Sueño De Una Luna De Estambre

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Entre Alma y Rita limpiaron y recogieron la antigua alcoba de Salvador, donde instalaron a Jaime. Después le cambiaron las colchas y las sábanas a la cama que, si bien ya estaba desvencijada, era mejor que dormir en el suelo. Jaime entro acompañado de Rita a la que era una muy pequeña pero acogedora alcoba, donde había varios tiliches arrumbados en la parte trasera de la cama. Mientras Jaime se acomodaba, Alma entraba para preguntarle si necesitaba algo. Jaime lo tomo como una oportunidad para acercarse a ella y tomándola de ambas manos y mirándola fijamente le dijo lo tanto que la extrañaba, pero Alma se apartó de él y acercándose a la salida le dijo que, si no necesitaba algo, se retiraba, pero la detuvo para decirle que lo que deseaba era bañarse, rasurarse y cortarse el cabello, pero no llevaba tijeras ni navaja de afeitar. Entonces Alma busco entre las cosas viejas de su papá, en un cajón guardado en un pequeño ropero donde encontró una navaja de afeitar, en cuanto a las tijeras Alma le presto las que usaba para cortar hilos y estambre. Además de eso Jaime tampoco llevaba más ropa que la que llevaba puesta. Alma pensó en prestarle ropa de su papá, pero primero tuvo que pedírsela a su mamá porque según ella, había trajes de Gabriel que nadie podía usar ni tocar siquiera. Así que fue Leonora quien subió a la alcoba de Jaime para llevarle un par de trajes de Gabriel, los cuales le entrego a Jaime quien los vio sin que fueran de su agrado o medida, pero eran mejor que la ropa zarrapastrosa que llevaba desde hace meses.

            Jaime se dio un baño en aquella lujosa tina lo cual fue una experiencia totalmente nueva para él ya que siempre se había bañado a jicarazos. Se quedo relajándose por varios segundos sintiendo el calor del agua revitalizando todo su cuerpo. Después de salir de la tina, se acercó al lavabo donde miraba su desaliñado reflejo en el espejo. Tomo las tijeras y empezó a cortarse su larga barba. Termino de rasurarse con la navaja de afeitar que había pertenecido a Gabriel, dejándose su habitual bigote. Pensó en cortarse el cabello, el cual le caía a la altura de los hombros, pero después de verse en el espejo, considero que no se le veía tan mal así que decidió conservarlo.  

            Después de bañarse, rasurarse y de cambiarse de ropa entro al comedor donde Alma y Leonora ya lo esperaban para merendar. Cuando lo vieron entrando, la impresión de ambas fue tal que se pusieron de pie como si estuvieran recibiendo a un conde, pues el traje que llevaba puesto, aunque le quedaba ligeramente guango, lo hacía lucir con mucha categoría. Leonora no podía creer el cambio radical que había sufrido, no solo después de verlo recién llegado sino desde el día en que lo conoció. Alma por su parte estaba atónita y boquiabierta viendo como el puberto, endeble y pazguato que alguna vez conoció ahora se había convertido en todo un hombre, fuerte, guapo y con clase.

Alma no hizo un solo comentario durante toda la cena, solo volteaba cada vez que podía a ver Jaime sin que este se diera cuenta pues ver a ese hombre la hacía sentir otra vez como aquella chiquilla inocente que caía a la merced de sus besos, aunado esa cabellera larga le agregaba un toque rebelde que hacía que Alma se estremeciera.



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En el texto hay: drama, magia, romance amor

Editado: 31.08.2022

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