Sueño De Una Luna De Estambre

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Alma estaba sentada debajo del ocote, jugando con Mimoso, cuando Gabriel se acercó a sentarse junto a ella.

--¿Sabes? Este árbol lo plante cuando tenía ocho años ¡Y sigue aquí! —comentaba Gabriel.  

Alma se mantenía callada y con su cabeza abajo, jugando con Mimoso.

--¿Qué has pensado? —preguntaba Gabriel.

--¿Pensado de qué?

--¡De ti y Jaime!

--No quiero…no puedo…yo...

--Lo amas. ¿No es así? —decía Gabriel conmoviendo a Alma y dejándola sin palabras—Y él te ama a ti…

--¡Es que no puedo dejarte solo!

--¡Hija! No puedes quedarte conmigo.

--¿Por qué? —preguntaba Alma desconcertada.

--Porque… soy solo un recuerdo, hija.

--¿Cómo?

            --Si. Vine, solo porque Dios me dio la oportunidad de volver…Pude haber elegido otro destino, pero quise volver porque quería ver a tu mamá… y verte a ti y asegurarme de que fueras feliz.

            --Pero puedo ser feliz contigo, papá.

            --No claro que no, hija. Si te quedas conmigo te sentirás sola.  

            --¡Puedes venir conmigo!

            --No puedo…Es una de las condiciones de Dios… Si salgo de esta casa ya no sabre quién soy… ni sabre a donde ir. 

Alma comenzó a llorar como niña pequeña, pero Gabriel se acercó para poner su pulgar en su motón y levantarle el rostro.  

--Oye. Recuerda lo que te dijo tu madre—decía Gabriel—No porque las personas que quieres se van significa que te hayan dejado de amar.

Alma asentía con su cabeza, obedeciendo los deseos de su papá. De repente, Gabriel también empezó a llorar conmoviendo a Alma. Ambos se abrazaban y lloraban.



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En el texto hay: drama, magia, romance amor

Editado: 31.08.2022

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