Sueños de navidad

Cap 6 Caro

Esta es una semana muy especial ya que es la semana donde armamos el arbolito de navidad, y todas las niñas estamos felices, porque está navidad tendremos una salida especial al teatro y al parque de diversiones, antes nos llevaban todos los años, pero la pandemia cambio nuestras costumbres, pero parece que este año, si nos llevarán.

La alegría dentro de estás paredes es contagiosa, porque las celadoras tambien estan alegres y no es para menos, esta semana tres niñas fueron adoptadas y ahora tienen una nueva familia. Yo todavía sigo esperando, no pierdo la esperanza que hay una mamá destinada a mi, en alguna parte de este mundo.

Nos han dicho que varias familias están interesadas en visitar el orfanato en este mes, son las familias que ayudan trayendo regalos y ropa para nosotras la noche de navidad, tambien esta el señor Martin, un abuelito muy bueno que se encarga de hacernos una comida especial todos los años. La señora Montes nos contó que quizás la maestra de dibujo, que tienen los más pequeños nos dará clases a nosotras también, y eso nos hace sentir especiales, porque a nuestra edad ya dejan de interesarse en nosotras, las familias solo buscan niños pequeños para adoptar, y también las que dan clases gratuitas, lo hacen porque es más fácil lidiar con ellos, se lo escuché decir una vez a la señora García, una mujer de cincuenta años que da clases de manualidades.

A nosotras nos preparan para salir al mundo y defendernos. ¿De que debe defenderse una niña de trece años? El mundo debería cuidarnos y protegernos, pero yo sé por experiencia que los malos están allí afuera y que debemos estar preparadas para lo que sea. Termino mi almuerzo en silencio, como las demás chicas que están conmigo y llevo mi plato a la cocina, a todas se nos enseñó que cada una debe hacerse cargo de su espacio, que esté limpio y ordenado, incluído el lugar donde comemos y desayunamos, pero siempre me gusta ayudar a alguna rezagada.

Dejo todo en la cocina y la cocinera me regala una galletita de chocolate que sobró de la mañana, sábe que son mis favoritas, tomo las galletitas y camino hacia el patio a sentarme bajo el roble, mi lugar especial aquí, y junto a mi muñeca me dispongo a leer un rato, hace unos días saqué de la biblioteca del hogar un libro llamado "Tres niñas y un secreto", es sobre tres amigas que viven muchas aventuras juntas. Me encuentro leyendo entretenida, cuando las risas de los mas chicos, me distraen, levanto mi cabeza y allí se encuentra la señora Medina dando clase a las niñas al aire libre, me gusta como les habla, se nota mucha bondad en ella, pero pareciera que tiene tristeza en sus ojos, ella sonríe todo el tiempo, pero esa sonrisa jamás llega a sus ojos. La observó trabajar y veo que se lleva muy bien con las peques, me gustaria tener su edad para que también me de clases y pueda recibir su bondad, sin darme cuenta camino hacia donde ellas se encuentran y me quedo observando la clase, saco una hoja de mi libro y un lápiz y dibujo lo que ella les está explicando a mis compañeras, estoy tan metida en la tarea que no me doy cuenta que alguien me observa hasta que escucho su voz dulce cerca mío.

-¡ Que maravilloso dibujo!- exclama la señora Medina, y yo me siento feliz por esas palabras.

-¿Dónde aprendiste a dibujar tan bien? Los trazos de tu dibujo son excelentes, diría que perfectos. Hace mucho tiempo que no encontraba una niña que dibuje como tú.

En mi cara se dibuja el asombro y la satisfacción de saber que alguien tan especial como ella aprecie mi talento, y eso me hace feliz, siento que puedo confiar en un adulto como ella.

-Cuando era pequeña, aquí vivía una monja que me enseñó todo lo que sé de arte, me enseñó a leer e interpretar el arte, y también a dibujar y pintar. Se qué no soy buena, pero cuando salga de aqui, estudiaré en el liceo de artes contemporáneas- explico con un poco de vergüenza.

-¡Me encantaría tener una alumna como tú en mi clase!-exclama mirándome a los ojos, y yo me siento feliz y por primera vez en mucho tiempo siento que puedo cambiar mi vida, quizás no todo sea tristeza, y está navidad lleguen momentos buenos a mi vida.

-Pedire permiso a la señora Montes, y me inscribire en su clase, gracias señora- le digo muy segura.

Y corro hacia la oficina donde se encuentra trabajando la señora Montes.

-Dime como te llamas!-grita a mi espalda la profesora. Doy la vuelta y camino de espalda y con una gran sonrisa le gritó a todo pulmon.

-¡Mi nombre es Carolina, pero todos me llaman Caro!-

-¡Señora Montes, señora Montes!-llamo a viva voz.

-¡Despacio muchachita!-¿Que te sucede para que entres tan apurada y gritando?- me reta muy seria.

-¡Quiero anotarme a la clase de la profesora Medina!!- contesto muy emocionada.

-Pensaba llamarte a su clase para el próximo lunes. Todos saben lo que te gusta dibujar y pintar y también sabemos que lo haces muy bien, así que no te preocupes, ya estás anotada.- informa.

Yo no puedo más de felicidad y le doy un abrazo y un beso muy ruidoso en la mejilla.

-Pero que haces niña?- ¡Vas a tirarme al suelo con semejante abrazo!!-

Salgo de allí con una sonrisa que no se borra de mi cara y me pasó la tarde pintando, hasta la hora de la cena, y como estamos en vacaciones no tenemos mucho que hacer, así que aprovechamos a usar nuestro tiempo libre a nuestro antojo.

Ya es la hora de la cena, así que dejo mis cosas en la habitación que comparto con otras tres chicas  y me dispongo a cenar. Llego al comedor y ya esta lleno de niñas como yo, solas y de miradas tristes, pareciera que dentro de estas paredes la tristeza fuera eterna.. Soy una chica muy tímida, asi que me cuesta confiar y hacer amigas. Siempre estoy sola, y así me gusta estar.

Después de comer y ayudar a la cocinera un poco con los platos, me llevo un alfajor de chocolate a mi cama, regalo de ella por ayudarla, y así tirada en mi cama, imagino cómo será la señora Medina. Se ve una mujer muy dulce y también que carga una gran tristeza, se que aún soy joven para entender de problemas de grandes, pero cuando te pasas la mayor parte del tiempo de tu vida sufriendo, llegas a ver el sufrimiento del otro.




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