de la entrada viendo primero a los señores Turner, después a Maxwell sentado junto a Alma y finalmente a Leonora hablando y bebiendo café. Volteó por un momento a ver a Rita quien lo veía fijamente como dándole a entender que lo que en realidad estaba haciendo era evitándole la pena. Jaime regreso su mirada a ver a los presentes. Sentía como si el tiempo se hubiera pausado, primero veía a los Turner quienes lo veían perplejos sosteniendo sus tazas de café. Después a Leonora quién bebía de su café despreocupadamente, dejando la taza sobre la mesita del café. Finalmente, a Alma y a Maxwell quién estaba desconcertado moviendo su cabeza de un lado a otro para ver a Jaime y a Leonora. Alma por su parte abría sus ojos y apretaba sus labios producto del sobresalto. Intentaba mantener la calma después de verlo irrumpiendo en la sala de estar. Jaime bajo su mirada para darse cuenta que las manos de Alma y Maxwell estaban enganchadas entre sí y con un anillo de compromiso en el dedo anular de ambos. Al mismo tiempo veía como Maxwell tenía su otra mano sobre la pierna de Alma. No sabía que sentir en ese momento. Se sentía furioso, desconcertado, confundido, acongojado y avergonzado. Todo al mismo tiempo. No decía nada ni se movía solo se quedaba de pie en el umbral de la puerta viendo a todos. Alma apretaba su vestido como signo de la agitación que sentía por dentro. Por un momento Jaime pensó en aprovechar que Maxwell y su familia estaban presentes. Pensaba en entrar, quitarse su guante y darle una bofetada a Maxwell para retarlo a un duelo con pistolas al amanecer por el amor de la bella damisela, pero todo esto solo pasaba por su retorcida imaginación donde mataba a Maxwell y salía victorioso, ganándose la mano de Alma. Pero sabía en el fondo que nada de eso sucedería, en lugar de ello probablemente lo odiaría para toda la vida por ponerla en vergüenza y dejarla sin esposo. Mientras esto pasaba por su mente, daba un suspiro, sin que los presentes lo dejarán de ver, fue cuando al fin Leonora rompió con la situación incómoda.

            --¡Ah! ¡Jaime! ¡Qué bueno que vino! ¡Lo estaba esperando! ¿Tiene noticias sobre mi esposo? —dijo Leonora de improviso.  

            Jaime se quedó desorientado sin saber que contestar. Para él era tan difícil aceptar la verdad, pero al ver la mano de Alma apretada entre la de Maxwell supo que era inútil cualquier intento suyo para ganarse su corazón.

            --Así es madame, traigo noticias de su esposo—decía Jaime al fin, rompiendo con la inquietud que se encontraba presente en el ambiente.

            Al fin el señor y la señora Benjamín Turner pudieron sonreír y seguir con la celebración del compromiso. Maxwell que no sospechaba nada, se mostró complaciente en recibir al oficial Jaime. Alma a pesar de la reacción de Jaime seguía sintiéndose muy nerviosa. Por su parte Jaime comenzaba a sentirse mal consigo mismo, en su cabeza se hacía cientos de reproches, considerándose un cobarde. Leonora le pidió a Rita que se retirara y regresara a la cocina. El señor Benjamin Turner se levantó diciendo que se retiraban para que pudieran atender al oficial, pero Leonora lo detuvo a él y a su familia diciéndoles que no se molestaran que ella y Jaime podían ir al patio para conversar a solas.   

            Leonora se ponía de pie acercándose a Jaime para tomarlo del brazo y llevarlo hacía afuera. Jaime le siguió el juego sin desmentirla. Antes de que salieran el señor Benjamin Turner detuvo a Jaime para invitarlo formalmente a la boda de su hijo Maxwell con la señorita Alma, diciéndole que sería un placer contar con su presencia. Esto enfureció a Jaime quien no pudo hacer otra cosa más que tragarse su coraje, fingirse tranquilo y agradecer la invitación presidiendo de ella objetando que estaría ocupado ese día. Los Turner y Alma se quedaban sentados en la sala de estar platicando y bebiendo café.  

            Estando en el patio Leonora confronto a Jaime preguntándole cuales eran sus intenciones con Alma.

            --Yo amo a su hija, señora—contestó Jaime firmemente.  

            --No dudo que así sea. ¿Pero acaso no te has dado cuenta que es una mujer comprometida?

            Jaime permanecía en silencio.

            --Si realmente la amas como dices amarla…Dejarás que sea feliz…Aunque no sea contigo.

            --Perdone señora, pero yo quisiera escucharlo de Alma.

            --No tiene caso…Escucha. Yo no tengo nada en contra de ti. ¡Al contrario! ¡Me agradas! .... Me recuerdas a mi esposo. ¡De veras! ... ¡Pero ya no puedes interferir en su felicidad!

            --Es que…

            --¿Es que qué? ... ¿Crees que ella también te ama? —Leonora hacía otra pausa esperando a que Jaime le respondiera, lo cual no paso—Si te amara no se estaría casando con otro hombre. ¿Cierto? ¿O me equivoco?



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En el texto hay: drama, magia, romance amor

Editado: 31.08.2022

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