Tocaban a la puerta de la entrada. Alma se dirigía corriendo a abrirla. Cuando lo hizo fue su grata y enorme sorpresa ver a Jaime quién estaba tan distinto, pues ya no portaba el uniforme azul de los federales, tampoco iba harapiento como la última vez. Ahora llegaba con su cabello corto y su uniforme militar color caqui y con un montón de insignias pegadas a su camisola. Cuando Alma lo vio de pie en el umbral de la puerta se lanzó a abrazarlo.
--¡Oh Jaime! ¡Qué bueno que estas aquí! —decía Alma mientras rodeaba el cuello de Jaime con sus bazos.
--Te dije que volvería por ti ¿Cómo has estado?
La pregunta incomodo a Alma pues le dolía mucho rememorar la muerte de su madre.
--Mi mamá falleció.
La noticia conmociono a Jaime quien rápidamente se quitó el sombrero como muestra de respeto.