Voy cayendo, Rogan, voy cayendo lentamente en el vacío que los fatales como yo llaman depresión.
Tu voz se cuela en las profundidades de mi consciencia.
Tu mirada castaña hace cicatrices dolorosas y permanentes en mi corazón.
Tu sonrisa cálida y dulce provoca en mi cuerpo temblores alarmantes.
¿Qué me hiciste, Rogan?
Ya no sé qué es de mí.
La idea de que tú seas feliz con otra persona que no sea yo hace que mi lado posesivo y egoísta quiera raptarte y encerrarte en mi corazón, donde el único que pudiese contemplarte soy yo.
Donde el único que pudiera amarte fuese yo.
Pero no.
Debo aceptarlo.
Tú eres feliz.
Yo también debo serlo.
Saldré adelante, Rogan.
O al menos, lo intentaré.
—Jacer.