Hoy ha sido el día de mi llegada.
Estaba ansioso por verte, por abrazarte y estar todo el día contigo.
Increíble sorpresa me he llevado al divisarte en el aeropuerto, esperándome.
Después de una mes sin ver tu hermosa sonrisa y tus profundos ojos castaños, no pude creer siquiera que eras tú el que estaba allí, de pie frente a mi paralizado cuerpo.
Mi sonrisa era enorme, expresaba sin necesidad de palabras lo feliz que me encontraba al verte allí. Nadie podía arracarme la sonrisa que tú mismo habías formado.
O eso pensé.
Luego vi a Tamara detrás de ti, dedicándome una pequeña sonrisa tímida.
Los latidos de mi corazón cesaron su furioso ritmo, y éste fue reemplazado por uno más lento y quebrado, justo como me sentía yo.
Horas después, me contaste que habías formalizado tu relación con Tamara, y mis pulmones dejaron de recibir aire.
En cada inspiración que tomaba, mi pecho dolía, mi cabeza palpitaba y mis ojos escocían; yo solo podía pensar que....
Te había perdido.
—Jacer.