Tamara.
Ese es el nombre de la chica con la que estabas el otro día.
Un nombre muy bonito, he de decir.
Disculpa mi extraño afán por saber su apelativo.
Pero necesitaba conocer la nombradía de la nueva autora de tus suspiros constantes, de tus miradas perdidas y tu boca sonriente.
Menuda decepción cuando descubrí que no era yo el causante de aquellas actitudes misteriosas.
Bastante estúpido de mi parte, eso de creer que tú algún día llegarías a sentir algo por mí.
Sin embargo, eso es lo que tú me haces pensar.
Mirándome de aquella manera tan profunda, sonriéndome con tanta calidez, tentándome a robar un roce de tus labios.
No obstante, yo ya sé que en ningún futuro, cercano o lejano, hay una posibilidad de que nuestros corazones puedan latir al unísono ante la unión de nuestras manos, o el calor de un abrazo.
En un futuro no.
Pero en mis sueños... Contigo todo es posible, Rogan.
—Jacer.