Se llevo a cabo una hora del té en el patio principal del convento para celebrar la graduación de Alma y de otras señoritas. Los presentes se mantenían de pie, bebiendo y conversando. Alma se mantenía un lado de Maxwell quién hablaba con un par de conocidos sobre sus negocios en la mina. La misma platica aburrida que Alma siempre escuchaba. Leonora por su parte estaba en otro grupo compuesto solamente de mujeres donde hacía alarde de su flamante yerno.
Los conocidos de Maxwell se retiraban felicitándolo por su compromiso, así como a Alma por haberse graduado de la secundaria. La madre superiora aprovecho que Alma y Maxwell estaban solos para acercarse a felicitarla.
--¡Alma! Estoy muy orgullosa de ti.
--Gracias, madre—contestaba Alma—¡Ah! Le presento a mi prometido. Maxwell Turner.
La madre superiora y Maxwell se saludaban, después intercambiaron comentarios de lo maravillosa y fantástica que era Alma.
--Alma fue una excelente alumna--decía la madre superiora—Ahora que te has graduado de secundaría. ¿No te gustaría estudiar la universidad?
--¿Universidad? —preguntaba Alma completamente anonadada.
--Si. Supe que hace poco un par de jovencitas se graduaron de abogadas. Las primeras en todo el país. Quizás tú también puedas ser abogada.
--¿En serio? ¿Abogada? —decía Alma, atónita.
De pronto, Maxwell comenzó a reír a carcajadas.
--¡Por favor! —decía Maxwell riéndose y burlándose de la madre superiora mientras se sostenía el estómago y lanzaba enormes cantidades de saliva—¡Mujeres abogadas! ¿Y que sigue después? ¿Mujeres médicos?
Alma, la madre superiora y algunos invitados volteaban desconcertados a ver a Maxwell riéndose a carcajadas sosteniéndose el abdomen con la mano para no ahogarse. Alma comenzaba a sentirse menospreciada y ofendida. Por su parte, la madre superiora estaba que echaba humo de enojo, pero por respeto a Maxwell hizo lo posible por mantener la calma.
--Disculpen…disculpen—decía Maxwell entre risas, limpiándose las lágrimas.
La madre se mantuvo serena viéndolo reír estrepitosamente. Volvió a felicitar a Alma y con el permiso de ella y Maxwell se alejó sin dejar de sentirse furiosa por la reacción de Maxwell.
De regreso a casa en el coche, Alma y Maxwell tuvieron una pequeña discusión la cual empezó cuando Alma le pregunto si de verdad se había burlado de la idea de que ella fuera a la universidad cuestionándolo si era porque creía que era ignorante o solo por ser mujer. Maxwell cínicamente se lo confirmo, aunque después se retractó en cuanto a lo ignorante.
--Las mujeres no deben trabajar, querida. Cuando las mujeres comiencen a ocupar más puesto de trabajo, comenzarán a descuidar los hogares. ¿Entonces quién se encargará de cuidar a los hijos?
Alma seguía enojada, ignorando cualquier idea de Maxwell. Intento ya no escucharlo girándose para ver la calle a través de la ventana del coche. Maxwell notó su inconformidad la tomo de la mano para decirle que lo más importante era que al fin podían casarse.